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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáSupongamos que Elon Musk pudiera poner toda su fortuna en un cajón, colocara al lado otro cajón igual pero vacío, e hiciera luego un pase mágico financiero (sugiero que dibuje un signo de $ en el aire) logrando que su fortuna se duplique y ahora estén los dos cajones llenos. Sería algo claramente milagroso. Sin embargo, y como corresponde a un milagro, eso es algo totalmente imposible y nunca sucederá ni aunque lo intentara, algo muy improbable ya que se trata de una persona sumamente inteligente. Sin embargo, esta es la absurda idea que subyace a la opinión que tiene muchísima gente sobre el origen de la supuestamente excesiva suma que posee el magnate.
Según esta idea, las grandes fortunas se multiplican mágicamente o, si operan en la realidad, es a través de una red maléfica inmaterial que incluye los bancos, financieras, multinacionales, políticos corruptos, en resumen, la vieja y ya muy gastada teoría de la conspiración capitalista.
Estos tipos traman todo tipo de tretas generalmente ilegales para que crezca el capital. Pero dicho capital nunca baja al mundo real. Jamás se usa para producir cohetes espaciales, celulares, vacunas, automóviles, aplicaciones, laboratorios, trenes ni aviones que utilizan miles de millones de personas. En realidad no hacen nada salvo multiplicarse.
Pero la realidad es totalmente distinta. La mayoría de los más grandes empresarios actuales eran totalmente desconocidos hace pocos años, y su fortuna tiene que haber salido de otro lado más eficiente. A poco de que se piensa, se llega a algunas conclusiones bastante claras.
¿De qué depende que la riqueza se multiplique y se multiplique? La respuesta es fácil. De las ideas y de la acción, las que consiguen producir cosas que la gente desea, y a veces desea mucho. Por lo tanto, cada vez más personas consumen más cosas, a veces incluso haciendo sacrificios para ello (no entro a juzgar esto éticamente). Quiere decir que, para crecer, el capital no tiene más remedio que bajar a la cancha y meterse en el barro.
El mercado de consumidores se consideró al principio como un juego de suma cero (Marx y Engels lo veían más o menos así, como algo estático donde la burguesía se adueñaba de partes cada vez más grandes de la torta dejando a los trabajadores más pobres, lo que a la postre haría inevitable una revolución). Si una empresa tiene más mercado, hay otra u otras que lo han perdido, o sea que tienen menos mercado. Pero gracias a la mecánica del capitalismo surgió una solución. ¿Y si el mercado no fuera siempre igual, sino que fuese creciendo y alcanzando cada vez a más y más personas? La gente iría siendo capaz de consumir cada vez más y mejores cosas (no olvidemos el “mejores” porque suele aludirse solo a la cantidad y no a la calidad y beneficios de lo que se consume).
¿Por qué hay tanta gente a la que molesta que haya personas cada vez más ricas si, en consecuencia, luego también simultáneamente hay cada vez más gente que aún teniendo mucho menos obtiene constantes mejoras en su nivel de vida? La respuesta también es fácil. La envidia, ese mal tan humano. Nos cuesta reconocer que hay personas que son más talentosas, inteligentes, trabajadoras, hábiles o lo que sea para poder ganar muchísimo más dinero que nosotros a los que no se nos ocurre gran cosa, además de querer tener vacaciones pagas, casa en el balneario, auto, comodidades, feriados y no tener muchas ganas de pasar 20 años enzarzados con un proyecto que tiene 0,0001 posibilidades en mil de tener éxito. No hay más remedio que reconocer que, además de una suerte casi imposible, ayudas peores o mejores según el caso, algún pariente rico, tal vez una excelente educación (no siempre, Bill Gates no terminó sus estudios y no es el único caso) a ellos les debe corresponder parte del mérito. De hecho, a veces fantaseo acerca de que los ricos son como unos animales de zoológico que los mortales comunes tenemos encerrados en jaulas de oro para que craneen sus cosas y nos beneficien cada vez más, y a cambio de esto los sobornamos con yates, actrices de Hollywood, mansiones, autos de 2.000.000 de euros, etc., logrando de paso que crean que ellos gobiernan el mundo y continúen alegremente, eso sí, trabajando para nosotros. Y muchos son fanáticos del trabajo, o sea que bien por ellos. Aunque, si uno lo piensa, ¿qué parte de su fortuna usará realmente un ultraricachón para beneficio propio? Musk posee unos 350.000 millones de euros. Supongamos que se compra 5 yates; a 10 millones de euros cada uno, son 50 millones., Llegará un momento en que dirá: “Bueno, ya no quiero más yates. Ahora compraré Rolls Royces”. Digamos 10, a 500.000 cada uno me da 5 millones de euros. Llega un punto en que dice, “estoy harto de Rolls Royces, ahora compraré helicópteros”. Compra 20 helicópteros. Haciendo cálculos, un helicóptero vale 3 millones, o sea que 20 serán 60 millones. Voy recién por los 115 millones, y, además, ¿para qué corno le sirven a Musk 10 yates? (tendría que pasarse toda la vida viajando en yate para usarlos todos). Lo que quiero decir es que la parte de la fortuna que puede gastar Musk de manera egoísta es mínima si la comparamos con el total de lo que posee. Para crecer y sobrevivir debe invertirla en proyectos en los cuales es probable que corra grandes riesgos (de hecho, ha estado varias veces al borde de la quiebra), pero que, si resultan exitosos, lo beneficiarán a él y de paso a muchísima más gente.
Afirmo que Musk es además potencialmente uno de los más grandes benefactores de la humanidad. Si su empresa SpaceX consigue llevarnos a la Luna (para no hablar de Marte, que está también en sus planes) y establecer allí colonias estables, prácticamente habrá salvado a la raza humana del desastre. Ya los más grandes científicos (Stephen Hawking, por ejemplo) han advertido que sin la conquista del espacio la humanidad se extinguirá más pronto que tarde, porque agotaremos todos los recursos del planeta en un plazo muy breve. Para los que seguramente abominarán de todo lo anterior, digo que para nada esto significa apoyar o compartir los desastrosos puntos de vista reaccionarios y nefastos de Musk que hacen tanto daño en muchas otras áreas (me atrevería a decir en casi todas), pero este mérito que he citado anteriormente debe atribuírsele de forma indiscutible. Digo yo.
Alberto Magnone