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Mónica Bottero, fundadora y directora de Galería durante 17 años, repasa la historia de la revista, sus logros, sus desafíos y reflexiona sobre el periodismo de hoy
El 28 de setiembre de 2000 se publicó el primer número de la revista Galería, junto con el semanario Búsqueda. Su directora era Mónica Bottero, periodista del semanario desde hacía 12 años, que asumió el desafiante rol a instancias del entonces director de Búsqueda, Danilo Arbilla, con quien habían ideado su creación. A 25 años de aquel hito periodístico, revisar la historia para proyectar el futuro es un ejercicio necesario. Bottero fue la mentora de un generación de periodistas especializados en estilo de vida y la creadora de un mundo que quienes seguimos en él tratamos de continuar, teniendo presente las lecciones aprendidas en este recorrido.
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El autor intelectual fue Danilo Arbilla. Desde mucho tiempo antes de que saliera Galería, él tenía la idea de que Búsqueda debía expandirse a públicos diferentes a los característicos del semanario, que tenía un perfil más masculino —aunque tantas mujeres lo leían—, con intereses que no fueran solo la política y la economía. Precursoras de eso fueron las páginas de salud, de medio ambiente, de sexualidad que salían en Búsqueda, pero hay temas que necesitan otro soporte. Por otro lado, Arbilla pensó también que había todo un mundo para reflejar, que sucedía en los ámbitos culturales, en la vida social, que estaba como detrás de cámaras. Danilo fue un precursor de lo que hoy tenemos muy naturalizado como es Instagram, donde la gente muestra sus reuniones sociales, sus encuentros. Y decía: “Los uruguayos no nos vemos a nosotros mismos, no tenemos dónde vernos”. Mirábamos revistas argentinas y había alguna cosa de alguna otra revista, pero no algo tan centrado en mostrarnos, en contar qué pasaba en la vida social. Y bueno, el éxito de Galería empezó un poco por ahí.
La verdad es que al principio yo no estaba de acuerdo. Como tantos uruguayos y tantos periodistas, tenía la idea de que sociales no era periodismo, y que eso ya era algo del pasado, de otra época. Pero él me dijo: “Mirá, esto es con sociales o no es. Así que lo lamento”. Y eso implicó una innovación, más allá de lo que uno pensaba. Había una necesidad muy grande de los uruguayos, las uruguayas que hacen cosas, de verse reflejados. Y la consigna era que la gente dijera “si no estás en Galería, tu evento no existió”. Y lo terminamos escuchando. Fue increíble. Y, por supuesto, la consigna desde el principio fue: “Esto es tan periodismo como la cobertura de Casa de Gobierno”. Es más, incluso más difícil, porque tenías que ir a contramano de toda una cultura que nos veía a todo el equipo como periodistas de segunda. Hasta que les contábamos todo lo que había que hacer para que las cosas salieran bien.
¿Cómo era el periodismo de Uruguay en ese momento y cómo el mercado recibió la revista?
Eran los años 90 cuando empezamos a pensar Galería. En un nivel estaban los que hacíanpolítica y economía, y después venían todos los demás, que eran categorías más bajas del periodismo. Acá, además, había que agregarle que eran temáticas muy femeninas, y yo en esto hice una lectura de género, como eran temas de mujeres eran temas de segunda. Si vos hablabas de ingresar al mundo de la vida privada en periodismo, hablar de temas de vínculos, de divorcios, casamientos, de la crianza de los hijos, del cuidado de las personas mayores, de temas vinculados a sexualidad o a salud mental, más lo de sociales, más la moda… Vaya si hemos hecho periodismo con aquellos despliegues brutales en las producciones de moda, o con los números especiales de interiorismo, que también tenían una estética que requería producción, y desarrollamos un periodismo de gastronomía que no estaba instalado, con reglas propias: los críticos iban y pagaban la cuenta sin avisar que eran periodistas. Toda una serie de prácticas profesionales con las que con el tiempo nos ganamos el respeto del medio. No fue fácil porque era un cambio cultural.
En estos últimos 25 años, en Uruguay han surgido varios medios de comunicación que no han sobrevivido. Galería debe ser uno de los últimos medios que se fundó y hoy sigue en pie. ¿Por qué sucede esto?
Nosotros nacimos con una ventaja muy grande: era Búsqueda la que publicaba esa revista. Si bien hubo protestas, muchos lectores decían “pero cómo van a entrar con una revistita de colores, de moda, de sociales. Eso no es Búsqueda”. Llamaban a Danilo a quejarse, y él les decía: “Pero tirala si no te gusta, si el precio es el mismo”. Los fotógrafos tenían que andar atrás de las personas para que se quisieran sacar fotos, y a los pocos años, pasaba al revés, perseguían a los fotógrafos porque querían salir en Galería. Ahí fue cuando se vio el cambio cultural. Creo que el tener el sello de Búsqueda nos dio garantías, respaldo. Nos pudo sostener en momentos difíciles, salimos unos meses antes de la crisis del 2002, que se estaba viendo venir, y después en 2008 hubo otra crisis. Lo que logramos nosotros fue que el sello estuviera a la altura del sello original, que Galería pasara a estar a esa altura. Y a los pocos años ya se hablaba de que Búsqueda sin Galería ya no era lo mismo, así como Galería solo quizás tampoco.
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Además de esos prejuicios culturales, ¿qué otra barrera tuvieron que romper?
Y bueno, es la historia de la vida de los periodistas que gestionamos: el departamento comercial siempre fue un desafío. Esa tensión necesaria entre el departamento comercial y la redacción estuvo, y creo que Galería la sorteó porque teníamos el respaldo de Danilo y de Claudio Paolillo (siguiente director de Búsqueda). Porque aunque fuera una revista con contenidos donde hay mucho lugar para lo comercial, cuando hablás de maquillaje, de interiorismo, de moda, si partís de la base de que todo se vende, te dejan de creer, y el gran capital que tiene cualquier medio es la credibilidad. A mí me hace gracia cuando muchos colegas han hablado de las presiones en el periodismo político, porque han sido absolutamente menores respecto a las presiones desde el ámbito comercial. La tarea de los políticos es presionar y el problema es qué hacemos nosotros con esa presión. Quizá tuvieron un peso grande cuando el Estado era un gran avisador, pero entonces no era por lo político, era por lo comercial. La presión comercial tiene que ver con la propia sobrevivencia del medio. La gerencia comercial obviamente tiene que ponerle racionalidad a esa especie de rebeldía anticomercial que tenemos los periodistas, porque el sostén, la mejora de la producción y poder tener un staff con sueldos dignos dependen de que el departamento comercial haga su trabajo. Es una tensión difícil; la tarea de ellos es tratar de conseguir estar en las mejores relaciones posibles con los avisadores o con quienes contribuyen al sostén del medio, y la nuestra es tratar de hacer periodismo lo más independientemente posible de esas connotaciones comerciales. Esto se puede minimizar por la naturaleza de la temática de la revista, que es muy femenina. No sé si hoy se comprendió en toda su dimensión lo que significa la industria de la moda, la industria de la belleza. Creo que los influencers nos están explicando que ahí había un capital y nosotros quisimos hacer periodismo con ese capital.
Galería se ocupó del feminismo. ¿Por qué decidiste ir por ese camino?
La temática de las mujeres no se terminaba de poner en las agendas públicas, donde, por ejemplo, los cuidados eran cosas de mujeres, las mujeres somos las que hacemos el trabajo gratuito en la casa, y es así, y no había estudios que relacionaban eso con el hecho de que después ganáramos menos, no tuviéramos cargos de responsabilidad, o tuviéramos que elegir entre la maternidad y terminar una carrera. Eso en sí mismo implicaba una injusticia, y había que explicarlo en los años 2000. Búsqueda siempre fue un medio igualitario, liberal en el amplio sentido del término, no solamente en lo económico, e históricamente había puesto sobre la mesa el tema de la despenalización del aborto, habíamos hecho las páginas de sexualidad, y era natural que el apoyo estuviera. Yo tampoco pregunté, porque hay un tema de las feministas de que cuando empezamos a pedir permiso se complica. Pero sabía que Danilo apoyaba este tipo de posturas y lo que hicimos no fue un feminismo de militancia —que era más mi postura personal— porque no tenía nada que ver que lo pusiera en un producto como Galería, pero sí se puede hacer periodismo con perspectiva de género, metiendo determinadas temáticas que eran consideradas de segunda categoría, como la salud mental, los desafíos de la crianza, los cuidados.
Había temas que sabíamos que le interesaban a la gente y no estaban en los medios, había como un pudor de poner determinados temas y de que a los periodistas nos tomaran como frívolos por hacer esas notas.
Muchas veces saliste al cruce del tema de la frivolidad, sobre todo para defender el periodismo de moda.
Lo hablábamos siempre con Danilo y terminamos diciendo esa frase de: se puede hacer un periodismo político de coberturas internacionales, de guerras o de alto gobierno abordado con gran frivolidad, y se puede hacer un periodismo de sociales o de moda o de gastronomía abordado con gran profesionalismo. Y de verdad fue así, lo podemos demostrar: hay trabajos que hicimos respecto a la moda y a toda la movida que surgía a partir de las escuelas universitarias de diseño, hicimos las coberturas de los mundiales desde otro lugar que no tenía que ver solo con el partido. Era necesario hacer eso porque, si no, la gente hablaba de una cosa, y el medio, por aquella cosa acartonada de hablar de lo supuestamente importante, dejaba esos temas de lado.
Monica Bottero ADR_8586
Mónica Bottero dirigió Galería por 17 años.
Adrián Echeverriaga
Incluso, la cobertura que hacíamos de las figuras políticas, el seguimiento de las campañas electorales no desde el periodismo político eran contenidos muy bien recibidos por los lectores.
Creo que en las últimas dos campañas electorales se vio bien claro que esa cobertura que hacen las redes sociales te determinan el voto, te deciden una campaña. La gente estaba pidiendo que le muestren otra cosa, que le hablen de otra cosa, que te pongas más en el lugar de la conversación cotidiana. Y empezamos a tener en cuenta a la otra mitad de la población, que son las mujeres y que no se veían reflejadas; que podían decir “nosotras no somos solamente el té de las señoras —que también está bueno mostrar—, no somos solo la lectura de best seller para pasar el rato”. Podíamos hacer una entrevista a una escritora que podía inspirar a otras mujeres a escribir o a leer otros temas que quizá estaban también minimizados. Hoy ya ni siquiera se habla de literatura femenina porque las mujeres tienen copada la literatura, sobre todo en América Latina. Hay autoras a borbotones que son un producto del trabajo sobre el género que se viene haciendo desde mucho antes. Sobre todo con la última ola del feminismo, donde se reivindica la vida privada, donde se reivindica la diversidad. Porque antes no nos publicaban, y teníamos como atragantadas las cosas, parecía que no interesaban. Y bueno, eso también lo quisimos reflejar.
Lo mismo con los temas de salud, de tecnología, los hacíamos con mucha seriedad. Teníamos fuentes en cualquier lado, podía haber una fuente en un restaurante, en una casa de moda y en la Facultad de Ciencias. El periodismo es bueno y profesional o es malo y frívolo, el contenido depende de lo que elija el lector, pero no por la temática que aborda es frívolo en sí mismo. Todo eso lo está mostrando hoy el mundo de los y las influencers, unos duran, otros no, otros sabés que el objetivo es generar conversación y tener seguidores y tirar cualquier porquería, pero bueno, seguimos pudiendo elegir.
Creaste una de las secciones más famosas y polémicas del periodismo uruguayo, que son los De más y De menos. ¿Por qué creés que tuvo tanto éxito?
También fue un invento de Danilo que implicó discusiones. A mí me parecía un espanto, yo le decía: “Esto es de la revista Gente de los años 70”.
Y pasó lo mismo que con las demás secciones: si era ingenioso, requería trabajo, requería entender cuál era el tono, que lo estábamos haciendo en broma. Pero, como pasa en el humor, se dicen muchas verdades exageradas. A veces nos pasamos de rosca, porque llamaba la atención, generaba una incomodidad en el lector o la lectora, y eso estaba bueno. Nosotros nos matábamos de risa, pero había gente que se ofendía. Hubo detractores, gente que le molestaba Galería porque no había entendido cuál era el propósito, porque la veían elitista y empezaron a crear como un relato de que era una revista de chetas y descerebraditas. Era muy fácil burlarse porque nosotros estábamos haciendo un producto totalmente contracultural.
En los 17 años que estuviste al frente de la revista habrá habido momentos difíciles.
El momento del gran cambio, que implicó que yo ya no me veía en la propuesta nueva del medio, en 2017, cuando entra una directora que era más bien una administradora y cambia algunas pautas; tengo que reducir personal y gastos a un mínimo que ya era muy difícil de manejar. Yo ya no podía hacer algunas cosas ni por la redacción, ni por lo que siempre había predicado que había que hacer, y entonces decidí cerrar esa etapa, que fueron 29 años en la empresa, 17 en Galería y 12 previos en Búsqueda. Fue muy duro, muy doloroso, pero era necesario. La gente no puede perpetuarse, sobre todo la gente que gestiona, porque empezás a creer que no hay otra manera de hacer las cosas. Y venía todo el mundo de las redes y la necesidad de una reconversión digital importante, porque ya era indispensable para los medios escritos integrarse al mundo digital, no solo teniendo la página web como pensábamos al principio, sino que lo digital sea parte del propio medio. Quedó gente y vino gente que estaba mucho más preparada y que realmente lo sabía hacer mejor. Por eso, a pesar de los enormes desafíos que tiene la prensa escrita hoy, Galería y Búsqueda siguen siendo parte de la agenda de medios. Hay dolores que son necesarios para permitir que las cosas sigan creciendo. Y han venido unas generaciones de periodistas que están haciendo cosas espectaculares, y vos decís “pero estos son mucho mejores que nosotros”, porque aprendieron a manejarse con lo tecnológico. Dejemos lugar a los que son mejores.
Hubo detractores, gente que le molestaba Galería porque no había entendido cuál era el propósito, porque la veían elitista y empezaron a crear como un relato de que era una revista de chetas y descerebraditas. Era muy fácil burlarse porque nosotros estábamos haciendo un producto totalmente contracultural. Hubo detractores, gente que le molestaba Galería porque no había entendido cuál era el propósito, porque la veían elitista y empezaron a crear como un relato de que era una revista de chetas y descerebraditas. Era muy fácil burlarse porque nosotros estábamos haciendo un producto totalmente contracultural.
Quienes han trabajado contigo te reconocen como una gran maestra de buenas prácticas, entre ellas el rigor periodístico. ¿Qué te genera saber que tuviste ese efecto? ¿Te parece importante en el rol de líder formar profesionales?
Sí. El gran objetivo tiene que ser que la gente a la que uno forma en el tiempo que está bajo tu responsabilidad profesional salga mucho mejor que vos. Me da orgullo, me parece tan maravilloso ver que quienes trabajaron conmigo crecieron… Yo sé que también tenían que lidiar con mi carácter un poquito fuertecito. Un día te venía medio cruzada, capaz que era porque había tenido un problema con comerciales o que tenía niños chicos y además con dificultades, o por mi propia frustración de no poder lograr algo. Con los años entendí que las otras personas no tienen la culpa. A veces liderar un equipo y aguantar presiones y demandas de afuera implica tener cierto carácter, y tener cierto carácter también implica que a veces estás medio reviradita. Así que aprovecho para disculparme con todas las personas que pude haber lastimado. Incluso el propio Danilo me decía “no salgas por los corredores pegando esos gritos porque no está bueno”.
¿Qué te dejó Galería en tu carrera profesional?
Creo que buena parte del reconocimiento que después yo capitalicé incluso haciendo política vino por Galería; además de la experiencia humana, que fue espectacular. Todas, todos aprendimos mucho sobre muchas cosas.
¿Cómo ves el periodismo hoy?
Tiene que dar una batalla tremenda, primero para que se entienda que el periodista profesional requiere una preparación, que requiere una intención sobre lo que interesa. Los algoritmos, las redes sociales son instrumentos maravillosos en muchos aspectos, pero realmente le han hecho daño al periodismo. Los medios que se convierten en digitales y para sobrevivir necesitan clics se han tenido, de alguna forma, que prostituir. Pero, si a vos te están dando clic con una pavada, por lo menos que la pavada sea verdad. Pero hay una gran competencia que son las fake news, realidades que te instalan en un lugar donde increíblemente uno cree, porque aunque vos quieras mirar con una actitud crítica, a esta altura ya no sabés si lo que estás viendo es inteligencia artificial o no. Incluso, si sabés que la realidad que te están transmitiendo es inteligencia artificial, igual hay un porcentaje de tu credibilidad que está integrando esa realidad, que no es la realidad como la conocíamos antes, y a mí eso me asusta, me da miedo. Eso, además, va acompañado del deterioro de los niveles educativos. Si vos estás educado, formado para tener una actitud crítica ante cualquier realidad que se te presente, estás mucho mejor armado y equipado. Creo que esa hoy es la defensa, el conocimiento y la educación. Y a mí me tienen muy preocupada los bajos índices educativos que estamos teniendo en Uruguay, aun comparado con el resto de América Latina; estamos entre los últimos tres peores. Si la sociedad va hacia ahí, ¿qué podés esperar del periodismo? Cuanto más formada está una persona, va a ser un mejor cliente del periodismo de calidad o del periodismo profesional. Cuanto menos gente tengamos formada, menos clientes vamos a tener. Y nos vemos ante esa disyuntiva de hacer un medio que te acerque a ese tipo de clientela: el periodismo que se acerca más a TikTok y a la búsqueda de click fácil, porque así es como sobrevivís. Búsqueda ha seguido apostando a la calidad y se ha mantenido, yo creo que porque la gente que ha apoyado a Búsqueda está convencida de que esto es necesario para la democracia. Si no, vas a tener electores que te los van a manipular haciéndoles creer lo que se les cante.
Desde el principio tengo grandes discrepancias con el algoritmo por aquello de que te lleva a escuchar solo lo que vos estás de acuerdo. Eso me parece terrible para la democracia, le hace un daño espantoso. Si yo tengo una actitud activa, eso lo paso, busco otras voces, porque tengo herramientas, tengo una formación. No me quedo solo en la onda que yo curto. Voy a trascender eso. Pero esa actitud pasiva, que es cómoda, es el antiperiodismo. Para mí el algoritmo es el antiperiodismo. Cuanto más consciente sos de lo que te están proponiendo, vas a hacer un uso más crítico, y por eso la importancia de estar formado para eso. Y el periodismo va a sobrevivir mientras haya gente educada, con actitud crítica. Y la democracia va a sobrevivir mientras haya un periodismo de calidad.