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Nicolás Martinelli: “Los que estamos en política creemos que somos el ombligo de todo, pero no es tan así”

Edad: 43 Ocupación: exministro del Interior, senador suplente Señas particulares: ama el campo, tiene una perra que se llama Malta, hace poco se fue a hacer trekking con su sobrino mayor a Wyoming (Estados Unidos), no se puede ir a dormir sin leer todos los mensajes de Whatsapp

¿Algo que lo haya marcado en su infancia?

Tuve una infancia realmente muy feliz. Los recuerdos más lindos que tengo son de la época de Paysandú. Aunque nací en Montevideo, al tiempo nos fuimos a vivir a Paysandú. El campo fue algo que me marcó mucho. Mi papá era colono, tenía un campo de Colonización en Sauce del Queguay y yo iba a ayudarlo mucho. De hecho, tenía permitido faltar a la escuela o al liceo si había trabajo que hacer en el campo. Soy fanático del campo.

Ama el campo, pero estudió Derecho. ¿Qué pasó?

Estaba perfilado para hacer Agronomía, pero me llevaba muy mal con la Física y la Química. Era más ducho para la Historia y las letras. Un día mi padre me dijo: “Conozco más abogados con campo que ingenieros agrónomos con campo. Yo estudiaría Derecho y, eventualmente, algún día podés tener tu propio campo. Además, para trabajar en el campo no precisás tener un título. En cambio, para ejercer como abogado, necesitás tener el título, porque tenés que firmar”. Eso fue lo que me terminó inclinando por Derecho. Creo que fue un buen consejo.

¿Hoy está dedicado a la actividad privada como abogado?

No, sigo vinculado a la actividad política, soy suplente en el Senado de Martín Lema, ingreso en todos los temas relacionados con seguridad pública. Además, estoy escribiendo un libro vinculado al tema seguridad. Y armé una consultora de relaciones públicas para ayudar a las empresas a vincularse con el mundo público. Los que estamos en política creemos que somos el ombligo de todo, y que todo el mundo nos conoce y sabe de nosotros, pero no es tan así. Descubrí que hay un nicho muy interesante para trabajar, ayudando a muchas empresas del sector privado a vincularse con lo político y con el mundo administrativo: licitaciones públicas, compras, etcétera.

¿Desde cuándo juega al tenis?

Desde los tres o cuatro años. Arranqué en el Club de Golf de Paysandú y, cuando nos vinimos a vivir a Montevideo, seguí jugando en el Lawn Tenis. Fue mi deporte y lo sigue siendo hasta hoy. Actualmente juego dos veces por semana. Me ha ayudado también a bajar los niveles de estrés, sobre todo cuando estuve al frente del Ministerio del Interior, que es un ministerio tremendamente demandante, donde ves problemáticas muy complejas. Tener tu hora y media de deporte realmente ayuda mucho, ayuda a pensar con más claridad. Yo lo tenía en mi agenda de actividades como si fuera una reunión más. No lo cambiaba por nada. Me podía llamar Luis (Lacalle Pou), pero en ese momento yo tenía deporte.

Tener tu hora y media de deporte realmente ayuda mucho, ayuda a pensar con más claridad. Yo lo tenía en mi agenda de actividades como si fuera una reunión más. Tener tu hora y media de deporte realmente ayuda mucho, ayuda a pensar con más claridad. Yo lo tenía en mi agenda de actividades como si fuera una reunión más.

¿Tiene alguna manía?

Sí, tengo muchas. Cuando iba a facultad, y lo sigo haciendo a veces, si entraba por una puerta, tenía que salir por esa misma puerta. Además, soy bastante del orden. Si cocino, inmediatamente tengo que lavar. Si lavo ropa, la cuelgo y la recojo. Eso después lo traslado al trabajo, donde algo que me ha ayudado mucho es armar buenos equipos y ser muy ordenado. Por eso, me enorgullece que en 2024 el Ministerio del Interior haya cerrado el año sin observaciones del Tribunal de Cuentas. Es un hito histórico, porque que un ministerio inmenso, como es el del Interior, haya podido cerrar con cero observaciones del Tribunal central creo que no pasó jamás en la historia, por lo menos de ese ministerio. Otra obsesión es que no puedo irme a dormir si tengo algún mensaje de WhatsApp sin leer. Ahora es más fácil, porque evidentemente no tengo tantos mensajes, pero cuando era ministro tenía 200 millones de mensajes por día. Y no me podía ir a dormir sin haberlos leído.

¿Dónde se ve en cinco años?

Ojalá con una linda chacra, disfrutando de la naturaleza. Después veremos si tenemos la oportunidad de volver a ocupar cargos de responsabilidad en un eventual gobierno del Partido Nacional, o seguiré trabajando en la actividad privada. Todavía tengo que tomar esa decisión, pero tengo, por lo menos, tres años por delante. No tengo apuro. Veré cómo me consolido en la actividad privada y qué opciones hay en el futuro en el escenario político. Colaborar voy a hacerlo siempre, pero si eso me lleva a ocupar un cargo, no lo sé.

¿A quién admira?

A mi padre. Hay algunas cosas de él que me marcaron mucho. Recuerdo de chico estar caminando juntos por Paysandú; en un momento se detuvo frente a un auto, se acercó a una persona y le pidió disculpas. Nunca supe quién era, pero me dijo: “Me equivoqué con ese señor y corresponde pedirle disculpas. En la vida te vas a equivocar muchas veces, tenés que saber pedir disculpas y también aceptarlas”. Siempre nos decía: “Lo único que les voy a dejar es una buena educación”. Se fundió varias veces y seguramente hipotecó parte de su vida para cumplir. Entendió que lo valioso no está en la herencia material, sino en darte las herramientas para construir tu futuro.