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Rita Rodríguez, candidata por el Partido Verde Animalista: "Me indigno muy fácil con las injusticias"

Edad: 38 • Ocupación: Docente de Filosofía • Señas particulares: Es abuela postiza; de adolescente, admiraba a Shakira; vive con 10 perros y dos gatas

Editora de Galería

Qué la llevó a volverse animalista? Fue una conjunción muy extraña entre la filosofía y el rescate. Yo no tenía ningún tipo de inclinación particular hacia los animales. Me crie en Montevideo rural y el vínculo con los animales era bastante de uso, más que otra cosa. Después empecé a estudiar filosofía, a ver otras cosas, a buscar criterios, tratar de ser coherente con las cosas. Y en 2013 hice mi primer rescate, que fue a Anina, una cruza de galgo preciosa, que se fue hace muy poquitos días. Ella me cambió la forma de ver las cosas.

¿Cómo fue el rescate? Iba en el auto y una cachorrita de dos meses quedó sentada adelante y me hizo frenar, básicamente. No hubo muchas alternativas. La empecé a cuidar, la llevé a la veterinaria, me empecé a relacionar con otras personas que eran rescatistas y a involucrarme un poco más. Cuando me quise acordar, éramos muchos en la familia, perros y gatos, sobre todo perros. En casa llegó a haber hasta 30 rescatados todos juntos. La búsqueda de criterios me llevó también por el lado de “¿por qué estoy cuidando a unos, perros y gatos, pero sigo siendo parte del uso y la explotación de otros que también tienen emociones, también generan vínculos, también quieren vivir?”. A partir de ahí la mirada pasó del rescate de perros y gatos al animalismo más en general. Y ahí, con la filosofía, tuve un quiebre fuerte, porque me metí en todo lo que tiene que ver con la ética animal específicamente. Ahí todo cuadró.

¿Por qué se define como antiespecista y no como vegana? Soy vegana, sí. Pero me gusta más definirme como antiespecista porque abre la puerta a una explicación. Vos decís “antiespecista” y tenés que explicar qué es. Y eso es un fundamento filosófico importante. El especismo es esa discriminación arbitraria y radical que hacemos en función del criterio de la especie. Así como hacemos un tipo de discriminación en torno al criterio de la raza, y lo llamamos racismo, o en función del criterio del sexo, y lo llamamos sexismo, el especismo es esa discriminación que nos hace creer que tenemos la potestad de utilizar al otro como se nos antoje porque es de una especie diferente. Y contra eso es que yo trabajo.

¿Cuántos animales tiene ahora en su casa? Me peleé bastante con el término tener. Vivo con 10 perros y dos gatitas en una casa en Montevideo rural, bastante cerca de donde me crie. Entre Punta de Rieles y Villa García.

¿Y cómo es su vínculo con ellos? Es un vínculo de familia, de cuidado, de reciprocidad. Creo que ellos me dan más de lo que yo les doy a ellos, pero también es verdad que hay limitaciones en torno a tiempo. Que sean tantos nunca es deseable, lo ideal es que el humano tenga mucha más atención para todos ellos. Pero nos hacemos bien mutuamente.

¿Le costó algún vínculo ser así con los animales, tener esa cercanía? No, jamás, sobre todo porque las personas con las que vivo, en general, ninguna es ni antiperro ni antigato. Soy bastante restringida en mis vínculos más íntimos. O sea, tengo vínculo social y de trabajo con un montón de personas a las que quiero muchísimo, pero mis vínculos más cercanos comparten un montón de miradas, y los que no las comparten, las respetan.

¿Qué película ha visto mil veces? Un montón, pero Matrix es mi preferida. Soy de mirar las películas muchas veces, pero Matrix, principalmente la primera, es a la que vuelvo siempre. Y vuelvo siempre en clases, vuelvo siempre cuando estoy aburrida. Vuelvo, vuelvo.

¿Tiene entradas para algún concierto próximo? No, no soy de ir mucho a conciertos. Tengo un ritual con una de mis amigas que es que todos los años vamos a un toque de Buitres. No puede faltar.

¿Este año ya fueron? No, lo tenemos pendiente. Estuvimos pensando en el 4 de octubre, que hay un toque, pero justo es el Día del Animal. Yo doy clases de noche y vamos a hacer alguna cosita relacionada en el liceo. Así que va a quedar para más adelante.

¿Era una persona politizada antes de ser candidata a la presidencia? Politizada, sí. Porque el activismo que hago no es solo de rescate. Hace ya un tiempo que dejé de rescatar, cuando me pasó el agua porque no sabía cómo decir que no y ya había 30 (animales) en casa. Hay muchas emociones en juego cuando rescatás. Mucho contacto con la vida y la muerte. Mucho dolor. Entonces dije: “Hay otras cosas en las que puedo contribuir”, y ahí fue cuando fundamos la ONG Trato Ético Animal. Y no la fundamos como un refugio, sino como una ONG que trabaja en educación y fomento de políticas públicas.

¿Alguna vez de chica le preguntaron qué quería ser y respondió presidenta? No necesariamente. Capaz que en el liceo fui formando un poco más un carácter cuestionador, de repente. Me indigno muy fácil con las injusticias. Pero de niña, no. Era bastante introvertida, en realidad, y tampoco era demasiado sociable.

¿A quién admiraba en esa época del liceo? Reconozco que, sobre todo de adolescente, siempre fui muy fan de Shakira.

¿Y ahora a quién admira? Seguramente hay muchas personas que me despiertan admiración, pero no es que las tenga jerarquizadas. Me niego a idealizar a las personas y a decir: esto es todo lo que está bien. Si hablamos de figuras públicas, seguramente lo que vemos es simplemente la fachada que nos quieren mostrar.