—Estamos hablando del Espacio de los Pueblos Libres, el sector de Eduardo Radaelli, ¿por qué cree que se produjo otro ambiente con su ausencia?
—Hubo un ambiente más fraternal, más de ánimo de construcción, y no de pasar cuentas y revolver llagas.
—¿Hubiera sido distinta la autocrítica si estaba el Espacio de los Pueblos Libres?
—Pienso que sí, no sé. Probablemente esa sea una de las razones por las cuales el congreso transcurrió en un clima de complementación y de ánimo de sumar para adelante y no de estar apostando a las diferencias. Hablaron más de 30 congresistas. Expresaron lo que para ellos eran las razones por las cuales Cabildo tuvo el bajón que tuvo. Se habló a calzón quitado. Yo mismo hice uso de la palabra, hice la crítica. Uno de los factores principales que llevó al bajón de Cabildo Abierto fue su propia división interna, la confrontación procesada muchas veces no de la mejor forma, públicamente. Las críticas a resoluciones que emanaban de los órganos partidarios, que son los órganos que les corresponden según los estatutos. Es decir, había como una especie de cuestionamiento a la institucionalidad del propio Cabildo. Creo que esa fue de las cosas que más daño le hicieron. Se habló de casos puntuales. Se habló del Ministerio de Vivienda, de lo que pasó, lo que fue en realidad y lo que se hizo creer que fue a la opinión pública. Se habló de ASSE (Administración de los Servicios de Salud del Estado), de una grabación que generó ruido en su momento y cómo se explotó eso. También se mencionó que se podrá criticar muchas de las actitudes y de las cosas mal hechas, pero en realidad no hubo una sola denuncia contra ningún cabildante por casos de corrupción. No la hay hasta el día de hoy. Creo que también es real que se han magnificado mucho los errores, que hubo muchos, por supuesto. Este gobierno hoy está haciendo cosas mal y las va a seguir haciendo… Bueno, nosotros también las hicimos, pero en el caso nuestro, tal vez por aquello de que teníamos que ser “perfectos”, todo error se cobraba mucho más caro. Pero la frase que más sonó fue: hay que trabajar para recuperar el terreno perdido.
—Hablaba de las divisiones internas, pero quizás eso el electorado no lo ve, no lo percibe, ¿se habló de por qué se perdió tanto caudal de votos de una elección a la otra?
—Sin lugar a dudas. Algo que también se habló y lo dijeron varios de los que hablaron: nosotros cometimos no sé si un error, porque en definitiva es ser como somos, pero se abrió el abanico de adversarios, por no decir enemigos. Es decir, nosotros nos malquistamos con el sector o el lobby forestal por una ley. Y nos malquistamos con el mundo de las finanzas, los prestamistas, que son poderosos. Nos malquistamos con algunos medios de prensa, con los cuales a veces tuvimos algunos…
—Con Búsqueda …
—Lo saben muy bien, Búsqueda, completamente. Pero Búsqueda no fue el único con el que tuvimos nuestra fricción o nuestras diferencias, que a veces fueron más allá de lo deseable. Nos malquistamos con quienes están detrás de las políticas de droga en el Uruguay o de la ideología de género. O cuando presentamos un proyecto para establecer que el Senado tuviera la última palabra cuando se trata de concesiones a largo plazo y se generó una suerte de malestar en el gobierno, porque nadie quiere que le pongan ningún tipo de límite, como que eso era dudar de la buena fe de los gobernantes. En fin. Se pasaron todas las películas habidas y por haber… Creo que Cabildo, en cierta forma, abrió el abanico.
—Muchos frentes abiertos.
—Hasta el punto que quedamos prácticamente en solitario en el escenario político. El caso de la deuda justa es un caso emblemático, quedó solo Cabildo y nadie lo apoyó, siendo que todos los partidos tenían muchísimos militantes afectados directamente por la usura. Creo que eso también se valoró como una de las razones… Porque nosotros hablamos en forma genérica del poder real, el poder económico, el poder que está más allá de quien tiene la banda presidencial. Y si uno se mete con el poder, tiene que bancarse las consecuencias.
—¿Eso lo analizaron como un error, haber abierto tantos frentes?
—Como una de las razones, más que como un error. Porque esa es nuestra forma de ser. Somos frontales, no nos escondemos, no somos hipócritas, de callarnos la boca. Y eso en política tiene sus costos. Por algo mucha gente no se mete en tal tema, no defiende esto, sabe que está mal, pero se calla la boca. Nosotros sabemos que está mal y lo decimos. Y cuando lo decimos, bueno, nos pasan por arriba. Sobre todo al no tener recursos como para contrarrestar todo lo que se dice. Por ejemplo, una falacia total contra mí, que Búsqueda fue, en parte, iniciadora: Guido Manini es colono. Mentira, nunca fui colono. No sé ni dónde está Colonización. Como que yo diga “Federico Castillo es narcotraficante”. No, y usted tiene que probar que no lo es. Yo tenía que probar que no era colono. Eso se impuso en la opinión pública porque hubo una artillería permanente de aquí y de allá. Salió el director del Frente de Colonización, salió el otro, lo dijo. Pero al final, de la nada, yo pasé a ser colono. Y tuve que acudir a la más alta autoridad en materia de derecho agrario, que hizo un informe contundente diciendo que era un disparate. Tuve yo que defenderme y probar. Y así y todo, después de probar, queda el sedimento en la opinión pública. Nosotros nunca tuvimos los recursos necesarios para contrarrestar ese tipo de cosas. Estamos jugando con una chumbera cuando los contrarios juegan con cañones. Es así. Son las reglas del juego. Calavera no chilla.
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—¿Fue un error la gestión del Ministerio de Vivienda a cargo de Moreira? ¿Se actuó mal?
—Creo que se cometió un error, sobre todo a la luz de lo que pasó después. ¿Qué fue lo que se hizo en el Ministerio de Vivienda? Se les dio una facilidad a unas 15 personas donde había una militante de Cabildo Abierto y otra que había trabajado con Irene, que era blanca. El resto era gente desconocida. Todos ellos pasaron por el filtro de los servicios sociales del ministerio, que determinaron que cumplían con las condiciones. Después se determinó que estaba mal aplicada la resolución. La propia Irene lo reconoció públicamente. Fue un error que fue superpotenciado y se llevó ese caso al nivel de (Alejandro) Astesiano, (Sebastián) Marset y todo eso. El Estado no perdió un peso. No hubo una sola denuncia que dijera que hubo corrupción. No se quedó con un peso. Irene fue una ministra que venía de los viajes y devolvía los viáticos. La primera vez que los devolvió hubo desconcierto porque nadie sabía cómo se hacía para volver a recibir los viáticos. Y, sin embargo, la ensucian con todo esto. Se equivocó. Ella después de un tiempo lo reconoció. Ahora, yo digo, ¿es para generar todo lo que se generó? Creo que se midió este tema con una vara diferente. Si la ministra hubiera sido de otro partido, seguramente hubiera sido otra la consideración. Nosotros como leales integrantes de la coalición republicana apoyamos a ministros en casos gravísimos o mucho más escandalosos, porque entendimos que no era bueno generarle esa fractura al gobierno. Sin embargo, a Irene ni siquiera se la dejó ir al Parlamento a aclarar las cosas.
—¿Hubo un quiebre ahí con el partido de gobierno y con el presidente Luis Lacalle Pou?
—Sí, sin duda. Ya había habido alguna fricción con la ley de seguridad. Pero esto para mí fue un trato injusto. Y fue algo así como una cuenta que se cobraba, que era conmigo la cuenta y se la cobran con ella.
—¿Fue una traición?
—No, no se puede hablar de traición porque en política las traiciones son otras cosas, pero fue una injusticia. Y después el uso que se le dio, porque hasta se hicieron programas de televisión para demostrar que el presidente había estado bien. Pero es un tema del pasado. No sigo cobrando cuentas.
—Si Cabildo Abierto contribuyó al triunfo de la coalición en 2019, su caída puede explicar la derrota de la coalición en 2024. ¿Cuánto tiene que ver ese hecho con el resultado electoral?
—Los politólogos hicieron estudios después de la elección del 2019 y llegaron a la conclusión de que Cabildo le sacó el Frente Amplio entre tres y cuatro puntos del electorado. En el 2024 eso no pasó y ganó el Frente. Dos años antes, o un año y medio antes, recuerdo que tuve una reunión mano a mano con Álvaro Delgado y le dije: “Si sigue debilitándose a Cabildo Abierto, si le siguen pegando a Cabildo Abierto —porque para mí claramente los golpes a Cabildo venían del propio gobierno y no del Frente Amplio—, si le siguen pegando, Cabildo Abierto se va a debilitar y va a ganar el Frente”. Se lo dije a Delgado en un mano a mano y se lo dije a Lacalle Pou en un mano a mano.
—¿Y ellos asumieron que le estaban pegando a Cabildo?
—No, no, por supuesto que no. La respuesta era siempre la misma: “Nosotros queremos un Cabildo fuerte…”, pero después al otro día venía el golpe. Y estoy convencido de que el futuro de la coalición republicana, si es que va a haber otra vez en el futuro, va a depender de que haya quien le dispute el voto en la cancha al Frente Amplio, no entre blancos y colorados, a ver quién le saca a quién. La historia dice que desde el año 2004 hasta hoy la única vez que perdió el Frente Amplio fue cuando apareció un partido que le peleó en su cancha. Fue la única vez. ¿Qué va a pasar en el futuro? Capaz que aparecen otras corrientes que hagan ese papel, pero yo pienso que Cabildo Abierto tiene que recuperar el terreno perdido por muchas razones, pero entre otras porque hay un bloque que nunca va a lograr la mayoría.
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—Siguiendo su lógica, los principales responsables de la derrota de la coalición en noviembre de 2024 son Delgado y Lacalle Pou, por la estrategia que adoptaron con Cabildo Abierto.
—No quiero decir con ese titular así, pero claramente los episodios… Más allá de las causas, el debilitamiento de Cabildo Abierto generó el triunfo del Frente Amplio. Estoy convencido de eso. Días después de las elecciones connotados referentes blancos, senadores, vinieron y me dijeron que tenía razón.
—¿Puede dar nombres?
—Graciela Bianchi, Sebastián da Silva… A ellos les dije también que si se seguía debilitando a Cabildo, iba a ganar el Frente. Pero no, estaban convencidos de que ganaban. Hasta el día antes, del 24 de noviembre, estaban convencidos de que ganaban.
—Cabildo Abierto irrumpió como un partido antisistema, con el mensaje de se acabó el recreo, de combatir los vicios de la política, pero evidentemente eso, viendo la magra votación que obtuvo después, no quedó de manifiesto cuando estuvieron en el gobierno. ¿Dónde puede estar el público cautivo hoy de Cabildo Abierto?
—En el 2019 había un ambiente político diferente. Había cierto hartazgo de 15 años del gobierno del Frente. Había un terreno fértil para el cambio, pero no alcanzaba con eso. Se precisaba pelearles los votos en la cancha de ellos. Cabildo Abierto levanta banderas que nosotros creemos que siguen teniendo vigencia, que le llegaban a muchísima gente que estaba desengañada con el Frente Amplio. Y también tenía aquel atractivo de ser lo nuevo, de “vamos a apostar a esto que no sabemos cómo es, pero al menos no es malo por conocer, es bueno por conocer”. Y ganó la coalición. E integrarla tuvo su costo, fue más caro de lo que nosotros pensamos. El no integrarla iba a tener su costo también, porque la gente votó un cambio y votaba para que se gobernara con mayorías parlamentarias, para que se tuviera determinadas condiciones. Nosotros votamos por el camino de la seriedad, de la responsabilidad, e integramos la coalición, aportamos las mayores capacidades que teníamos.
—Y la coalición en oposición, ¿sigue sin tener sentido para usted?
—No veo que tenga sentido una coalición en la oposición. ¿Para qué? ¿Para oponernos? La verdad, no veo sentido una coalición para oponerse, y más cuando tenemos diferencias tan importantes en temas tan importantes como hemos tenido con blancos, colorados, independientes. ¿Qué sentido tiene que otros sean nuestros voceros? Y así como votamos la Rendición de Cuentas, ahora, cuando venga el Presupuesto, vamos a analizar artículo por artículo y a aquel que nos guste lo vamos a votar, sin compromisos, ataduras o mandatos coalicionistas. Que no cuenten con nosotros para transformarnos en una máquina de impedir.
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—¿Le sorprendió la reacción de dirigentes de la coalición al enterarse de los votos de Cabildo a la Rendición de Cuentas?
—Fue lamentable. Tratar (al diputado) Álvaro Perrone de traidor. Me sorprendió la virulencia. Era algo que veníamos diciendo desde siempre. Lo que está bien se va a votar.
—El diputado colorado Gabriel Gurméndez hizo analogías con Judas Iscariote respecto a este episodio, ¿lo sintió como una ofensa?
—Un batllista citando al Evangelio… Claramente, es ofensivo, fuera de lugar. ¿Judas? ¿A quién traicionó Perrone? Hizo lo que tenía que hacer. Hay una falta de respeto a la autonomía y la independencia de los partidos. Cabildo no es el Partido Colorado ni el Partido Nacional. Es un partido con su propia impronta y hay que respetarlo.
—Hay una discusión en el horizonte sobre el futuro de la coalición, si se va a un lema único. ¿Qué dice Cabildo sobre eso?
—Cuando blancos y colorados acuerden ir como lema Coalición Republicana, y después de 190 años decidan ir por fuera de su lema, cuando ellos lo acuerden, Cabildo va a resolver. Ahora no. Yo honestamente tengo mis dudas. Lo veo lejano.