N° 1954 - 25 al 31 de Enero de 2018
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáEl comienzo de este año está marcando un inusual nivel de optimismo en la economía y los mercados financieros internacionales, como se observa con claridad en las informaciones y análisis que día a día se reciben de las reuniones del Foro Económico Mundial (FEM) que se está llevando a cabo en Davos, Suiza.
Así, el Fondo Monetario Internacional (FMI) actualizó sus previsiones de crecimiento para la economía mundial, proyectando ahora una expansión de 3,9% tanto para este año como para el 2019, lo que implicó una revisión al alza de 0,2% en ambos casos respecto a lo estimado en octubre. Esa mejora en las expectativas se basa fundamentalmente en el impacto positivo a corto plazo de la rebaja impositiva sobre la economía de Estados Unidos (que crecería 2,7% en 2018 y 2,5% en 2019, frente al 2,3% de 2017 y en comparación al 2,3% y 1,9% que había proyectado el FMI en octubre pasado), así como del área Euro, Japón y China, sin que variaran las previsiones de crecimiento en promedio para las economías emergentes.
A escala financiera, las bolsas de valores en todo el mundo baten récords prácticamente todos los días, lo que tiene contentos a los CEO de las principales empresas que se están dando cita en Davos. Según una encuesta de la firma PwC, están mostrando el mayor nivel de optimismo en muchos años.
A tal punto el estado de ánimo es positivo que la directora gerente del FMI, Christine Lagarde, señaló al comentar la actualización de las previsiones de crecimiento que uno de los principales riesgos en la actualidad era la “complacencia” que parece haber ganado tanto a inversores, como a empresarios y a los “policymakers”.
Del propio análisis del FMI, así como de los diferentes paneles de discusión en Davos, surge un conjunto de factores de riesgo que potencialmente podrían alterar el actual casi que “idílico” estado de los mercados financieros internacionales y de la economía mundial.
Por un lado, existe la siempre vigente preocupación por el nivel de deuda de China, que ha sido caracterizado como un “rinoceronte gris” (ya que todo el mundo lo ve pero nadie se quiere acercar al problema). Según estimaciones de Bloomberg, el total de su deuda alcanzó una cifra de 264% del Producto Bruto Interno (PBI) en 2017.
Pero no solo China ha acumulado un alto nivel de deuda, sino que el mismo es récord en la economía mundial. Según las últimas estimaciones del Instituto de Finanzas Internacionales, el nivel de deuda mundial alcanzó los US$ 233 billones al cierre del tercer trimestre de 2017, con un crecimiento de US$ 16 billones (casi que el tamaño del PBI de Estados Unidos) en relación con fines de 2016. Este elevadísimo nivel de deuda mundial implícitamente genera el riesgo potencial más grande desde el punto de vista financiero, que es el de que se diera una suba súbita y significativa de las tasas de interés, sea como consecuencia del “recalentamiento” del crecimiento en el corto plazo como sobre todo si se produjera un repunte de la inflación, particularmente en Estados Unidos. Esa es la economía que tiene el mercado de trabajo casi en pleno empleo, está más cerca del PBI potencial, va a recibir un fuerte estímulo a corto plazo por la rebaja impositiva y donde su Reserva Federal ya ha comenzado el proceso de normalización de la política monetaria. En definitiva, es muy difícil pensar en que las excepcionalmente laxas condiciones financieras internacionales actuales podrán mantenerse mucho tiempo más, y ello no solo tendrá consecuencias sobre los precios de los activos financieros sino también sobre la economía real.
Otro factor de riesgo importante, particularmente luego de que Estados Unidos aplicara en los últimos días tarifas sobre la importación de paneles solares y de lavarropas, es un recrudecimiento de las presiones proteccionistas. Será interesante ver el mensaje que dará mañana, viernes 26, el presidente Donald Trump ante el FEM, cuando promueva su agenda de “America first”; especialmente luego de que el secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, pareció abandonar explícitamente el miércoles 24 la tradicional política de “dólar fuerte”, y el secretario de Comercio, Wilbur Ross, señalara que hay “guerras comerciales todos los días”.
El desenlace potencial a corto plazo de las difíciles negociaciones por el Nafta que se están llevando a cabo desde hace meses es otra señal importante respecto a un posible recrudecimiento del proteccionismo, lo mismo que el proceso del Brexit.
Los factores de riesgo geopolíticos, si bien parecen estar fuera del radar en la actualidad, no han desaparecido, siendo particularmente relevantes el tema de Corea del Norte así como la situación de Medio Oriente.
El hecho de que los factores estructurales (tendencias demográficas, caída de la productividad, alto nivel de deuda, cierre del “output gap” en las economías avanzadas) siguen apuntando a un menor dinamismo de la economía mundial a mediano plazo, llevó al FMI a señalar que lamentablemente la actual aceleración del crecimiento no será un “new normal”. En definitiva, habrá que disfrutar de la fiesta mientras dure y que luego la resaca no será nada placentera.