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    El Frente Amplio debe renovar su “funcionamiento orgánico” porque en ocasiones impidió “tener una discusión razonable” y fue “un obstáculo” para gobernar

    Cuando la coalición de izquierda llegó al gobierno no tuvo “la capacidad de entender que lo que había que reprimir era la delincuencia, porque era la forma de proteger los derechos de la gente”, dice Mario Bergara

    Mario Bergara tenía expectativa de que, después de más de una década de trabajar juntos en el manejo económico de los gobiernos frenteamplistas, Danilo Astori apoyara su precandidatura. Pero no tuvo suerte y ahora pelea la interna del Frente Amplio sin el respaldo de sectores importantes. Las encuestas no lo favorecen: todas las que se publicaron hasta el momento lo ubican en el cuarto lugar detrás de Daniel Martínez, Carolina Cosse y Óscar Andrade.

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    Bergara quiere hacer de esas carencias, fortalezas. Es la única precandidatura “independiente”, dice. Eso le permite además poner sobre la mesa temas que los otros contendientes dejan de lado. Así, para el expresidente del Banco Central es importante que el Frente Amplio procese una renovación interna. El “funcionamiento orgánico” de la coalición de izquierda fue en ocasiones “un obstáculo” para que el gobierno pudiera “resolver los problemas” de la gente, advierte. A veces pesó demasiado el “perfilismo sectorial”, lamenta.

    La renovación que plantea el precandidato también debe alcanzar las posturas políticas del oficialismo, en particular la “visión del mundo” que lo guía. Y también a una que está en curso: los liderazgos.

    Lo que sigue es un resumen de la entrevista que concedió a Búsqueda ayer miércoles en su comando de campaña.

    Las encuestas lo colocan lejos de ganar la interna. ¿Qué piensa hacer para revertirlo?

    —Estamos trabajando duro recorriendo el país transmitiendo nuestra visión, transmitiendo la importancia de que estamos en un proceso de renovación política en el Frente Amplio y que en la elección interna el pueblo frenteamplista también va a dar sus señales de cuál es el Frente Amplio renovado que quiere. Obviamente, competimos con ganas, con convicción, con confianza de que vamos a tener un muy buen resultado en la interna y vamos a trabajar primordialmente para el triunfo del Frente Amplio en la elección nacional.

    Usted decía que el frenteamplista va a tener que elegir qué Frente Amplio renovado quiere…

    —La estructura de liderazgos actual ha dado un paso al costado en lo que es la competencia para la presidencia. Eso no quiere decir que se vayan para su casa, van a seguir teniendo un rol político en el Frente Amplio. Pero también es cierto que se está dando el proceso de relevo generacional y eso es una buena noticia. Pero la renovación política no es solo el cambio en la cédula, la renovación política pasa por renovar la visión del mundo. No podemos seguir pensando el mundo como si fuera igual al del 71, cuando se creó el Frente Amplio, o al del 2005, cuando empezó a gobernar. Hoy en el terreno geopolítico regional, tecnológico, laboral, social, cultural el mundo es totalmente diferente. Y lo primero que hay que renovar pasa por esa visión del mundo que condiciona todo lo que uno hace. También pasa por renovar la agenda programática. En los tres gobiernos, el Frente Amplio implementó una agenda, como toda agenda política no se implementa de manera perfecta, pero básicamente hubo una enorme cantidad de reformas y de transformaciones estructurales que el Frente Amplio llevó adelante y que cambiaron al Uruguay. Hoy sin duda está en un escalón superior en materia de equidad, de igualdad de derechos que hace 15 años. Pero un cuarto gobierno del Frente Amplio no puede tomar esa agenda, que ya está esencialmente languideciendo porque ya está implementada, sino que tiene que tener una postura de agenda programática consistente con las cosas pendientes y con este nuevo mundo que nos atraviesa.

    'La renovación política no es solo el cambio en la cédula, la renovación política pasa por renovar la visión del mundo. No podemos seguir pensando el mundo como si fuera igual al del 71, cuando se creó el Frente Amplio, o al del 2005, cuando empezó a gobernar'.

    En su discurso durante el aniversario del Frente Amplio, el martes 5, planteó que en el Frente Amplio es “necesaria” una renovación para que el “funcionamiento orgánico no sea un obstáculo de los cambios”.

    —Así es. La renovación de la que hablamos y que es imprescindible para seguir adelante implica la renovación de la visión del mundo, la renovación de la agenda programática consistente con ese mundo nuevo, pero también la renovación política y de funcionamiento del Frente Amplio. Obviamente, no es en el medio de la campaña que nos vamos a poner a discutir en detalle qué cambios habría que hacer al funcionamiento orgánico. Pero entiendo que durante mucho tiempo hubo un funcionamiento endogámico donde se miró demasiado para adentro, donde a veces los perfiles sectoriales han conspirado para resolver muchos temas de mejor manera. Y creo que al pueblo frenteamplista hay que, nuevamente, ponerlo en el centro de la escena también en el funcionamiento orgánico del Frente Amplio. Todo el mundo en el Frente Amplio es conteste de que el funcionamiento de los organismos internos y los comités hay que repensarlos. Esto no quiere decir denostarlos y mucho menos. Son una base importantísima y lo vemos claramente ahora en clave electoral, pero sin duda los mecanismos de decisión, el funcionamiento en la orgánica hay que revisarlos para hacerlos más democráticos. Para que tengamos en el horizonte el concepto de “un frenteamplista, un voto” y que haya mecanismos que permitan reflejar las preferencias de los frenteamplistas en general; porque si no hacemos esas cosas, corremos el riesgo de que el funcionamiento orgánico se reseque y sea efectivamente un obstáculo para el accionar político y de gobierno, y por ende para resolver los problemas que tenemos que resolver en la sociedad.

    —¿Lo fue en estos años?

    —Estas cosas no se pueden decir de manera absoluta, ni mucho menos. Pero hay muchos temas en donde muchas veces se priorizaba la discusión interna más que la mejor resolución de los problemas en distintas áreas. No voy a decir de manera absoluta que la orgánica es un obstáculo, pero creo que muchas veces eso ha operado, no ayuda a resolver los temas y eso hay que cambiarlo con discusión fraterna.

    —¿Un ejemplo de esto es la inserción en política exterior con las discusiones por el TISA o el tratado de libre comercio con Chile?

    —Quizá ese sea un ejemplo de cómo el funcionamiento endogámico, la disputa interna, el perfilismo sectorial dificulta tener una discusión razonable sobre temas relevantísimos para el país. Hay que poner al país primero.

    La vicepresidenta Lucía Topolansky dijo en una entrevista con Búsqueda la semana pasada que usted no es una figura conocida. “Si preguntás quién es el presidente del Banco Central en Pirarajá nadie sabe contestarte”, ejemplificó. ¿Comparte que ese es uno de sus déficit?

    —Sí, está bien. Nosotros teníamos una estructura de liderazgos en el Frente Amplio absolutamente excluyente en el buen sentido. Tan relevantes eran Vázquez, Mujica, Astori, que hacer el relevo generacional de una estructura de liderazgos tan exitosa no es fácil.

    Topolansky también dijo que su candidatura divide el electorado astorista y eso beneficia a Carolina Cosse. ¿Qué análisis hace al respecto?

    —No voy a entrar en ese tipo de especulación. Nosotros ofrecemos una precandidatura que tiene un perfil claro, que tiene un perfil seregnista. Ofrecemos trayectoria, experiencia de gobierno, experiencia política, una visión del mundo, lineamientos de políticas públicas para atacar los desafíos que este nuevo mundo nos plantea. Con un enfoque autocrítico que pasa por reivindicar lo hecho, pero también marcar las áreas en que todavía tenemos resultados que no son satisfactorios. También ofrecemos una perspectiva de futuro. Para ofrecer una perspectiva de futuro lo primero que hay que hacer es entender lo que está pasando en el mundo. Nosotros ofrecemos un espacio para los frenteamplistas que no se circunscriben al ala astorista, ni mucho menos, porque frenteamplistas sectorizados son la minoría. Existe un pueblo frenteamplista que en una proporción importante ve con preocupación y a veces desencanto procesos que se han dado en el gobierno y sobre todo en la fuerza política. Nuestro planteamiento de renovar la fuerza política refleja el sentir de muchos de esos frenteamplistas. No estamos razonando en esa lógica de pequeña estrategia de grupo, porque eso sería seguir razonando en esa lógica de grupo, de statu quo. Y la renovación significa que va a haber un barajar y dar de nuevo en la interna frenteamplista.

    'Nosotros ofrecemos una precandidatura que tiene un perfil claro, que tiene un perfil seregnista. Ofrecemos trayectoria, experiencia de gobierno, experiencia política, una visión del mundo, lineamientos de políticas públicas para atacar los desafíos que este nuevo mundo nos plantea'

    —¿Esperaba el apoyo de Astori?

    —Sigo teniendo mucha sintonía política no solo en materia económica, sino también en otras áreas con Astori. Era razonable pensar que, en base a una sintonía de 13 años en el equipo económico, recibiría su apoyo. Pero bueno, me parece legítimo que cada sector ponga las consideraciones que tenga que poner sobre la mesa para tomar estas decisiones de carácter electoral.

    —En un momento usted pudo ser el “bendecido” de Astori y Mujica por su cercanía con ambos. ¿Por qué no logró ser el candidato de consenso?

    —Así como es difícil especular en la futurología, especular con lo que no pasó no agrega mucho. Hoy está claro que los sectores tienen sus precandidatos, en general, y que nuestra precandidatura es una candidatura independiente de los sectores. Quizá pueda verse como una debilidad en la fuerza territorial, pero, por otro lado, tiene la fortaleza de la independencia, de plantear la necesidad de una renovación orgánica del Frente Amplio, de evitar funcionamiento endogámico.

    —¿Pensó en algún momento que recibiría el apoyo de Mujica?

    —Insisto en que especular sobre lo que no pasó, no tiene sentido. Lo que sí me parece es que es sano que haya diversos precandidatos con diversas sensibilidades. Hubiera sido muy negativo para el Frente Amplio tener un candidato único, que nos encolumnáramos atrás de un candidato que todos pensábamos que iba a ser el ganador. O atrás de una fórmula, porque te facilita elegir el candidato, pero yo concibo la elección interna como parte de la renovación interna del Frente Amplio.

    —Topolansky dijo que se dio un poco “de chiripa” la renovación.

    —A la larga los proceso políticos no son de chiripa. Siempre hay cuestiones circunstanciales, pero en el fondo son procesos que se gestan hace mucho tiempo. Y el proceso de renovación política del Frente Amplio no se da en dos días de chiripa porque un día un candidato decide no presentarse y al otro el otro candidato decide no presentarse. Había una demanda muy clara, sobre todo de los frenteamplistas, de la necesidad de renovación política del Frente Amplio y también de los liderazgos.

    Mario Bergara

    Durante su oratoria planteó “combatir fuertemente la delincuencia”. ¿El gobierno hasta ahora no lo hizo?

    —Para mí se hizo mucha cosa en materia de seguridad. Hubo una reforma estructural en el Ministerio del Interior, incorporación de tecnología, capacitación, inteligencia. Hasta hay una mejor percepción ciudadana de la Policía. El nuevo Código del Proceso Penal desnudó descoordinaciones entre los distintos estamentos de la seguridad pública; es decir, el sistema de ley y orden. Eso ayudó a diagnosticar mejor esas cosas. Ha cambiado el panorama de los delitos en el Uruguay, sobre todo asociados al aterrizaje del narco. El aumento de los homicidios se explica en gran medida por los ajustes de cuentas y eso hace ocho o diez años no lo veíamos. Yo reivindico los operativos más contundentes que se están dando en la última etapa. No solo porque son más claros en su accionar, sino porque vienen acompañados de un discurso diferente. En donde sí soy autocrítico es en que a nosotros nos costó tiempo generar el equilibrio entre combatir las causas sociales del delito, que se hace y hay que hacerlo mejor, con la represión al delito. Cuando se iniciaron los gobiernos del Frente ese balance no era el adecuado. Poníamos el énfasis en las causas y, de alguna manera, la palabra represión en el estómago de izquierda nos revolvía.

    —¿Tenía una mochila grande la palabra?

    —Sonaba a represión política, pero era un error conceptual. Tendríamos que haber tenido la capacidad de entender que lo que había que reprimir era la delincuencia, porque era la forma de proteger los derechos de la gente. Pero nadie tiene la bola de cristal en el tema de la seguridad. Nadie puede decir que no se han explorado cosas. Desde aquel enfoque inicial donde se liberaron presos a lo que está sucediendo hoy. Un candidato de la oposición trajo a Giuliani seguramente esperando que dijera que esto era horrible y se fueron diciendo que no estaba tan mal. Nadie tiene la sellada. Hay que explorar y seguir. Soy partidario de más presencia policial en la sociedad, pero no de la militarización. Vamos a entendernos. El vínculo de la Policía con la ciudadanía debe de tener determinadas características que es diferente al vínculo entre el militar y la ciudadanía si no, todo sería una única fuerza. Por lo tanto no es automático que poner militares a hacer trabajo policial resuelva; es más, seguramente traiga más problemas que soluciones. También hay otras áreas en el tema de la seguridad pública que hay que atacar de otra manera. La rehabilitación, por ejemplo, que a veces pienso que la sociedad no quiere hablar mucho de estos temas. Es como que ve el delito, ve que agarran al responsable y después el tema se acabó ahí.

    —El comisionado penitenciario insiste en que al no existir la cadena perpetua ni la pena de muerte quien cometió el delito tarde o temprano volverá a salir y si no se rehabilita, va a cometer otro delito.

    —No creo que nada de eso se resuelva porque haya cadena perpetua o pena de muerte. No hay experiencia a escala internacional que indique eso. Creo que recién en la última etapa empezamos a tener una política incipiente de privación de libertad y rehabilitación más razonable. Las cárceles no pueden ser gestionadas por la Policía porque son cabezas diferentes. Por ejemplo, si cualquiera de nosotros, educados, con valores bien definidos, nos ponen 23 horas encerrados en una celda el resultado difícilmente sea bueno. Hay que hacer una reforma institucional.

    Información Nacional
    2019-02-07T00:00:00