N° 1923 - 22 al 28 de Junio de 2017
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáEl gran partido del FIFA-Gate comenzará a jugarse en Nueva York entre setiembre y noviembre. La fiscalía de Brooklyn y el juez federal acordaron someter al jurado a casi 30 dirigentes deportivos y empresarios de diversas nacionalidades por evasión de impuestos, crimen organizado, lavado de dinero y fraude electrónico.
Para varios la condena será menor porque negociaron con la fiscalía al declararse culpables. La semana pasada fue el banquero argentino Jorge Arzuaga, quien admitió coimas por US$ 25 millones. Algunos se declararon inocentes y reclaman ser juzgados aparte. Otros esperan bajo arresto domiciliario. Quedan varios trámites de extradición en Argentina, Paraguay y Brasil.
Este juicio no es el final. Cada día, cuando se destapan las cloacas aparecen más comisiones ilegales, sobornos, evasión de impuestos, lavado de activos, organizaciones criminales y fraudes por apuestas deportivas.
El fanatismo tuerce la ética. La fiscalía española denuncia a Cristiano Ronaldo de defraudar al fisco en 14,7 millones de euros. Pero el debate no se centra en ese delito. Ronaldo es un ídolo y trasladó la acusación al deporte. Sugiere, amenaza, extorsiona con dejar el Real Madrid porque dice ser “perseguido”. Pretende que el club lo ayude contra la justicia o asuma su deuda.
Por otro lado, el FBI investiga el pago en Brasil de comisiones ilícitas del ex presidente del Barcelona de España, Sandro Rosell. Según el FBI, en representación de Nike, acordó coimas con el ex presidente de la Confederación Brasileña de Fútbol, Ricardo Teixeira. Ambos aparecen como cabecillas de un grupo que recibió millones de dólares en sobornos por derechos audiovisuales de la selección brasileña. Parte de ese dinero circuló en el sistema financiero de Estados Unidos. Por eso interviene el FBI.
Rosell está encarcelado desde mayo en España por otro caso imputado de organización criminal y lavado de activos. En 2010 fue el presidente más votado en la historia del Barcelona con 61,4% de apoyo. Hoy es el primero en prisión.
Dos años después de haber estallado el escándalo en la FIFA, la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol) presentó en Paraguay —donde tiene su sede—, una denuncia penal que apunta a sus ex presidentes, el uruguayo Eugenio Figueredo y el paraguayo Nicolás Leoz.
Les atribuye “apropiación, lesión de confianza, producción de documentos no auténticos, asociación criminal y lavado de dinero”. Se basa en una auditoría de Ernst & Young. Las maniobras son superiores a US$ 130 millones transferidos a personas físicas y empresas, entre ellas, Torneos y Competencias. Su titular, Alejandro Buzaco, con prisión domiciliaria en Estados Unidos, confesó haber pagado US$ 113 millones en sobornos por los derechos de los mundiales de 2018 a 2030, y por los campeonatos regionales a la Conmebol y la Concacaf.
La denuncia de la Conmebol es una estrategia económica porque los efectos penales son casi nulos. Figueredo y Leoz están involucrados en procesos en Uruguay y Estados Unidos que deberán concluir para ser juzgados en Paraguay. También hay que considerar sus edades: Figueredo 85 y Leoz 88. La biología puede interponerse.
La Conmebol, dijo su presidente Alejandro Domínguez, pretende recuperar ese dinero.
Sorprende que la confederación sudamericana, cuya cúpula la integran representantes de 10 países de la región, presente esta denuncia como si hubiera descubierto la pólvora.
Asombra que experimentados dirigentes nunca hayan sospechado las maniobras de Figueredo, Leoz y sus múltiples secuaces-amigos-cómplices. Si no sospecharon, son nabos por unanimidad. Pero como no lo son, la deducción es que hacían la vista gorda a la mano en la lata.
¿Por qué sorprende? La auditoría consideró el período entre 2000 y 2015. En ese lapso varios de los actuales dirigentes y de las asociaciones nacionales estaban vinculados a la Conmebol. De Uruguay, además de Figueredo, en ese lapso representaron a la AUF sus presidentes: José Luis Corbo, Washington Rivero, Sebastián Bauzá y Wilmar Valdez. Cada dos años un congreso de la Conmebol evalúa el balance del ejercicio vencido. ¿Qué pasó con los balances desde el 2000 al 2015? ¿Se dio cuenta Ernst & Young y ellos no?
¿No controlaban para informar a sus asociaciones? ¿Cómo es posible hacer la mosqueta con millones de dólares sin que nadie lo advirtiera? No es un vuelto del almacén.
Domínguez fue presidente de la Asociación Paraguaya de Fútbol y como tal integró la Conmebol. Su amigo y compatriota Juan Angel Napout dejó ese cargo al ser detenido en Suiza y será juzgado en Estados Unidos. Domínguez fue elegido presidente en enero de 2016. ¿Nunca sospechó?
No es ignorante. Tiene un título de economista en Estados Unidos y un máster en Administración de Empresa. El lunes 19 el ex dirigente de la Liga Paraguaya Luis Medina denunció en el diario ABC Color que Domínguez “cobró dinero de sobornos” (1,5 millones de dólares) de la Conmebol que debieron terminar en las arcas de la Liga Paraguaya y no ocurrió. Medina dijo que Napout le contó lo del soborno. Napout no fue imputado en la denuncia de la Conmebol. ¿No es raro?
Según ABC Color, entre la FIFA y la Conmebol, Domínguez cobra mensualmente US$ 70.000. La Conmebol le paga US$ 45.000, cinco veces el salario del presidente de Paraguay, Horacio Cartes.
¿Los dirigentes de la Conmebol y la FIFA, entre los que está Valdez, pagan el impuesto a la renta?
El mundo del fútbol tuvo en 2009 una alerta significativa: un informe del Grupo de Acción Financiera (GAFI), una institución creada por el G7 para generar políticas destinadas a combatir el lavado de activos y la financiación del terrorismo.
Para el GAFI la relación entre el fútbol y el crimen organizado “es más profunda y compleja de lo que se pensaba”. Dice que involucra evasión fiscal, dopaje, las apuestas ilegales y hasta el tráfico de personas. La estructura del fútbol, sus métodos de financiamiento y la cultura dominante en el más popular de los deportes son puntos de atracción para el crimen organizado. “Estamos ante un mercado fácil de penetrar” en el que suelen aparecer “funcionarios gubernamentales y sociedades”, dice. (1)
Convenientemente, “la familia del fútbol” metió la advertencia del GAFI en un cajón y a otra cosa, mariposa. Así estamos. Cuando en mayo de 2015 estalló el escándalo de la Fifa y la fiscalía de Brooklyn empezó a sacar tarjetas rojas, más de uno se escondió debajo de la cama. El GAFI tenía razón y esto sigue.
(1) FIFA. La trama secreta de la mafia, Raúl Ronzoni, Ed. Fin de Siglo, 2016.