Para muchos curiosos con hambre de mundo, el Aeropuerto de Carrasco representa un portal hacia una realidad en la que las ocho horas se entremezclan con el turismo y donde el afán por conocer los lleva a experimentar un estilo de vida casi nómade.
Esta tendencia es una manera de conocer el mundo cuidando mascotas mientras sus dueños están lejos; las uruguayas Fiorella Bresesti y Ania Peri dan consejos sobre una modalidad que les cambió su estilo de vida
Para muchos curiosos con hambre de mundo, el Aeropuerto de Carrasco representa un portal hacia una realidad en la que las ocho horas se entremezclan con el turismo y donde el afán por conocer los lleva a experimentar un estilo de vida casi nómade.
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáDesde las working holidays en Australia y Nueva Zelanda, pasando por los intercambios en España y las au pair (niñeras internacionales) en Estados Unidos, las posibilidades parecen inagotables. Aunque hay una que, por inusual y atractiva, llama la atención en redes sociales.
Se trata del pet sitting, una alternativa a los hoteles para mascotas, que permite a viajeros cuidar perros y gatos cuando sus dueños están ausentes, alojándose en sus propios hogares. De esta forma, unos ahorran dinero en alojamiento, mientras los otros se aseguran que sus mascotas están cuidadas a un costo cero y en su propio entorno.
Según un estudio de la plataforma líder en pet sitting, Trusted Housesitting, el costo promedio por contratar un servicio de pet care por 25 noches en Reino Unido ronda los 1.160 dólares, mientras que en Australia cuesta 1.340 aproximadamente y en Estados Unidos alcanza los 2.000 dólares. Por lo que, sin dudas, se trata de un intercambio que conviene a ambas partes.
Deseosas de nuevas aventuras, en 2021 las uruguayas Fiorella Bresesti y Ania Peri decidieron emigrar a España. Sus trabajos como bióloga marina y educadora social, respectivamente, no terminaban de satisfacerlas, por lo que decidieron vender todas sus pertenencias, despedirse de sus seres queridos y emprender viaje (un viaje que documentan a diario en la cuenta de Instagram @dosuruguayasporelmundo).
Ya en el invierno de Valencia, sin un plan de acción claro ni alojamiento permanente, evaluaron la posibilidad de hacer pet sitting. “Conocimos la modalidad por las redes sociales y, como a las dos nos encantan los animales, sabíamos que queríamos hacer esto. Pero jamás nos imaginamos que se convertiría en nuestro estilo de vida”, contó Fiorella.
El camino no estuvo exento de dificultades. Durante las primeras semanas, la pareja aplicó a pet sitting en la zona, a través de una reconocida aplicación. Como eran nuevas en la plataforma y las únicas reseñas que tenían eran de amigos de Uruguay, nadie las elegía.
“Todo cambió cuando aplicamos a una posibilidad en un château en Francia, que tenía una alerta de que necesitaba gente de un día para el otro. Era en un lugar espectacular, cerca de Toulouse y muy de película, donde había que cuidar a tres perros. Tuvimos una entrevista por videollamada, nos aceptaron, sacamos los pasajes enseguida y nos fuimos”, relató Fiorella.
En el châteu de Thomas, el dueño, con un cuidado jardín francés y vista a los Pirineos, les tocó hacerse cargo durante seis meses de tres schnauzers: Cecil, Margaux y Blake, a quienes cuidaron, pasearon y, sobre todo, consintieron.
Pero el vínculo no solo lo generaron con ellos, sino también con el millonario dueño de casa, que, agradecido por el cuidado que les dieron a sus perros y de regreso en Francia, las invitó a compartir con él Año Nuevo, entre invitados elegantes y bebidas costosas. Al día de hoy, se mantienen en contacto, al punto que está en los planes de las pet sitters volver a lo de Thomas durante dos o tres meses en el primer trimestre de este año.
En los últimos años, en países como España, Suiza y Australia, decenas de mascotas estuvieron al cuidado de Fiorella y Ania. En el oeste de Australia aceptaron, junto con un amigo, un desafío poco convencional. “El hombre tenía en la casa una boa en una pecera cerrada y lagartijas. Además, tenía perros —lo más fácil— y en el fondo cabras, ovejas y llamas, incluyendo una llama bebé que había nacido hacía dos días. ¡Fue lo más loco que nos pasó!”, contó Ania.
También volvieron a recurrir a este mecanismo en la ciudad australiana de Perth, donde de esta forma lograron ahorrarse cerca de 1.800 dólares en alojamiento, viviendo en lugares que de otra forma no hubieran podido conocer, como un parque nacional, un moderno balneario y un barrio privado frente al mar.
En Suiza, por ejemplo, compartían múltiples paseos diarios entre la nieve con dos perros y una “princesa” de cuatro patas a la que tenían que llevar en un carro de bebé, mientras veían pasar aerosillas por encima de sus cabezas.
A otros perros los han llevado a cafeterías, a hacer mandados o a jugar a la playa. Y siempre que los dueños lo permitieran, como buenas bicheras, los hacían dormir con ellas.
Esta forma de viajar puede que no se adapte al turista tradicional, ese que prioriza conocer las grandes ciudades y se abalanza sobre los hop on hop off. Estas uruguayas por el mundo insisten en que, cuando eligen esta modalidad, siempre ponen a las mascotas como prioridad, dejando de lado intereses propios. Es por eso que, en los últimos años, han combinado esta práctica con trabajos más convencionales, en rubros como la vitivinicultura y la hotelería, para así tener otras libertades.
“Es vital que la persona que quiera hacer esto ame a los animales. El dueño que deposita la confianza en uno generalmente quiere a sus mascotas como hijos. No se puede pasear 10 horas afuera, volver y darle de comer al perro. Se puede pasear, pero hay que cuidar a la mascota como la cuidaría su dueño”, advirtió Ania.
Antes de dejar su hogar, cada propietario indica cuánto tiempo puede quedar sola su mascota y, en ocasiones, deja bicicletas o hasta autos a disposición del pet sitter para facilitarle la estadía.
“Si cuidás un gato, vas a tener más tiempo para recorrer porque los gatos son más independientes. A los perros los llevamos a todos lados. Ellos se adaptan a nuestra rutina, pero sobre todo nosotras nos adaptamos a la de ellos”, dijo Fiorella.
Ya con experiencia a cuestas, no eligen cualquier posibilidad por atractiva que parezca, sino que priorizan estar en un espacio en el que se sientan cómodas y puedan instalarse una buena cantidad de semanas, para así evitar el desgaste que implica el constante armado y desarmado de valijas.
Este tipo de viajes, además de permitirles conocer sitios no tan turísticos, a los que de otra forma no hubieran ido, las lleva también a vivir como locales, adoptando las rutinas y la cotidianeidad de las familias, e incluso a compartir con vecinos. “En Ginebra, en nuestra última experiencia, nos presentaron a los vecinos, que siempre estaban en la vuelta y conocían a los perros. Eso nos dio otra mirada, aprendimos cómo se comportaba el barrio y nos llevamos una idea más interna de la ciudad y su gente”, valoró Fiorella.
Fiorella y Ania, que ofrecen mentorías para viajes y ayudan a quienes buscan incursionar en esta modalidad, insisten en que la clave para que todo funcione según lo previsto está en mantener un diálogo fluido con el dueño de casa.
“Siempre buscamos tener una videollamada previa para vernos las caras y sentir qué tal es la familia. A esta altura, solo aplicamos a los que tienen referencias porque nos da tranquilidad saber en la casa de quién nos vamos a quedar”, explicó Ania.
Una vez instaladas, cada dos o tres días envian imágenes y videos de los animales, para asegurarles a las familias que las mascotas están en buenas manos y hacer menos difícil la separación.
Les ha tocado sortear alguna situación compleja, como la de un perro que se agarró conjuntivitis y la de otro que sufrió una infección de oído. “También nos pasó que los dueños se fueron de viaje y olvidaron que el perro tenía una sesión de acupuntura agendada. Nos avisó, agarramos el auto y salimos con él. Ante cualquier problema, si la comunicación es fluida, se soluciona”, comentó Fiorella.
Por fuera del cuidado, hacen algunas recomendaciones que por obvias no dejan de ser relevantes. “Es importante cuidar lo que uno recibe, dejar la casa limpia y respetar las pertenencias de los demás. Hay que ser humano en ese sentido”, agregó.
Aunque hay algo sobre lo que no pueden ofrecer consejos porque, pese a la experiencia, siguen sin encontrar solución. Se trata de las despedidas con las mascotas, en especial en estadías largas y con aquellas que calaron hondo en sus corazones. Una de las más duras fue también una de las más recientes, en Suiza, cuando se despidieron de un perro con el que generaron una conexión especial porque les hacía acordar a uno de sus perros en Uruguay. De todos modos, el buen relacionamiento que han mantenido con la mayoría de los dueños les permite seguir en contacto.
Como última consideración, pero no por ello menos importante, resulta fundamental ajustar las estadías a los tiempos máximos permitidos según las leyes de migración de cada país, por más que para las protagonistas de esta historia no supone un problema, pues poseen pasaporte comunitario.
Esta modalidad no solo funciona fuera de fronteras. Por más que es una práctica incipiente a nivel local, algunos uruguayos se animan a poner sus casas y mascotas al cuidado de locales y extranjeros.
Actualmente, a través de la plataforma internacional Trusted Housesitters, seis familias forman parte de esta red con variedad de anuncios que proponen desde el cuidado de un “gatito mimoso en Parque Rodó” o “dos gatos en una casa de playa en Piriápolis” hasta el de “tres caniches y un gato en un apartamento de Punta del Este”.
A su vez, hay 33 cuidadores en Uruguay esperando su oportunidad, la mayoría valorados con un puntaje de cinco estrellas sobre cinco.
Trusted Housesitters: es la plataforma líder para este tipo de intercambios y cuenta con cobertura global. Requiere una suscripción anual, tanto para cuidadores como para dueños, e incluye beneficios, como seguro para mascotas y verificación de perfiles.
House Carers: conecta a cuidadores con propietarios de casas y mascotas, pero está más enfocada en estadías de mediana y larga duración. También requiere registro y es popular en Australia, Estados Unidos y Europa.
Mind My House: ofrece oportunidades de pet sitting o simplemente house sitting. Requiere una cuota anual, muy económica para cuidadores, y es popular en destinos no tan turísticos, aunque tiene menos opciones que la competencia.
Nomador: plataforma popular en Europa y América del Norte. Cuenta con funciones gratuitas para probar el servicio, y una versión premium con más funcionalidades. Tiene un sistema único de “confianza y verificación” para garantizar seguridad.
Aussie House Sitters: es la opción más popular y confiable en Australia, con una amplia comunidad, perfiles verificados, un costo accesible y soporte eficiente.
Nextdoor: aunque no es propiamente una app de pet sitting, es una solución cada vez más popular. Sirve para conectar a usuarios con vecinos dispuestos a atender a sus mascotas durante su ausencia.