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    “Decisiones sin rigurosidad técnica” y planteos incorrectos rodean a las medidas en torno a una enfermedad nueva: la leishmaniasis

    Hilito para aquí, hilito para allá, la curandera hacía su trabajo concentrada. La madre de la pequeña enferma depositó en el ritual toda su esperanza. Había consultado a médicos en Salto, llegó al Hospital Pereira Rossell y volvió a Salto sin respuestas. Su hija estaba cada día peor, su situación era grave en diciembre de 2018. “Esta niña tiene parásitos”, concluyó la curandera.

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    La madre volvió a ver a la pediatra de su hija y le contó lo que le había dicho. Era una posibilidad que hasta ahora los médicos no habían manejado. Recién ahí llegó la llamada a Yester Basmadjian (profesora titular del Departamento de Parasitología y Micología del Instituto de Higiene, Facultad de Medicina) y luego los estudios de diagnóstico. Sí, eran parásitos. La enfermedad era leishmaniasis y la niña recibió el tratamiento justo a tiempo.

    Luego llegó el segundo caso en enero. Una mujer de 33 años que murió de leishmaniasis también en Salto. Se llegó a diagnosticarla y tomar la decisión de tratarla pero era tarde. La diabetes y la obesidad que padecía habían llevado antes a los médicos a buscar por otro lado. Esta vez fue un familiar que preguntó: “¿No será leishmaniasis?”.

    La leishmaniasis es una zoonosis, una enfermedad que afecta a animales y personas. Es producida por un microorganismo llamado Leishmania infantum, un parásito. Es transmitido por un insecto más pequeño que un mosquito, parece más bien una minúscula mosquita, a la cual se la conoce como flebótomo.

    La leishmaniasis es una zoonosis, una enfermedad que afecta a animales y personas. Es producida por un microorganismo llamado Leishmania infantum, un parásito.

    El perro es quien alberga al parásito. Los insectos nacen sin infección, pero al picar a un perro infectado pueden contagiarse y pasarles los parásitos a otros animales y también a las personas. El problema viene bajando. El flebótomo está en Brasil y en Paraguay desde hace tiempo, hace unos años en Argentina y por último llegó a Uruguay.

    Las personas que contraen leishmaniasis y enferman deben ser tratadas inmediatamente, de lo contrario la enfermedad puede ser mortal. Fiebre durante varios días, pérdida de apetito, disminución de peso, agrandamiento del hígado y el baso, anemia, infecciones o sangrado, son algunos de los síntomas.

    En 2016 cuando el problema de la Leishmania parecía aún muy lejano, Basmadjian y Selva Romero (asistente del Departamento de Parasitología en el Instituto de Higiene y de Medicina Interna en el Hospital de Clínicas) se formaron en Brasil sobre el tema.

    “Los casos clínicos van a venir, van a llegar, decíamos”, pero pocos escuchaban. “Nosotros aprendimos para que nos consulten, no cobramos por esto, ofrecemos lo que aprendimos” incluso a las autoridades, dijo a Búsqueda Romero.

    En el laboratorio del Instituto de Higiene hay recipientes con mosquitos, moscas, otros que parecen ser polillas o similares y algunos pocos flebótomos entreverados. Las técnicas analizan desde hace años en coordinación con el Ministerio de Salud Pública (MSP) las muestras que vienen del norte, de Paysandú, Salto y Artigas. Acaban de enviar un informe a Paysandú que concluye que en el último muestreo no han encontrado flebótomos. De hecho, por el momento la zona está libre de ellos.

    La leishmaniasis es una zoonosis, una enfermedad que afecta a animales y personas. Es producida por un microorganismo llamado Leishmania infantum, un parásito. Es transmitido por un insecto más pequeño que un mosquito.

    Fronteras

    En 2010 el grupo de trabajo en leishmaniasis de la Universidad de la República (Udelar), integrado por médicos de la Facultad de Medicina, del Instituto de Higiene y de la Facultad de Veterinaria, detectó el insecto vector en Salto y en Bella Unión. En 2015 identificó a los primeros perros infectados con el parásito en Salto.

    En 2016 fueron detectados los primeros perros infectados en Bella Unión. Luego la historia es más conocida. A fines de 2018 el primer caso en Salto y en 2019 el segundo, con una fallecida. Según el comunicado de diciembre del MSP, “una vez presente en perros, la ocurrencia de la enfermedad en seres humanos es esperable”. Las médicas del Instituto de Higiene consultadas coinciden en que era previsible. Sin embargo, médicos consultados por Búsqueda vinculados a la atención en Salto coinciden en que el tema no se impuso con la fuerza suficiente en la zona y apuntan al MSP. Si bien desde la Comisión de Zoonosis realizan charlas y han impreso algunos folletos, los profesionales reclaman más apoyo de las autoridades sanitarias para difundir el problema entre técnicos y población en general.

    En la Udelar prepararon y costearon con la ayuda de privados pósteres, para distribuir en Salto, banners para centros educativos y con la ayuda de una empresa salteña. Realizaron un video educativo que difundieron hace dos semanas por redes sociales, en el que se explican detalles sobre la enfermedad, riesgos y medidas para prevenir su avance.

    Además, el grupo médico ha viajado a Salto en numerosas oportunidades para brindar charlas, pero la concurrencia era bajísima. Basmadjian y Romero recuerdan con desilusión el esfuerzo. El interés era muy bajo. Pese al esfuerzo, el tema está “poco difundido” a nivel médico y entre la población, opinó Romero. Llega mucha información tras sucesos puntuales, pero no existe una continuidad.

    En el comunicado emitido en enero, al confirmar el segundo caso en humanos, el MSP planteó: “Cabe destacar que tomando en cuenta la fecha de inicio de síntomas, este caso (el de la mujer de 33 años) es cercano temporalmente al primero diagnosticado (el de la niña), por lo tanto se considera que no sería resultado de una transmisión actual de la enfermedad en Salto”.

    Fuentes médicas consultadas por Búsqueda opinaron que el planteo es “técnicamente incorrecto”. No es posible saber cuándo las personas se infectan con el parásito, ya que este puede permanecer en el cuerpo de manera asintomática y en determinado momento la persona puede comenzar a manifestar síntomas. No existe un tiempo, cada persona es única.

    No hay cura para los animales. Una vez que el perro contrae Leishmania, nada puede impedir su desarrollo.

    Perros

    No hay cura para los animales. Una vez que el perro contrae Leishmania, nada puede impedir su desarrollo. Los principales síntomas son la caída del pelo alrededor de los ojos y las orejas, fatiga, pérdida de peso y úlceras en la piel, entre otras.

    Castrar a los perros no es una solución. La única medida efectiva para cortar con el problema es sacrificar a los perros que tienen los parásitos. Si no se sacrifican, corren riesgo de que los flebótomos los piquen y continúen transmitiendo. Es que el insecto tiene gran predilección por la sangre del perro, aunque eventualmente también pica a humanos.

    “Yo estoy defendiendo al perro sano, que va a ser el primero en infectarse. Matar a un perro infectado no es ser cruel. El perro es una bomba de tiempo”, planteó Basmadjian.

    En diciembre un equipo del MSP y la Universidad estatal realizaron un exhaustivo trabajo en Salto al surgir el caso de la niña enferma. De 1.200 perros estudiados, 900 estaban enfermos y el 90% fueron sacrificados. Los dueños que se resisten a sacrificar a los animales pese a la charlas y las explicaciones técnicas que se les brinda, deben colocarle al perro un collar repelente y someterlo a controles periódicos con un veterinario. No se los puede obligar a matar a sus mascotas.

    La veterinaria Dinora Satragno, integrante del equipo de trabajo por la Facultad de Veterinaria, destacó la seriedad con la que trabaja el equipo encargado del diagnóstico con kits avalados internacionalmente.

    No es posible saber cuándo las personas se infectan con el parásito, ya que este puede permanecer en el cuerpo de manera asintomática y en determinado momento la persona puede comenzar a manifestar síntomas. No existe un tiempo, cada persona es única.

    “No existe tratamiento que elimine el parásito, solo disminuyen la sintomatología clínica”, informó Satragno. Una vacuna y un medicamento recientemente aprobado en Brasil son los que suenan como alternativas para algunos, pero el parásito en el animal “sigue estando” pese a los altos costos que tienen algunos de estos productos, planteó Satragno. La Organización Mundial de la Salud recomienda el uso del collar.

    “A lo largo de estos años hemos dado charlas y talleres, pero hay veterinarios que se resisten a la eutanasia. En un principio fue una medida que se tomó para que la enfermedad quedara contenida, ahora va a haber otra reunión para ver qué etapa sigue”, planteó Satragno e informó que el decano de Facultad de Veterinaria convocó a veterinarios en ejercicio a tratar el tema para con “eficiencia científica” definir la línea de trabajo a futuro.

    Existe un collar repelente que podría ser útil si su uso es masivo, ya que baja la incidencia de la enfermedad en zonas en las que todos los perros lo usan. También evita las picaduras de los flebótomos y corta la transmisión. Fuentes consultadas con Búsqueda vinculadas a la atención veterinaria en Salto comentaron que el collar no tiene un uso extendido allí. Tiene un costo que ronda los $ 600 y debe renovarse unas tres veces al año.

    Existe resistencia a sacrificar animales. Cuando en 2016 el MSP declaró alerta sanitaria tras los primeros diagnósticos de los perros infectados, planteó que si los perros tenían el parásito pero aún no se mostraban clínicamente enfermos, podrían seguir vivos si se les colocaba un collar repelente y les realizaba un control veterinario. Fuentes vinculadas al trabajo veterinario y médico en Salto consultadas por Búsqueda opinaron, sobre esta medida, que desde el MSP se tomaron “decisiones sin rigurosidad técnica”.

    Salud, Ciencia y Ambiente
    2019-02-14T00:00:00