Accedé a una selección de artículos gratuitos, alertas de noticias y boletines exclusivos de Búsqueda y Galería.
El venció tu suscripción de Búsqueda y Galería. Para poder continuar accediendo a los beneficios de tu plan es necesario que realices el pago de tu suscripción.
En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáEn el café del Museo Evita, donde nos citó, nadie se da cuenta de que esa chica flaquita, menuda, que acaba de entrar, es Valeria Bertucelli. Anteojos oscuros, camiseta y jeans, la intérprete de algunos de los personajes femeninos más populares del cine argentino último llega puntual a encontrarse con galería. A las 11 de la mañana deja su cartera a un costado, enciende uno de esos Virginia Slims finitos y se dispone a la primera entrevista de una serie que se extenderá hasta la noche. La mujer de Vicentico, la elegida por Juan Taratuto y Adrián Suar para las taquilleras Un novio para mi mujer y Me casé con un boludo, empieza con nosotros la promoción de su primera película como directora.
Es su nuevo rol, el de difusora de su más reciente criatura, La reina del miedo, cuyo afiche ya empapela la ciudad de Buenos Aires y se estrenará en Montevideo el jueves 5. Ahí es Albertina, una actriz con un estreno inminente en teatro pero la cabeza en otra parte. “La verdad, no es tan autobiográfico como la gente imagina —dice-. Lo que tiene de autobiográfico es una observación mía del miedo en general, un tema del que me interesa hablar. Pero no es una película autobiográfica, ni pasé por cosas como las que le pasan a ella, ni me animaría a hacer lo que hace ella, sobre el final de la película. Quería hablar del miedo, con un personaje que está un poco en la búsqueda del sentido de la vida, y suena muy grande pero es así: alguien que cuestiona lo que pasa a su alrededor, esto de estar viviendo a esta velocidad. Y me interesaba el miedo como motor, con lo que te impulsa a hacer. Porque te puede paralizar o hacer que tengas que atravesarlo y convertirte en alguien más valiente. Y eso me gustaba mucho. Lo veía en mí, y como prefiero no paralizarme, sacaba de mí una fuerza que por ahí ni sabía que tenía. Y lo veo en los demás también. Eso me importaba”.
Así empezó a nacer, cuenta, lo que primero fueron escenas sueltas, bajadas al papel hace ya seis o siete años. “Escribía y estaba trabajando como actriz a la vez, así que siempre era algo que arrancaba y abandonaba. Y, en un momento, me di cuenta de que estaba pensando mucho en esa idea, en ese guion, que lo mejor iba a ser que dejara de actuar y me pusiera a escribir. No iba a poder escribir un guion mientras actuaba. Así que paré ¡hasta ahora! Me puse a escribir de un tirón, luego conseguí una productora, arrancó el desarrollo de la peli y hasta acá”.
¿Tenías también ganas de retratar el universo de los actores, sus manías, inseguridades, su famoso ego?
Sí, pero igual para mí ella no tiene mucho ego, no la veo una diva de ese estilo. Al contrario, siento que va por otro lado, que sí le pasa algo, que evidentemente sobre su trabajo no tiene ninguna inseguridad: arriba del escenario resuelve. Ese temor no lo tiene. Más que sobre egos, es una película que observa las miles de fuerzas que se mueven alrededor de lo que es importante o no, lo que se debe cumplir o no, de lo que parece importante y no lo es. De todas formas, claro que hay una observación mía de todo ese universo, porque estoy convencida de que uno mejor escribe de lo que mejor conoce. Todos los productores, cada vez que agarraban el guion decían: “Bueno, esta película no nos favorece mucho… pero te vamos a apoyar igual”.
Hay un humor bastante jugado, como una escena de depilación, en la que la depiladora cuenta algo para nada gracioso, la pérdida de un embarazo, pero que está planteada como escena de comedia.
Sí, para mí ese es el código de la peli, que te reís y te reís y en un momento te preguntás: ¿de qué me estoy riendo? Creo que la risa tiene algo genial: uno se afloja, se ríe y después de eso, que uno ya entregó, hasta escuchás más atento. Y me parecía que la peli cuenta mucho el absurdo del cotidiano. Si mirás tu día en retrospectiva con distancia y le prestás atención, ves que es absurdo, tuviste una conversación con la depiladora de algo reprofundo, o abrí la puerta y una señora desparramó papeles y yogures en el suelo. Todas cosas que, si las ponés en una peli, te parecen exageradas. Me interesa el borde del drama mezclado con humor.
¿Cómo fue la recepción en Sundance, donde ganaste un premio?
Estuvo buenísimo, todas las proyecciones con sala llena, rebuenos comentarios. En estos festivales, después de la proyección los que quieren se quedan, y seguís ahí charlando con micrófono para contestar preguntas. Mi fantasía era siempre quedarme con el micrófono en la sala vacía, o con cinco personas. Y acá se fueron muy pocos, se quedó mucha gente y por las preguntas se notaba que estaban muy interesados.
¿Las ganas de dirigir estaban hace tiempo?
Sí, una cosa pendiente, y cuando empecé a escribir supe que la iba a dirigir. Siempre tuve claro que quería dirigir a los actores, me parecía que era casi parte de terminar de escribir el guion, y Fabi (Fabiana Tiscornia), que codirigió conmigo, estuvo más en la parte de la puesta, en el set. Cuando terminé de escribir le llevé el guion a Lita Stantic, que me dijo que estaba muy bien pero que no podía dirigir y estar en cámara todo el tiempo, que lo tenía que dirigir alguien más. Y me acordé de una directora catalana, Mar Coll, que tiene algo de esto que hablábamos, este lenguaje de drama y humor. Le llevé, le gustó, arrancamos, encontramos lugares, gente y se cayó en el final una parte de la producción, del dinero que faltaba, con el equipo conformado… fue tremendo. Hacer una película no es solo escribirla. Pero faltaba poca plata y pensé que había que empezar y aparecería. Mi codirectora fue fundamental, y fue un gran clima el del rodaje, eso me enorgullece mucho. Era un equipo muy bueno, la gente con la que soñaba con trabajar, a la que conozco bien, y todos estaban sintiendo que querían hacer películas así. Es un estresazo, pero es hermoso.
Y en estas vueltas de producción, apareció Marcelo Tinelli.
Sí, le mostré el guion, estuvo buenísimo porque se lo di con aviso, de que era algo raro, distinto a lo que me había visto hacer, y él me hizo una devolución muy buena, diciéndome que le había gustado, cuánto le gustaría estar en mi primera película y acompañó muy bien ese momento. Por eso cuando se cayó la primera producción lo llamé para contarle, y siguió estando. La verdad es que apoyó groso, y supercálido.
Albertina, tu personaje, tiene una veta neurótica como la de otros que te tocaron en el cine, una energía que no para, como la de la Tana Ferro, tu papel batacazo en Un novio para mi mujer.
Sí, pero no se parece nada; la Tana es una pesimista patológica, esta mujer es una ingenua, hasta bien empezada la película no tenés claro que el marido la dejó, se siente en falta siempre, hace muchas cosas, va y viene pero siempre se siente en falta, como que nunca llega, nunca termina de cumplir. La Tana es lo opuesto de este personaje. Pero sí, se me dan personajes que tienen una vena de humor, se ve que es como un lenguaje que me gusta, el humor de la mano del drama.
Es una película que habla de un universo femenino. ¿Cómo te llevás con estos tiempos de reivindicación de los derechos de las mujeres, especialmente en el mundo del cine?
Me considero feminista desde hace mucho, incluso sin necesitar decirlo tanto, por los meros actos de siempre, por mis elecciones, por cómo me muevo y cómo elijo trabajar y vivir. Por lo que me parece que vale pelear. Creo que es un momento histórico, real, a mí me emociona mucho todo lo que está pasando. Es una especie de tsunami que va a arrasar con todo y cuando la ola pase, va a quedar lo que tenga que quedar, va a pasar un tiempo para que todo se reacomode, porque fue mucho tiempo el que pasó durante el que no se hablaba de lo que se tenía que hablar.
Para el final, la mención que ilumina el rostro de Bertucelli: su marido, el músico Vicentico. Uno no se encuentra todos los días con sonrisas como la suya a la hora de hablar de una pareja de más de dos décadas. Quizá el secreto está en algo de su simple respuesta: “Nos encanta trabajar juntos”. Algo que confirmó él cuando presentó su disco solista, Vicentico 5, en el que ella canta. Algo que también atravesó la pantalla en las dos películas de Martín Rejtman que compartieron, Silvia Prieto (1999) y Los guantes mágicos (2003).
“Ahora él está pensando un disco nuevo y quiere que yo cante, pero le dije que no puedo más del estrés, que no puedo sumarme más cosas. Y nos reímos. Me gusta grabar con él. Apenas escribí el guion de La reina del miedo, le dije que quería que hiciera la música, y enseguida estábamos los dos, juntos, escuchando cosas, viendo referencias. Trabajó de una manera increíble, a la par que íbamos filmando, iba grabando, y no fue lo primero que le salió, sino que buscó y buscó el sonido. Estoy muy contenta, hay escenas clave que se entienden gracias a la música que hizo”.
Top 5
Lejos del estereotipo sexy, Bertucelli puede ser heroína romántica, neurótica insoportable, tímida o locuaz con la misma convicción. Su mayor impacto, en términos de gran público, fue con la Tana Ferro, de Un novio para mi mujer, pero vale recordar otros papeles. Un top five, exclusivamente cinematográfico, que puede servir para marcar el perfil de una actriz que ahora también dirige.
1. Un novio para mi mujer. La dupla de Pablo Solarz en guion y Juan Taratuto en dirección estrenó, en 2008, esta comedia sobre un tipo, el Tenso Polski (Adrián Suar) que no sabe cómo sacarse de encima a su mujer, la Tana Ferro, puteadora y pesimista sin descanso. Al punto que se le ocurre contratar a alguien que la seduzca. La película fue un éxito descomunal, superó el millón de espectadores en pocas semanas y los derechos fueron vendidos a varios países, en muchos de los cuales se estrenó con éxito similar.
2. Me casé con un boludo. De los creadores de Un novio..., y otro exitazo que marcó varios récords, entre ellos segunda película argentina que más rápido pasó la marca del millón de espectadores, y llegó a dos. Ella es Florencia, una actriz sin suerte que se enamora de un actor famoso y glamoroso (Suar), pero que ya casada con él se da cuenta de que el tipo compone una especie de personaje, lejos de quien es realmente.
3. Vino para robar. Dirigidos por Ariel Winograd, el de Mamá se fue de viaje, Daniel Hendler- y Bertucelli componen a dos ladrones que se odian/aman y deben trabajar juntos para robar una valiosísima botella de vino en los paisajes de Mendoza. Están divertidísimos todos.
4. La suerte en tus manos. Bertucelli es Gloria, un viejo amor del personaje de Jorge Drexler, descubierto como actor, y galán romántico, por el director Daniel Burman en esta película estrenada en 2012. Una composición sutil para un personaje que lo requería: el de una mujer que se asoma, cautelosa, a la posibilidad del amor.
5. Los guantes mágicos. El cine independiente argentino tiene un autor con un mundo particular y un humor que es un lenguaje propio, Martín Rejtman. En el cine de Rejtman, Los guantes mágicos, de 2003, brilla con luz especial: la historia de un remisero (Vicentico) enamorado de su Renault 12, viejo pero más entero que su matrimonio, y su relación con distintos personajes, entre ellos una azafata (Bertucelli). Fue la segunda vez que trabajaron juntos, y con Rejtman, en cine.