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Cuando se desarrolla un tumor en el cuerpo el ADN cambia, ocurren mutaciones. Mediante estudios del tumor es posible saber si se trata de un tumor con origen hereditario o no. De hecho, entre las personas que sufren cáncer solo del 10% al 20% tiene origen hereditario, dependiendo del tipo de cáncer. Conocer ese dato es importante tanto para definir el tratamiento como para informar y estudiar a los demás familiares que pueden también acarrear el problema.
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“El futuro de la medicina está en la investigación y en las terapias dirigidas”, dijo a Búsqueda la oncóloga Adriana Della Valle, subdirectora del Banco de Tumores del Hospital Militar y jefa de la Unidad de Cuidados Paliativos.
Uruguay es un país “genéticamente heterogéneo, por lo cual no nos podemos comparar con otros países ni tomar como referencia a otros. El cáncer ha cambiado sus paradigmas en cuanto a los tratamientos. Cada vez son más dirigidos a elementos moleculares e individuales. La oncología de los últimos años, y sobre todo la que se viene, es oncología personalizada”, dijo a Búsqueda el oncólogo Álvaro Luongo, director del Instituto Nacional del Cáncer (Inca).
En este nuevo contexto, desde 2007 funciona en Uruguay el Banco de Tumores del Hospital Militar, en el que estudian y registran tumores de la población uruguaya, determinan si se trata de casos hereditarios y realizan investigación.
Florencia Neffa, médica especialista en asesoramiento genético —conocido en inglés como genetic counseling— destacó la posibilidad de hacer prevención porque cuando se detecta un caso de cáncer hereditario luego se llama a los hijos, nietos y sobrinos y también se los estudia. Para sorpresa de las especialistas, las familias han llegado a ir de a decenas a las consultas en el Hospital Militar.
En diciembre de 2014 el Inca anunció que creará su propio Banco de Tumores que, según los cálculos que maneja el Instituto, comenzaría a operar en mayo.
“El banco no solo es un depósito de piezas (congeladas) con un control muy estricto; es algo muy activo y dinámico y requiere seguimiento”, destacó Luongo.
“Hay distintas áreas, una es el banco de tumores y la otra es el laboratorio de investigación (ANII)”, dijo a Búsqueda Nora Artagaveytia, colaboradora honoraria del Banco de Tumores del Militar y profesora adjunta del Departamento Básico de Medicina del Hospital de Clínicas.
“Obviamente están interrelacionadas y la idea es que el banco sirva para el área de investigación”, agregó Della Valle.
Lo almacenado en el banco del Hospital Militar está disponible para realizar investigación sobre los tipos de tumores, los efectos de la quimioterapia, entre muchos otros temas posibles. Para eso es necesario “tener un repositorio de tejido guardado en forma estandarizada bajo parámetros y controles de calidad”, explicó Artagaveytia. Lo que allí se almacena “está a disposición de la comunidad científica si lo solicita y lo aprueba el Comité de Ética”, agregó.
“Que Uruguay cuente con esto lo pone en posición de hacer investigación de calidad. Es un logro también que los ciudadanos se puedan hacer estudios de oncogenética, que antes no era posible”, destacó.
Los resultados de las investigaciones “pueden derivar en cambios en la conducta terapéutica de pacientes”, indicó Della Valle. “El banco es para eso, para acceder rápido a un gran número de pacientes. De otra manera se requerirían años para buscar uno a uno. Acá tenés la facilidad de hacer estudios de un gen con tal quimioterápico nuevo, ver si una mutación actúa o no y qué respuesta tengo. Lo puedo hacer ya, y lo puedo juntar con lo de otros países”, enfatizó.
“No esperamos a ver cómo funciona en diferentes personas. Ya tenemos el ADN tumoral, lo probamos directamente ahí y ya lo podemos saber. Nos ahorramos muchísimos análisis”, agregó Neffa.
Fuentes.
El banco del Hospital Militar tiene almacenadas unas 6.000 muestras y además cuenta con información de 730 familias con cáncer hereditario. En los freezers a -140ºC se guardan muestras de diferente origen. Un gran grupo viene de proyectos de investigación. Allí están las obtenidas de tumores de mujeres operadas en distintas instituciones del país que se guardan porque están siendo estudiadas en en un proyecto de cáncer de mama en el que participan Uruguay, México, Brasil, Chile y Argentina y es financiado por el instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos.
Otras fuentes de proyectos de investigación son de tumores de cuello uterino (por el proyecto conocido como Estampa) y de otras dos investigaciones que se están realizando con el Instituto Clemente Estable con financiación de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación y el Consejo Sectorial de Investigación Científica (CSIC). Uno de estos proyectos consiste en la elaboración de un “catálogo de mutaciones de susceptibilidad genética”, informó Della Valle.
Este banco también almacena muestras de pacientes del Hospital Militar con tumores de mama, estómago, colon, hepáticos, entre otros. De hecho llevan un registro de las cirugías programadas y evalúan en qué casos es posible extraer y guardar muestras de los tumores con previo consentimiento de la persona.
Además, el Grupo Colaborativo Uruguayo lleva un registro de todas las personas con cáncer hereditario de cáncer de mama y colon. El banco guarda muestras de algunos de los casos seleccionados de cada familia, algunos operados en el Hospital Militar y otros fuera.
Cada semana ingresan dos familias nuevas al banco desde distintas partes del país, informó Della Valle. La mitad llega a consultar al banco por recomendación del médico que las trata para que se realicen estudios genéticos y otra mitad entra por voluntad propia, porque se ha enterado del servicio que brinda el banco y hay casos en la familia que ameritan la consulta. Los especialistas del banco analizan los casos y mediante análisis pueden identificar si se trata de un cáncer hereditario.
El resultado de este estudio genético es “personal e intransferible”, comentó Della Valle. Lleva unos 15 días hasta conocer el resultado del laboratorio. Sin embargo, en algunos casos el resultado puede indicar que no se trata de cáncer hereditario y no por eso se los deja de lado, explicó Della Valle. Hay casos en que pese al resultado negativo “se sigue buscando” y “puede llevar más tiempo” porque “si bien hoy con la información y los estudios disponibles no hay una respuesta”, a medida que transcurre el tiempo “llegan cosas nuevas” y se siguen estudiando, aseguró.
La mayoría de los estudios son gratuitos. Sin embargo, la dificultad para financiarlos es una realidad. “La Fundación (Génesis) nos ayuda hasta donde puede”, comentó Della Valle. Los estudios que se hacen de rutina en el banco incluyen análisis de biología molecular que luego se adjuntan a la historia clínica y permiten “decidir qué quimioterapia es mejor según los resultados del ADN y la biología tumoral”, destacó Neffa.
15 minutos.
Almacenar una muestra de tumor requiere una intensa coordinación previa porque hay 15 minutos para procesarla y congelarla. Luego de que la persona que va a ser operada brinda su consentimiento informado, las especialistas del banco coordinan el trabajo con el cirujano. La médica anátomo patóloga (Mariana Menini) realiza controles, selecciona las muestras y en el laboratorio otras profesionales realizan más trabajos y luego las congelan. Guardan tres muestras de tejido tumoral, tres de tejido no tumoral en pequeños cortes de 5 milímetros y sangre.
El trabajo no termina allí porque se le hace seguimiento a la evolución del paciente y, si se le realizó quimioterapia, luego se ve cuáles fueron los resultados, explicó Neffa. Estos datos de la historia clínica se actualizan cada seis meses. Las muestras son numeradas y se les garantiza anonimato y confidencialidad.
“El valor del tejido no pasa solamente por lo que puedas analizar en él sino en la correlación clínica, los tratamientos, su respuesta y lo que se haga luego. Ese es el valor de la muestra, vale por todo lo que es el tejido, clínico, molecular, histopatológico”, comentó Della Valle.
Nuevo.
El nuevo banco del Inca llamado “Banco de Vida” comenzará estudiando y guardando cinco tipos de tumores de casos del sector público. El de pulmón será una de las prioridades porque prevén recibir almacenadas en nitrógeno líquido las muestras de tumores de operaciones de cáncer de pulmón que se hacen en el Hospital Maciel (en ASSE), así como melanomas (cáncer de piel), tumores neurológicos y de tiroides. También tumores renales, para los que hay “nuevos paradigmas de tratamiento”, dijo a Búsqueda Marisa Dinardi, patóloga encargada del proyecto del Banco de Tumores del Inca. El equipo del Inca ya planifica formar parte de varios proyectos de investigación con Brasil, entre otros países.
Dinardi informó que el Laboratorio de anatomía patológica con que actualmente cuenta el Inca será adaptado para albergar los freezers y otras instalaciones y equipamiento necesario. El software fue donado por el Camargo Cancer Center de San Pablo. El Inca proyecta contratar un biólogo molecular y aspira a contar con equipamiento especializado (PCR) para estudiar mutaciones. Dinardi indicó que el “primer paso” es “adiestrar” al personal y “poner en funcionamiento los engranajes” del congelamiento del tejido y los fluidos. También cuidarán lo jurídico, el consentimiento informado y el anonimato de los donantes.
Recibieron una donación de los mormones de 200.000 dólares destinada a la compra de equipos como freezers, entre otros. Para mantener la costosa infraestructura apuntan a donaciones de empresas mediante el mecanismo de exoneración de impuestos del Ministerio de Economía y también un sistema de 1.000 socios que garantice con pequeños aportes anuales de 200 dólares la supervivencia del banco al menos por cinco años con la administración de la Fundación Peluffo Guiggens.
Bancos.
El Banco de Tumores del Hospital Militar fue inaugurado en 2007 por Tabaré Vázquez con una partida inicial de 1.093.000 pesos por dos años y pasó luego por períodos de escasez de financiamiento. De hecho hoy son varias las especialistas que colaboran semanalmente con su trabajo en el banco pero no tienen cargo ni cobran dinero porque no hay suficiente.
“Durante muchos años tuvimos muchísima dificultad porque no había recursos. Ahora ha vuelto a renacer con energía, con apoyo de fundaciones (como Génesis y el grupo Colaborativo)”, recordó Della Valle.
En 2009 hubo una iniciativa del Programa Nacional de Control de Cáncer, dependiente del Ministerio de Salud Pública, para crear una red oncológica nacional de bancos de tumores —con la participación del Instituto Pasteur y del Hospital Maciel porque en aquel momento funcionaba uno hematológico—. Se presentó oficialmente pero no se hizo.
Tanto los especialistas del Inca como del Hospital Militar coinciden en que por el tamaño del país no amerita que existan muchos bancos, que además tienen un costo operativo alto.
Mantener el banco funcionando es “complicado” desde el punto de vista de los “recursos y la logística”, destacó Della Valle.
“Para nuestro país, con el volumen de pacientes que tenemos, crear más de un banco de tumores sería totalmente inoperante porque estamos gastando recursos enormes”, opinó. Requiere contratar personal muy especializado, realizar guardias para asegurar que todo funcione las 24 horas e implica estrictos procedimientos de trabajo coordinado.
Luongo aclaró que no se trata de “competir entre bancos”. Dinardi aclaró que de todos modos el sector privado no tendría la necesidad de contar con un banco, ya que es costoso y complejo montarlos. Por eso el Inca apunta a ofrecer el servicio de congelar las muestras de tumores del sector privado en el nuevo banco que abrirá en 2015. Ante el cambio de “paradigmas y terapéuticas”, en oncología prevén que se necesite este tipo de servicio.
“Si tenemos dos bancos, ¿para qué queremos más en las instituciones privadas? Podemos vender servicios a las mutualistas”, dijo Dinardi.