En la primer mesa del encuentro —celebrado en la Torre Ejecutiva— participaron: Jorge Grandi (director de la Oficina Regional de Ciencia de la Unesco), Ricardo Ehrlich (ministro de Educación y Cultura) y Alberto Breccia.
En su intervención, Breccia preguntó “dónde están los límites de la libertad de expresión”.
“He leído las declaraciones (sobre libertad de expresión) y los convenios en varios seminarios. Donde la palabra libertad aparece 100 veces, y la palabra responsabilidad aparece una”, añadió.
Responsabilidad y valores.
Para el jerarca hay que “buscar dónde están esos límites y quiénes los imponen”.
Reconoció que “es un tema difícil”, por cuanto “uno se enfrenta a los lugares comunes”.
“El lugar común de nuestra cabecita —agregó—. Aunque todos podamos invocar que no, yo sé que es así, es que la libertad de información y expresión es irrestricta”.
Para Breccia ese concepto “hay que discutirlo” y en particular “discutir la responsabilidad de los medios en la transmisión de valores”.
“Yo no tengo empacho en decirlo, ya estoy pasado de la Estación Carnelli, no pienso hacer carrera política: muchas veces me enoja que en un país que está abundoso de buenas noticias, los informativos de televisión abran con media hora mostrándonos sangre, violencia y muerte. No puede ser”, añadió.
“A ver, claro que puede ser: yo no le puedo decir a un diario o canal que no me ponga eso en tapa. Pero yo lo quiero discutir”, sostuvo.
A partir de este comentario, el secretario de la Presidencia de la República formuló una serie de cuestionamientos a los medios de comunicación: “¿No tienen nada que ver en que los gurises piensen que un muerto se levanta al otro día? ¿No tienen nada que ver en el acostumbramiento del espectáculo cotidiano de la muerte? ¿No tienen nada que ver los medios en eso? ¿No son responsables? ¿Los únicos responsables son la Policía que tiene que salir a reprimir?”.
“¿Es éticamente aceptable que yo promueva una civilización del consumo que nos lleva a pensar que somos en cuanto tenemos? ¿Es éticamente aceptable que las camionetas cuatro por cuatro vienen con la chica de nuestros sueños incorporada? ¿Qué tienen que ver los publicistas con eso?”, agregó
Discusión y ataques.
Breccia abundó en cuestionamientos de este tipo y abogó por una discusión “profunda” sobre el tema. La cual, afirmó, no se hace porque: “cuidado con discutir la irrestricta libertad de prensa”.
Breccia cuestionó si hechos como la “primavera árabe”, donde la sociedad apeló a las nuevas tecnologías y a las redes sociales para comunicar actos de despotismo y promover la rebelión en contra de dictaduras de larga data “no son manipulables”.
“¿Esas cosas son virginales? ¿Las manejan santos que no tienen intereses políticos?”, ironizó.
Retomó el tema de las responsabilidades y se preguntó si los medios no son responsables “cuando disfrazan una opinión con información”.
“Cuando (los medios) no firman una nota, ¿no tienen una responsabilidad? A veces no tengo con quién discutir cuando digo estas cosas y parece que no estuviera atacando a nadie. Yo estoy atacando a gente a la cual entiendo que tiene responsabilidad. Atacando en el buen sentido de la palabra”, agregó.
Breccia dijo que eso no significa “ni un solo gramo de censura” y que los medios “pueden decir absolutamente todo” lo que entiendan, pero insistió en “discutir estos temas”, porque “es muy fácil si los responsables son los otros siempre”.
A vía de ejemplo, Breccia mencionó la ley 18.232 de radios comunitarias del 2008, en la que participó en su elaboración. “Regulamos las radios piratas porque era absurdo que hubiera radios transmitiendo cerca del aeropuerto y entonces cuando el piloto le pedía instrucciones a la torre para bajar recibía el pedido de las alpargatas de un vecino a otro. ¿Era eso aceptable en aras de la irrestricta libertad de expresión del pensamiento? Creo que no”, señaló.
Dijo que, como en ese caso, en materia de libertad de expresión y de medios “hay un terreno fértil y muy rico para trabajar en este tema” de las regulaciones.
“Para todo esto estamos elaborando con el Ministerio de Industria y la Dirección de Telecomunicaciones una ley de servicios de comunicación audiovisual. Queremos proteger los derechos de las minorías y de aquellos que no tienen acceso. Queremos saber cuál es la mejor forma de transmitir valores”, añadió.
Ante la mayoría de los asientos del auditorio vacíos, el jerarca gubernamental dijo que el encuentro debía “estar colmado de gente”, porque “es un tema esencial para la convivencia democrática”, en el cual “nos va el futuro”.
“Quizás no sean temas que tengan, justamente, demasiada prensa. Quizás haya una cierta resistencia a discutir estos asuntos”, añadió. E insistió en “no caer en lugares comunes”: “tenemos tan incorporado el tema de ciertas libertades que no nos damos casi lugar para la discusión de la responsabilidad y los límites”.
“¿Como no discutir (los límites de la libertad de expresión)? Si discutimos hasta el tema de la libertad ambulatoria. Si hasta sabemos por dónde podemos circular y por dónde no”, añadió.
Desafíos y política.
Tras esa mesa hubo una videoconferencia con la relatora especial para la Libertad de Expresión de la Organización de Estados Americanos (OEA), Catalina Botero.
“Uruguay es un ejemplo para muchos estados de la región. Aunque persistan muchos desafíos, Uruguay es uno de los casos de las mejores prácticas de libertad de expresión en el continente”, dijo.
“Efectivamente, la libertad de expresión es un derecho que tiene límite, pero hay algunos límites que son desproporcionados e inaceptables”, añadió Botero.
Para la relatora esos límites inaceptables se basan en cinco desafíos identificados por la OEA: la violencia contra los periodistas, el uso del derecho penal para castigar a quienes han hecho comentarios o críticas sobre funcionarios públicos, la censura indirecta por parte de los gobiernos, la superación de la cultura del secreto y la diversidad y pluralismo en el proceso comunicativo.
El director general de Secretaría del Ministerio de Educación y Cultura (MEC), Pablo Álvarez, señaló que los medios estatales “tienen que ser públicos y no oficialistas”.
El jerarca, que estuvo en la segundo panel de exponentes, sostuvo que esa distinción “es un terreno fangoso, porque si uno pone mucho al presidente de la República hace propaganda política y si no lo pone también”.
Para Álvarez “la discusión con respecto a la libertad de expresión es una discusión política. El acceso democrático a la libertad de expresión también es un tema político”.
“El asesinato de periodistas es un fenómeno político, no de intolerancia. Entendamos que la comunicación es un fenómeno político, por eso la necesidad de abrir el acceso a los medios es una necesidad evidentemente política desde una perspectiva democrática”, agregó.
Sostuvo que en Uruguay “hay que romper con el oligopolio que existe con el acceso a los medios” y que eso se puede hacer “fortaleciendo los sectores comunitarios y públicos”.
“Hoy el sector público de comunicación no tiene proyecto, es más bien ‘andá y hacé lo que puedas’. Ese ha sido el proyecto de los medios públicos en comunicación”, añadió.
Aunque reconoció que los medios públicos “no van atrás” de los índices de medición, el jerarca alertó que a las agencias encargadas de los indicadores de rating “habría que ir a controlarlas también, porque ellas están mucho más interesadas en los intereses particulares que se mencionaban acá que todos nosotros”.
“Es algo que pone nerviosos a todos en el sector: al que produce, al que pone plata en el televisor. Allí (en una agencia que mide el rating) hay mucha más definición de políticas de comunicación y de medios que desde los propios tomadores de decisión”, añadió.