No hay simposio, conferencia o ensayo energético que no mencione la correlación entre el desarrollo de un país o región y su consumo energético. A grandes rasgos, los expertos sostienen que el crecimiento de uno se ve reflejado en el otro y que una limitante al desarrollo del país es no tener capacidad de abastecer una mayor demanda de energía.
En Uruguay, ese paradigma parece cumplirse: según el balance nacional energético 2011 elaborado por la Dirección Nacional de Energía del Ministerio de Industria, el consumo final de energía del país creció casi lo mismo de 1965 al 2007 que desde ese año a la fecha.
Se entiende por consumo final de energía al consumo de los distintos sectores de actividad económica. Esta cifra no incluye la energía que se usa para generar o transformar energía (consumos de la refinería, centrales eléctricas) y se registra en ktep (miles de toneladas equivalentes de petróleo), una unidad de medida que permite hacer comparables las cifras de las diferentes fuentes de abastecimiento energético.
Según el informe, al que accedió Búsqueda, en los 41 años comprendidos desde 1965 a 2007 el consumo energético final aumentó poco más de 1.000 ktep —pasó de 1.715 a 2.777— mientras que desde el 2007 al 2011 el aumento fue de unos 900 ktep y alcanzó los 3.655 ktep.
En la tendencia histórica se registra un crecimiento del consumo hasta 1999, llegando a los 2.677 ktep. “A partir de 1999 el consumo final energético comienza a disminuir hasta el año 2003 inclusive, donde alcanza un mínimo de 2.251 ktep debido a la crisis económica que afectó al Uruguay en los primeros años del siglo XXI”, señala el documento.
A partir del 2004 se revirtió la tendencia y comenzó un nuevo crecimiento hasta 2011. Pero en este período el consumo aumentó también su velocidad de crecimiento a niveles históricos, situándose en una tasa promedio del 7% anual. La época de mayor crecimiento anterior a esta fue en la década de los 90, con una tasa promedio del 3,7%.
Según el informe, en 2011 la tendencia de crecimiento del consumo sufrió una desaceleración, con un 2%.
Consumo por sector y per cápita.
Este crecimiento tiene su explicación en “el fuerte aumento” del consumo del sector industrial. Con un crecimiento del 66% en 2008, ese sector desplazó como principal consumidor energético al sector transporte y al residencial, lo cual “provocó un cambio en la estructura de consumo del país”. En 2011, el industrial continuó siendo el sector que más energía consumió, con un 34% del total, seguido por el transporte (30%), residencial (21%), comercial y servicios (9%) y agro y pesca (6%).
El “boom” de consumo de este sector se explica principalmente por el ingreso de las plantas de celulosa, que dispararon los consumos de biomasa. En 2007 el consumo total del sector fue de 609 ktep y en 2011 alcanzó los 1.125 ktep, de los cuales 620 eran de residuos de biomasa. El segundo recurso que más consume el sector es la electricidad (217 ktep), seguido por la leña (179 ktep).
En el transporte la principal fuente de consumo son los derivados del petróleo, con un 98% de participación. En el residencial los dos principales son la electricidad, con 42%, seguida de la leña con 37%.
El informe también analiza el consumo de energía y de electricidad per cápita. Expresado en kilos equivalentes de petróleo por habitante (kep/hab) el consumo de energía por habitante acompañó el crecimiento del consumo general y se situó en 2011 en 1.124 kep/hab.
En cuanto al consumo de electricidad, desde 1965 “la tendencia es creciente, salvo en determinados puntos, donde se dio un decrecimiento, pero fueron situaciones muy puntuales”. La mayor caída volvió a registrarse durante la crisis del 2002. En la década desde 1990 al 2000 hubo un “crecimiento continuo” del consumo, que pasó de 1.225 kilovatios hora por habitante (kWh/hab) a 1.945 kWh/hab. Hasta el 2003 se aprecia una caída permanente, llegando a los 1.807 kWh/hab.
A partir de ese año se retomó el crecimiento del consumo de electricidad por habitante y aumentó su intensidad, hasta alcanzar en 2011 los 2.862 kWh/hab.
De vuelta al petróleo.
En cuanto a la oferta de energía para abastecer este consumo, la tendencia histórica es que el petróleo y sus derivados son la principal fuente de abastecimiento: constituyen más de la mitad de la matriz energética de abastecimiento del país.
Desde el gobierno se busca reducir la dependencia del petróleo y su influencia en la matriz y se trazó como objetivo que para el 2015 su participación se estabilice por debajo del 50% mediante el aumento y la diversificación de las energías renovables. También se espera disminuir su participación en la matriz de generación eléctrica, sustituyéndolo por otro energético.
En ese sentido, 2010 fue considerado un año “histórico”, ya que por primera vez desde que se tienen registros ese energético se ubicó por debajo del 50% (48,2%) y las energías renovables sumadas (hidráulica, biomasa y eólica) llegaron al 49%.
Sin embargo, esos números se alcanzaron gracias a la benevolencia del clima, que fue extremadamente lluvioso y permitió la utilización de las represas en mayor cantidad que el promedio. El 2011, en cambio, fue un año “seco”, lo cual disparó el consumo de petróleo nuevamente, situando su participación en la matriz en 53,3%.
Las renovables, en cambio, cayeron al 44%. Esa pérdida se registró en la fuente “electricidad hidroeólica”: con menos lluvias ese energético pasó del 17,6% en 2010 a 13,3% en 2011. Si bien la energía eólica aumentó un 60% con respecto al 2010, su participación sigue siendo marginal frente a la generación hidráulica. Estos datos indican que las variaciones climáticas siguen influyendo sustancialmente en la matriz energética del país.
El petróleo se mantiene entonces como la principal fuente de abastecimiento en la matriz, seguido de la biomasa, que desde el 2007 desplazó a la energía hidroeléctrica como segunda principal fuente. El restante margen (aproximadamente un 3%) se divide entre el gas natural, la electricidad importada y el carbón y coque.
Analizados los insumos para la generación de energía eléctrica, la variación climática marca nuevamente sus efectos: en 2010 el 65% de estos insumos correspondieron a hidroenergía frente al 43% del 2011. El consumo de derivados del petróleo para generar electricidad aumentó 140% de un año a otro.
Si se analiza desde el punto de vista del origen de la energía, si esta fue importada o producida localmente, la tendencia histórica indica que es la energía importada la que prevalece contra la producida localmente. De nuevo, la gran cantidad de lluvias de 2010 posicionó a ese año con un excelente registro del porcentaje de energía local en el abastecimiento energético, con 49%. Ese fue uno de los porcentajes más altos de los últimos 20 años, igualado solamente en 1993.