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    El “famoso lobby” de la industria farmacéutica está presente en las asociaciones de pacientes en Uruguay

    Cuando una persona concurre a un médico, tendría que saber si ese profesional tiene vínculos con los laboratorios. Para el subsecretario del Ministerio de Salud Pública (MSP), Jorge Quian, que el paciente y que la autoridad sanitaria lo sepan sería lo “ideal” y para eso trabaja en el tema. Además, quiere que se deje de lado el término “medicamento de alto costo” e insistir con el “alto precio”, porque el número es impuesto por la industria y no siempre en relación con el costo de producción.

    A continuación un resumen de la conversación que mantuvo Búsqueda con Quian sobre el tema.

    —Usted opina que el poder de la industria no está solo en fabricar el medicamento sino en la forma en que le comunica al cuerpo médico los descubrimientos. ¿Se refiere al famoso lobby de los laboratorios?

    —Exactamente: el famoso lobby. Muchos médicos creen que siempre hay que recetar un medicamento porque si no, no está completa su acción. Muchas veces recetan medicamentos de altísimo precio que prolongan la vida un mes, dos meses, porque es más fácil hacer una receta que hablar de la muerte y acompañar en la muerte. Por eso los equipos de cuidados paliativos son muy importantes. ¿No darle un medicamento quiere decir dejarlo de lado al paciente? No. Significa acompañarlo en un proceso que puede necesitar otra cosa.

    En el MSP desde que está la ordenanza (692/2016) hemos hablado con colegas, ellos han reconocido que en la decisión de recetar el medicamento incidió la presión y la medicina defensiva. Hay medicamentos de alto precio que son muy buenos pero la sociedad tiene que decidir: ¿cuánto gasto en salud? Uruguay destina el 9% del PBI a salud.

    —El ministro Jorge Basso anunció que el MSP trabajaría el tema del conflicto de interés para los médicos. ¿Ha avanzado?

    —El conflicto de interés es saber a quién representa cada persona que hace una receta.

    —Si trabaja para un laboratorio o de alguna manera lo auspicia o tiene un vínculo.

    —Exactamente, hay que saberlo.

    —¿De qué manera proponen que se explicite?

    —A través de una declaración jurada: Usted es médica ginecóloga que trabaja para Bristol Myers (hipotetizó). Nosotros lo sabemos. Usted se hace responsable de lo que dice y representa.

    —¿Y la información la va a tener el MSP?

    —Sí, sería lo ideal, ya la gente que trabaja para el Fondo Nacional de Recursos (FNR) lo tiene que hacer. Es algo que se tiene que extender a todo el gremio médico. Es muy importante cuando usted va a consultar a un médico, o vamos al médico de referencia, saber que no le receta algo porque trabaja para el laboratorio.

    —Implica que el paciente también tenga acceso a esa información.

    —Por supuesto. Estamos buscando la forma y la vamos a encontrar, porque en todo el mundo es un tema muy importante. Yo quiero saber quién me atiende. El título de médico lo tenemos todos, pero ¿qué hacemos con ese título? Eso es lo que queremos saber.

    —¿Qué opinión tiene sobre los grupos organizados de pacientes? En los últimos años han surgido varios y algunos tienen el apoyo de instituciones como Fundación Salud, que recibe a su vez apoyo de laboratorios, aunque no es la única. Se dice, aunque nunca se termina de probar, que tras varios de estos grupos está el impulso de algún laboratorio. ¿Es así?

    —Me gustaría dar dos respuestas. La primera: entiendo que quienes tienen alguna enfermedad se asocien y luchen por conseguir mejoras para esa enfermedad. La segunda parte de la respuesta es sí, detrás de muchas de esas asociaciones está la industria.

    Lo más notorio es lo de la Hepatitis C. Cuando se empezaron a negociar los precios de la medicación para hepatitis C hasta ahora (se refiere a las negociaciones que comenzaron hace unos tres años y terminaron con la incorporación al FNR de los nuevos antivirales de alto precio en 2017) diría que el precio se ha rebajado hasta este momento un 200%. ¿Y si la podemos traer a través del fondo estratégico de la Organización Panamericana de la Salud o a través de asociaciones como las del Mercosur? (ver nota principal). Y cuando vengan genéricos podrá bajar más…

    Es interesantísimo porque todos hemos vivido lo que pasó con el sida. La triple terapia del sida por los años 1998, 2000, salía 10.000 dólares. La India no respeta las patentes. Estableció un laboratorio que tiene el título de “la industria farmacéutica de los pobres” y el mismo tratamiento salía 100 dólares. Así que el MSP tiene mucha razón cuando habla de precio y no de costo. Además, la política de los genéricos cuando son adecuados y correctamente controlados, es una política que abarata muchísimo los tratamientos.

    —Uno de los laboratorios tras el lobby y que tiene uno de los antivirales para hepatitis C es de Abbvie (Viekira). ¿Es este al que se refiere que bajó el precio 200%?

    —Cuando se empezó a negociar no se compraba porque su precio era insostenible. Empezó al poco tiempo que entré, en esta administración, y en pocos años ha bajado ostensiblemente. El FNR ha establecido un protocolo por el cual utiliza (y financia) la medicación antiviral para hepatitis C (en febrero de 2017). El FNR está negociando los precios, que han bajado sustantivamente.

    —¿Cómo ve el lobby de la hepatitis C? Ha sido bastante general dirigido a pacientes, médicos, incluso medios de comunicación.

    —Sí, sí sí. La hepatitis C es una enfermedad que puede pasar desapercibida y el paciente morirse 25 años después de otra enfermedad. La presión para tratar a todos los pacientes, a todas las personas que tienen un examen positivo de hepatitis C, está por fuera de la discusión aquí y en el mundo. Hay que discutir cuáles son los pacientes que se deberán tratar en la medida en que los presupuestos puedan soportar ese tratamiento. En el momento actual se tratan en Uruguay los pacientes que tienen posibilidad de desarrollar una cirrosis, para evitar el trasplante hepático, o para aquellos trasplantados para evitar que recaiga la enfermedad en el hígado.

    —El lobby incluye viajes, simposios a cargo total o parcialmente por el laboratorio Abbvie (como el auspicio de charlas sobre hepatitis C de la Asociación de Pacientes Afectados de Hepatitis que preside la gastroenteróloga María Rosa Cruells, que además encabeza la Sociedad de Gastroenterología del Uruguay).

    —El inventor de esto, el lobby de la industria farmacéutica, es Estados Unidos. Un porcentaje muy importante de lo que la industria farmacéutica recolecta a través de la venta de medicamentos lo destina al lobby.

    —¿Hay que aceptarlo como es?

    —Si hacemos una revolución contra las industrias farmacéuticas no la puede encabezar Uruguay, porque obviamente somos muy pocos. A veces me dicen que yo me contradigo cuando hablo de la industria porque soy un gran defensor de las vacunas que las hace la industria farmacéutica. Uruguay compra a través del Fondo Rotatorio de Vacunas de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y ahí negocia el precio (en forma conjunta con otros países). Quisiéramos hacer lo mismo con los medicamentos y hay presiones para que esto no se haga. Los medicamentos para el sida, por ejemplo, algunos países lo están comprando a través del Fondo Estratégico de OPS mucho más baratos que Uruguay.

    —Fue uno de los temas que preocupó a la ex subsecretaria Cristina Lustemberg antes de su salida.

    —Sí, compartimos eso. A mí me ha preocupado desde hace años. Durante 25 años dirigí la policlínica de sida en el Hospital Pereira Rossell y ya era uno de los temas.