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El gobierno propone por primera vez un Plan Nacional de Aguas
Informe identificó pérdida de calidad del agua por “prácticas inadecuadas”, saneamiento “poco efectivo”, fallas en la regulación y control de infraestructura hidráulica y bases de datos incompletas
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Jueves 28 de julio 10:30 am. La sala Hugo Balzo del Auditorio Nacional del Sodre repleta hasta las escaleras. ¿El motivo? La presentación de la propuesta del primer Plan Nacional de Aguas del Uruguay. Este es un “tema sensible”, comentó el director nacional de Aguas, Daniel Greif, frente al público. Lo es tanto para el gobierno y la academia, como para asociaciones de la sociedad civil y la población en general.
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El agua es una sola. Sin embargo, son numerosas las instituciones que lidian día a día con diferentes aspectos de este recurso en Uruguay, cada una con sus fines, sus objetivos puntuales y sus áreas de acción. Solo por nombrar algunas están la OSE, la Dirección Nacional de Aguas, Dirección Nacional de Medio Ambiente, el Instituto Nacional de Meteorología (Inumet), la Dirección Nacional de Recursos Acuáticos, la Dirección Nacional de Minería del Ministerio de Industria, de Ganadería y muchas otras. Esta visión compartimentada de un mismo recurso, el agua, complica la gestión. Por eso ahora el Plan apunta a cambiar la forma de gestionarlo.
“El objetivo del Plan es una gestión integrada que cambie la lógica sectorial del uso del agua (en la que cada uno hace acciones pero impacta en todas las otras), a una gestión integral de múltiples usos, algo que las ordene, englobe, que cada uno sepa en dónde está, con quién tiene que articular. Ayuda a priorizar, ordena. Además, puede haber conflictos tanto por la cantidad como la calidad, hay que tener una gestión sustentable”, dijo a Búsqueda Greif. En el tema del agua hay “múltiples actores” pero se “necesita conciliar a todas las puntas”.
Esta es “una propuesta muy elaborada, proponemos recibir aportes y mejorarla. Este primer plan tiene metas, indicadores” y pretende ser un instrumento “que ayude a dirigir inversiones o decisiones presupuestarias del país que tienen que estar en consonancia”, explicó Greif.
Elaborar el Plan era un mandato establecido por Ley de Política Nacional de Aguas (nº 18.610) de 2009, una cuenta pendiente. La síntesis del Plan está disponible en versión digital en el sitio del Ministerio de Vivienda. Figura información sobre el agua elaborada por numerosas instituciones, un análisis de los problemas y una larga lista de propuestas. Es una “guía” y el resultado de un proceso de intercambio en el que participaron los ministerios de Vivienda, Ganadería, Industria, OSE y los Consejos Regionales de Recursos Hídricos y las Comisiones de Cuencas y Acuífero.
El gobierno abrió el proceso de discusión el jueves 28 de julio y tiene previsto instancias de intercambio con la sociedad en el correr del próximo año en diferentes puntos del país y un espacio virtual para recibir aportes. La versión final está prevista para junio de 2017, para luego poder “pasar a la acción”, comentó Greif.
Problemas.
Los principales problemas fueron identificados tras el análisis de datos, tendencias y proyecciones de numerosas instituciones. El primero es el “desequilibrio de la oferta y la demanda”. La oferta de agua disponible varía según los años y estaciones. En algunas cuencas la disponibilidad de agua “por toma directa” no alcanza para satisfacer las demandas actuales y hay zonas en las que el agua es “poca o nula”. Según las proyecciones aumentará la demanda del riego de cultivos de secano y de pasturas y hay estudios y análisis pendientes.
La pérdida de calidad de los recursos hídricos es otro problema. Los agroquímicos, nutrientes, materia orgánica, material particulado, todos afectan la calidad. Hay “vertidos e infiltración de efluentes industriales, agroindustriales y domésticos sin tratamiento adecuado”. Además, los cambios en el uso del suelo pueden generar cambios en el régimen hidrológico, erosión, degradación de hábitats y estos perjudicar la calidad del agua. Hay “diseño y manejo inadecuado de obras hidráulicas que pueden afectar la eficiencia del uso en cantidad y calidad de agua”, entre otras “prácticas inadecuadas o accidentes en el manejo de cargas peligrosas”.
El saneamiento también es un problema. Las soluciones de saneamiento individual son “poco efectivas”. Hay pozos negros no impermeables que infiltran en condiciones no controladas, sistemas de recolección y disposición por barométricas insuficientes, vertidos de aguas grises a cunetas, vía pública y cuerpos de agua y conexiones irregulares al drenaje pluvial.
Hay impactos del escurrimiento de las aguas en las ciudades y modelos de urbanización que “ignoran las aguas y su comportamiento y gestiones de las ciudades que no toman en cuenta las cuencas”, se señala en el trabajo.
El quinto problema son los impactos de eventos extremos, sequías e inundaciones en zonas urbanas y rurales. Existen “escasos instrumentos y dificultades de aplicación para la gestión integral del riesgo” y “escasa capacidad para prevenir y mitigar situaciones de déficit hídrico”.
Por otra parte, existen riesgos asociados a la infraestructura hidráulica, falta regulación de alcance nacional sobre seguridad de presas y obras de defensa contra las aguas que alteran el régimen hidrológico sin regulación adecuada.
El séptimo problema, según el plan, es la normativa dispersa y desactualizada, así como “superposición de competencias y vacíos legales”. La debilidad de herramientas y procedimientos administrativos para la gestión es otro inconveniente. Hay ausencia de incentivos para un uso eficiente y herramientas de planificación y gestión desactualizadas. La información es insuficiente, hay bases de datos incompletas y programas de monitoreo desactualizados.
El décimo punto es la debilidad “inter e intrainstitucional para la gestión integrada de los recursos hídricos” y “debilidad en la divulgación, formación e investigación en la temática del agua frente a los nuevos desafíos para la gestión”.
El plan.
Los objetivos del plan se concentran en tres grandes grupos: la gestión integrada para el desarrollo humano y sostenible, la gestión del riesgo hídrico y las herramientas y capacidades que se necesitan para su aplicación. En base a estos puntos y al análisis de los aspectos críticos se elaboraron programas y proyectos.
Se definieron cuatro directrices estratégicas en las que enmarcan 11 programas, hay 28 proyectos “y cada uno, tiene metas de corto, mediano y largo plazo (a 2030). Este es el valor agregado, el resultado, después tenemos que ver cómo lo aplicamos”, resumió Greif.
Hay programas que apuntan a la gestión integrada, a una dimensión sustentable y a la gestión de riesgo. Se definieron proyectos como crear instrumentos para prevención de sequía y sistemas de alerta temprana de inundaciones. Otros programas incluyen mecanismos de gestión integrada, sistema de información y modelos con proyectos de sistemas de información hídrica, obras de defensa y seguridad de represas. Por último hay programas de monitoreo de cantidad y calidad de agua, fortalecimiento y coordinación entre instituciones, educación e investigación con proyectos como el de nuevos sistemas de monitoreo.
“Una de las líneas termina definiendo la propuesta de la adecuación del marco legal a la luz de la reforma constitucional que tiene ya 12 años. Generó un cambio de cabeza conceptual muy fuerte y tenemos un código de aguas de 1979. Hay cosas que necesitan un revisión y esta es una de las actividades concretas”, citó Greif. Para él hay tres temas claves: el uso sustentable del agua tanto en cantidad como calidad, el manejo del riesgo de inundaciones y sequías que tiene impacto en todo el país y el tema del saneamiento que requiere infraestructura costosa. “Algunos puntos ya tienen su financiamiento pautado y otros resta conseguirlo o reorientar fondos. Es ordenar”, destacó.