De calzas negras y una blusa del mismo color que dejaba al descubierto uno de sus hombros, una vecina de José Ignacio delgada y de cabello corto y rubio daba pasos inquietos en la sala de conferencias del quinto piso de la Intendencia de Maldonado. En su pecho y en su espalda llevaba pegadas dos hojas que explicaban el color que había elegido para vestirse la tarde del 27 de diciembre: “De luto por el Uruguay Natural”.
A pocos metros, el titular de la Dirección Nacional de Medio Ambiente (Dinama), Jorge Rucks, le explicaba al periodista de un canal local quién era, antes de comenzar la nota. Cuando caminaba hacia el frente del auditorio un hombre de pelo cano y barba también canosa y larga lo detuvo. Era un edil de Rocha que en una nota le pedía “postergar” la reunión que se aprestaba a iniciar.
A las 17 y 31, media hora después de lo previsto, Rucks dio inicio a la reunión con una convocatoria que no superaba las 90 personas. El jerarca explicó que el objetivo era “escuchar argumentos” que le permitan al gobierno “mejorar aspectos específicos” del diseño y resaltó en especial que “el proyecto no está cerrado ni aprobado todavía”, pero que el último diseño presentado va “por buen camino”.
“Vamos en un proceso de cierre de un proyecto que lleva tres años y medio”, aseguró.
La fecha elegida por la Dinama molestó a los asistentes, que así lo expresaron en distintas intervenciones. “Si querían hacer una instancia de participación para que hubiera poca gente, el llamado es exitoso”, manifestó uno de los vecinos.
Diseños.
En mayo del 2009 el Ministerio de Transporte presentó el proyecto para construir un puente recto de 180 metros de largo sobre la Laguna Garzón. Entonces, relató Rucks, la Dinama planteó una serie de “inquietudes” sobre el impacto en la “dinámica costera, la protección de la biodiversidad y del paisaje”. Planteó la necesidad de “desvincular la ruta 10 como ruta nacional y convertirla en una de acceso departamental, turístico, sin tránsito pesado” y “la creación del área protegida de Laguna Garzón”.
En junio de 2012, el arquitecto Rafael Viñoly, que en principio se había manifestado en contra del puente, elaboró un nuevo diseño a solicitud del Ministerio de Transporte. El proyecto pretendía resolver el dilema entre mantener el sistema de balsas que se usa para cruzar la laguna o construir el puente, instalando un puente compuesto por balsas.
El proyecto debió ser modificado porque generaba incertidumbre sobre si podrían pasar embarcaciones por debajo y porque los niveles de la laguna y flotabilidad de las balsas no aseguraban el acceso al puente, explicó el director de Vialidad del Ministerio de Transporte, Luis Lazo, quien fue el encargado de presentar el diseño.
El último diseño, resumió, consiste en “una rotonda de una sola trocha de circulación con entrada y salida diametralmente opuestas”, lo que le da la imagen “emblemática de una laguna dentro de una laguna”. Estará sobre 18 pilares que lo elevarán cinco metros sobre el nivel del agua para permitir la navegación.
Lazo indicó que está en proceso la declaración como “ruta de valor turístico restringiendo el tránsito pesado”, en ese tramo de la ruta 10. Rucks y Andrés Saizar, director de la división de Impacto Ambiental de la Dinama, informaron que se iniciaron los trámites para declarar la Laguna Garzón como “área protegida”.
“Se fueron cerrando las distintas condicionantes que expresó el Ministerio de Vivienda”, resaltó Rucks.
“Paciencia”.
Una vez que se abrió el micrófono al público, las opiniones y cuestionamientos llegaron hasta el extremo de preguntar por qué no había tachos de basura en las fotos presentadas del puente.
Un grupo de ediles blancos de Rocha consideraron que el último diseño del puente “no tiene nada que ver con los anteriores” y al ser “un nuevo proyecto” debían hacerse otra vez la evaluación de impacto ambiental y las audiencias públicas, invocando el decreto 349 del 2005.
La mayoría de los vecinos que pidieron la palabra coincidieron en que el puente diseñado por Viñoly es más “impactante” y “agresivo” que el primero; mientras que los representantes del gobierno opinaron que la nueva propuesta es “un paseo que permite valorizar el paisaje”.
“No hay nada más impactante que algo que quiere reemplazar el paisaje”, argumentó un vecino de José Ignacio, lo que despertó el aplauso del auditorio. “Se acerca mucho más a un estilo Miami que a un estilo área protegida de Uruguay”, agregó luego otra mujer.
Viñoly, apartado, bien al fondo del salón, miraba su celular y solo de a ratos levantaba la vista.
Mientras el sol caía tras los ventanales del salón, la discusión derivó hacia un debate sobre el modelo de desarrollo detrás del puente.
Un trabajador instalado en Maldonado desde hace 30 años opinó que la construcción del puente está paralizada por el “egoísmo de ciertas personas que no permiten que el progreso avance hacia el otro departamento”.
“En Uruguay se han hecho cosas horribles en bien del progreso. Sin embargo, hoy eso (la Laguna Garzón) es un lugar de recreación de señores potentados, que no son los lugareños —porque los que vivían ahí por el afán de unos pesos dejaron el lugar—. No podemos permitir que ese grupo de señores en pos de intereses mezquinos hagan que este proyecto no salga”, afirmó.
“Nadie está en contra del desarrollo. Al contrario. Cada vez son menos los lugares que conservan estas características naturales en el mundo y de lugares con puentes está lleno”, le replicó el vecino de José Ignacio que antes había cuestionado el impacto del puente en el paisaje.
El empresario Alfredo Etchegaray argumentó que “el ser humano también es parte del medio ambiente” y se debe “convivir en equilibrio”. “Evaluemos la posibilidad de sacar todos los puentes del Uruguay y coloquemos balsas”, ironizó.
En medio del debate, Rucks destacó un aporte en el que la Dinama no había reparado. Federico, un joven habitante de Maldonado de pelo largo y oscuro, había pasado al frente con sus pies descalzos para preguntar cómo sería la iluminación, porque podía afectar la protección del paisaje y de la biodiversidad en la noche.
Rucks se llevó de Maldonado, además de ese aporte, una carta personal que le escribió la mujer vestida de luto “por el Uruguay Natural”. Una vez terminada la jornada, mientras conversaba con otra persona —que quería hacerle preguntas personales— vio al joven de pelo largo que se preparaba para partir.
“Buenos aportes hiciste”, le dijo. El joven le estrechó la mano y le dijo: “Gracias por la paciencia”.