Este lunes 3 se presentó en Montevideo el Informe Mundial sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos de las Naciones Unidas de 2017 (WWDR por su sigla en inglés), titulado “Aguas residuales: el recurso no explotado”, un trabajo que destaca la necesidad de mejorar la gestión de las aguas residuales en todo el mundo, analiza región por región los peligros y detalla tareas pendientes y propuestas a futuro.
El “escaso tratamiento y reutilización” de aguas residuales en todo el mundo es un tema “inquietante”, opinó Irina Bokova, directora general de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).
“Si continuamos actuando como de costumbre estaremos fomentando un mayor deterioro de la situación”, indicó en un análisis incluído en el informe.
En el mundo, más del 80% de las aguas residuales (95% o más en algunos países en desarrollo) se vierten al medioambiente sin tratamiento alguno. Además, las aguas de la agricultura suelen llegar a los cursos de agua casi siempre sin tratamiento, acarreando gran cantidad de materia orgánica y químicos que generan problemas en la calidad —como ocurre en Uruguay en la cuenca del río Santa Lucía, entre otros sitios—. La contaminación del agua en la mayoría de los ríos de África, Asia y América Latina “es cada vez peor”, dijo Bokova, que participó en la preparación del informe.
En 2012, se registraron más de 800.000 muertes en el mundo a causa del consumo de agua potable contaminada e instalaciones para el lavado de manos y servicios de saneamiento inadecuados. Hay consecuencias en los ecosistemas marinos de mares y océanos y en la industria pesquera por vertidos residuales sin tratar.
Las aguas servidas “siempre fueron consideradas simplemente una complicación a ser desechada, cuando no completamente ignoradas”, dijo Bokova. Sin embargo, “esta concepción está cambiando”, porque la escasez de agua aumenta en muchas regiones y se comienza a reconocer la importancia de la recolección, tratamiento y reutilización de las aguas residuales.
América Latina.
Un adecuado saneamiento puede “ayudar a reducir notoriamente los riesgos para la salud”, destaca Naciones Unidas. Unos 2.100 millones de personas lograron acceso a “instalaciones de saneamiento mejoradas” desde 1990, cerca de 2.400 millones de personas aún no lo tienen y 1.000 millones todavía defecan al aire libre. Pero que exista una infraestructura de saneamiento mejorada no equivale necesariamente a una mejor gestión de aguas residuales o seguridad pública. Solo 26% de los servicios urbanos de saneamiento y de gestión de aguas residuales y 34% de los servicios rurales previenen de forma efectiva el contacto de los humanos con excrementos a lo largo de la cadena de saneamiento, detalla el informe.
Si bien hay países de bajos y medianos ingresos que tienen acceso a financiación externa para poder emprender, al menos en parte, las obras de saneamiento, los altos costos son una barrera. De todos modos, por cada dólar que se gasta en saneamiento, el retorno estimado para la sociedad es de U$S 5,5.
América Latina tiene una cuenta pendiente con el saneamiento, destacó durante la presentación del informe el presidente de Obras Sanitarias del Estado (OSE), Milton Machado. Uruguay ha cumplido las metas que se ha propuesto pero le resta camino por recorrer. Por ejemplo, está en marcha la obra de saneamiento y alcantarillado de la Ciudad de la Costa que, una vez finalizado, superará los 100 millones de dólares de costo. El país tiene 60% de cobertura de alcantarillado público.
“El desafío de lo que queda por delante es muy grande. Se ha hecho un gran esfuerzo”, señaló Machado y destacó obras como las plantas proyectadas de tratamiento de aguas residuales en la zona de la cuenca de Santa Lucía.
Desde fines de la década de 1990 la tasa de cobertura de los tratamientos de aguas residuales urbanas en América Latina y el Caribe se estima que alcanzó entre 20% y 30% de las aguas residuales recolectadas en los sistemas de alcantarillado urbano. Mejoró la cobertura de los servicios hídricos y de saneamiento y la situación económica de los prestadores de servicios que lograron recuperar costos.
La actividad agrícola es la principal usuaria de agua en la región, a la que se destina el 70% de las extracciones. Es una de las regiones más urbanizadas del mundo y la cuenta de un correcto tratamiento de las aguas en las urbes está pendiente. América Latina y el Caribe deberían invertir más de U$S 33.000 millones para aumentar la tasa de cobertura de los servicios de tratamiento de aguas residuales y así llegar a un 64% para 2030.
“Si hay algo interesante en América Latina es que los recursos son transfronterizos”, destacó durante la presentación del informe Lidia Brito, directora de la Oficina Regional de Ciencias de la Unesco. Machado destacó que Uruguay trabaja en el tema de saneamiento actualmente en conjunto con la zona de Aceguá en Brasil. Por otra parte, en Uruguay ha comenzado a funcionar el Centro Regional para la Gestión de Aguas Subterráneas (Ceregas) con el objetivo de coordinar entre países y aunar esfuerzos para la gestión de aguas subterráneas transfronterizas en América Latina.
Durante la presentación del informe, Luis Reolón, de Ceregas, destacó que existe “vocación” de resolver problemas regionales vinculados al agua.
“Podemos hacer más” y esto implica “hacer un matrimonio intergubernamental, de conocimiento científico, de las necesidades y la responsabilidad ciudadana de proteger el recurso”, destacó Brito.
Reutilización.
Una vez que el agua ya ha sido utilizada “se la considera como una carga a ser eliminada o una molestia a ser ignorada”, indica el informe. Las “consecuencias de esta indiferencia ahora son evidentes”, plantea Naciones Unidas. Un deterioro de los ecosistemas acuáticos y las enfermedades transmitidas por el agua dulce contaminada, son solo algunas.
Ante una demanda en constante crecimiento, “las aguas residuales están cobrando impulso como una fuente alternativa y confiable de agua”. Estas aguas pueden ser reutilizadas, recicladas y recuperadas y pueden incluso ser una fuente rentable de energía, nutrientes y materia orgánica.
En la agricultura el uso de las aguas residuales municipales es una práctica habitual en países del Oriente Medio y África septentrional, Australia, el Mediterráneo, China y Estados Unidos.
Los avances en la creación de nuevas tecnologías para la recuperación de nitrógeno y fósforo de las aguas residuales o lodos, son un punto a favor. La recuperación de fósforo en instalaciones como fosas sépticas y letrinas es posible tanto desde el punto de vista técnico como económico mediante la transformación de los residuos sépticos en fertilizante. La “recuperación combinada” de nutrientes y energía tiene “gran potencial”, detalla el informe.
Además, “es probable que la recolección y utilización de orina sea un elemento de la gestión ecológica de aguas residuales cada vez más importante”, ya que esta contiene el 88% de nitrógeno y el 66% del fósforo que se encuentra en los desechos humanos, ambos componentes esenciales para el crecimiento de las plantas. Es un dato relevante porque en las próximas décadas los recursos minerales de fósforo serán escasos o, incluso, se pueden agotar, y “una alternativa realista y viable” sería la posibilidad de recuperarlo en las aguas residuales.
Actualmente, los ingresos por la venta de las aguas residuales tratadas no son suficientes para cubrir los costos operativos y de mantenimiento de plantas de tratamiento. La recuperación de nutrientes (principalmente fósforo y nitrógeno) y el uso de estas aguas para generación de energía puede agregar nuevas fuentes de ingreso importantes y permitiría recuperar costos.
“En general, el uso de aguas residuales tiene gran oposición de la ciudadanía por falta de información y de confianza con respecto a los posibles riesgos para la salud humana. La sensibilización de la población y la educación serán las principales herramientas a utilizar para sobreponerse a los obstáculos sociales, culturales y a aquellos relacionados con los consumidores”, detalla el informe.
Además, las aguas residuales tratadas pueden ser una fuente importante de abastecimiento de agua para algunas ciudades, en especial aquellas que se encuentran en zonas áridas (como Lima, Perú) o donde sea necesario recorrer grandes distancias para satisfacer la creciente demanda, particularmente en las épocas de sequía (por ejemplo, en San Pablo).
En los países árabes el gran escollo es la escasez de agua. El uso de aguas residuales tratadas de forma segura es ahora una herramienta que se utiliza en muchos estados árabes. En 2013, se trató el 71% de las aguas residuales recolectadas en forma segura y de este porcentaje un 21% se utiliza, en su mayoría, para actividades de riego y recarga de acuíferos.
El vasto potencial de las aguas residuales como fuente de recursos, como energía y nutrientes, sigue siendo poco explotado. “La perspectiva es ciertamente optimista, siempre y cuando se tomen medidas ahora”, plantea el organismo internacional. Es que el aumento en los vertidos de aguas residuales sin tratar, junto con la escorrentía de tierras agrícolas y las aguas residuales industriales con tratamiento inadecuado, han llevado al deterioro de la calidad del agua en el mundo. Y si a eso se le suma la falta de acciones, su calidad continuará deteriorándose.
Los países de ingresos altos tratan cerca del 70% de las aguas residuales municipales e industriales que generan. Este promedio cae a un 38% en los países de ingresos medios-altos y a un 28% en los países de ingresos medios-bajos.
En el área industrial preocupan las pequeñas y medianas empresas y las industrias informales comúnmente vierten sus aguas residuales en los sistemas municipales o directamente al medioambiente.