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Verde. Lo definió Mariano Arana cuando era intendente de Montevideo. El color de los contenedores de basura fue una cuestión estética. Años después, la Intendencia de Montevideo (IMM) estrenó el naranja (color con el que se identifica la comuna con su logo) para los contenedores destinados a residuos secos con potencial reciclable, como envases de bebidas o cartón. En San José el criterio fue diferente: los contenedores de basura allí son de un amarillo estridente, mientras que en Cerro Largo son grises.
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La falta de coordinación y de un criterio único de colores para asignar a la clasificación de residuos es evidente. Pero esto no solo ocurre con las intendencias sino que las empresas adoptan los códigos a piacere y por razones muy diversas. De hecho, una cadena de comida rápida definió a la interna dos colores para acopiar separados los residuos húmedos y secos en la cocina, pero los colores para el público que acude al lugar (definidos por el departamento comercial y aludiendo a temas de comunicación) son inversos. Para los consumidores un criterio, para la cocina otro, y la confusión a la orden del día para los empleados.
A tal punto de heterogeneidad llegó este tema que en 2015 se comenzaron a reunir 27 organizaciones por iniciativa del sector privado y con la participación del sector público, del Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente y de un grupo de intendencias para crear una norma que marcara de una vez por todas los criterios en el país.
El interés superó las expectativas de muchos. El miércoles 14, la sede del Instituto Uruguayo de Normas Técnicas (Unit) frente a la plaza Independencia estaba repleta, al borde de su capacidad. Hubo 650 inscriptos interesados en asistir a la presentación de la nueva Norma de Identificación y Clasificación de Residuos Nº 1.239, tantos que en un momento hasta se consideró hacer el evento en dos tandas.
La nueva norma establece un criterio único para identificar los residuos en todo ámbito, comercial, urbano, industrial y doméstico. “Es un tema de coherencia, aporta”, dijo a Búsqueda Gabriela Monestier, directora de Limpieza de la IMM. Quienes trabajan en el tema residuos saben que hay “cuestiones tecnológicas” importantes, como elegir los camiones. De todos modos, como es un tema “que toca tan de cerca la conducta cotidiana”, los mensajes claros y una señalización evidente que no genere confusión inciden en la conducta y el éxito de la gestión de los residuos, aseguró.
Las diferencias generan “confusión en la gente” que va de su empresa a su casa o de la ciudad al aeropuerto y “ve distintos criterios” y tiene que “leer las instrucciones”, aseguró Federico Baraibar, director de Compromiso Empresarial para el Reciclaje (Cempre).
“Tener una definición clara ayuda mucho”; de hecho, era uno de los temas que la ley nacional de residuos (que estará lista en un mes) buscaba esclarecer, dijo Alejandro Nario, director nacional de Medio Ambiente. “Lo veníamos pensando para la reglamentación (de la ley de residuos) pero nos sacaron un tema de arriba que era complicado, dos años de trabajo”, dijo Nario. El desafío será “generar un flujo de residuos que sirva”, agregó. La nueva norma es de adhesión voluntaria por el momento pero la reglamentación de la nueva ley podría hacer que eso cambie.
Colores.
El gris es el color elegido para los residuos mezclados “sin alternativa de valorización” (como papel higiénico o colillas de cigarrillos). El verde será para materiales reciclables (envases de jugo o leche, plásticos de botellas, papeles y metales de latas). De todos modos, la norma abre el campo para una mayor subdivisión de residuos: el marrón (restos de alimentos, residuos compostables), el amarillo (plásticos), el azul (materiales de celulosa), el negro (materiales ferrosos y no ferrosos como latas) y el blanco (vidrio). Hoy no hay un circuito montado para la recolección de una clasificación tan exhaustiva, indicó Baraibar.
Por otra parte, explicó que existen varias definiciones de qué es un residuo mezclado, uno orgánico, entre otras clasificaciones, y la norma apunta a esclarecer estos criterios. Además, algunas intendencias distinguen dos fracciones (residuo seco y residuo húmedo) con diversos colores, sin coherencia entre sistemas de recolección.
“Entendemos que en Uruguay no se ha discutido lo suficiente el modelo de país que queremos en materia de gestión de residuos”, señaló Baraibar. La coherencia en el uso de colores y la definición de una clasificación única es “un eslabón” de toda la cadena llamada Gestión Integral de Residuos Sólidos que tiene muchas puntas por mejorar. La economía circular es la base, reducir los residuos y utilizar materiales para otros procesos.
La clasificación es “central”, pero la cadena no termina allí, en una buena clasificación. El director de Cempre señaló como clave que haya demanda de materiales para reciclar y reclamó mayores incentivos para promover la comercialización luego de los productos reciclados, entre ellos, prioridad en las compras estatales o descuentos de impuestos para los privados que los adquieran, por ejemplo. Además, hace falta, según Baraibar, trabajar con los clasificadores que realizan su tarea en “condiciones pésimas” y a menudo promueven que los residuos terminen en márgenes de arroyos y en sitios inadecuados, como los 140 basurales que tiene Montevideo.
Ajuste lento.
La Intendencia de Soriano se enteró a tiempo de la nueva norma y adquirió sus contenedores grises. Para ajustarse, la IMM debe pasar de contenedores verdes a grises. Sin embargo, no va a ser un cambio inmediato. En la capital hay 11.000 contenedores verdes y hace un mes llegaron unos 4.000 para renovar la red. Además, la IMM “posiblemente” instalará 2.000 más, por lo tanto, buscarán pintar las tapas o ponerles carteles para iniciar la transición, informó Monestier a Búsqueda.
En Cerro Largo hay un solo tipo de contenedor de chapa gris. “De reciclaje y clasificado poca cosa se hace acá”, dijo a Búsqueda Gastón Nauar, director de Desarrollo Ambiental del departamento. Prevé en los próximos meses realizar un centro de clasificación en el vertedero melense de La Pedrera, el más grande del departamento, que además recibirá la basura de todos los pueblos para que “sea más rentable”. Para esto levantarán las volquetas y clasificarán en ese lugar. “En ningún pueblo se puede clasificar porque no dan los números, pero si se junta todo, la situación cambia. Y además de tener 10 dolores de cabeza y un vertedero mal construido en cada uno de los pueblos, vamos a tener uno solo pero cuidado. En un par de meses tenemos camiones nuevos y recolección única”, informó Nauar.