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    Arte para hoy

    Fernando Foglino, Anaclara Talento y Javier Abreu son los ganadores de la 49ª edición del Premio Montevideo de Artes Visuales

    En el imaginario popular el arte visual es aquello estático que se encuentra en un museo y es símbolo de otra era. Arte es Picasso, Monet y Van Gogh. Sin embargo, con tan solo hacer un recorrido por la muestra del 49º Premio Montevideo de Artes Visuales queda claro que hoy se está haciendo arte en Uruguay que trasciende esas concepciones antiguas. Desde diferentes perspectivas, las 36 obras que se encuentran en el Centro de Exposiciones Subte, ubicado en la plaza Fabini, reflexionan sobre las problemáticas que atraviesan a la sociedad uruguaya.

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    Por ejemplo, Raquel Bessio propone una escala de violencias machistas, a la que titula Violentómetro, bordada en tela negra y enmarcada en bastidores de madera, haciendo alusión a una tarea históricamente vinculada a las mujeres. Por su parte, con Una frase, Fabricio Guaragna Silva reflexiona sobre el estigma que carga el sida, escribiendo “Sidoso de mierda” en la pared con flores, que se van descomponiendo a medida que transcurren los días. Por otro lado, No Human Can Hurt Me de Luciana Damiani explora el universo de las imágenes con el que convivimos cotidianamente y cuestiona “qué imágenes nos son mostradas, por qué están hechas y qué efecto tienen en la forma en la que pensamos y entendemos el mundo”.

    Los medios son varios, desde la clásica escultura —aunque creada a través de impresión 3D— hasta muestras de materia fecal en una vitrina, como usó Fernando Barrios en Artista de mierda. Y son esos formatos más controversiales los que despiertan cuestionamientos al arte contemporáneo en general. Esto no es una novedad, ya lo hizo Marcel Duchamp en 1917 cuando presentó un mingitorio como obra de arte, suceso a partir del cual se entiende que “cualquier cosa en un museo es arte”, incluso un aire acondicionado, como se parodia en un conocido sketch de la serie Always sunny in Philadelphia.

    Foto: Camila Montenegro “A veces sentimos que o bien el arte contemporáneo es una farsa o hay que ser un experto para entenderlo. Y si no estás metido en el tema, te hacen sentir que sos inferior por no entenderlo. Eso es algo desafortunado porque creo que el arte, especialmente el arte de nuestro tiempo, es un servicio público y todos nos merecemos más del arte”, reflexiona en una charla Jessica Backus, especialista en arte contemporáneo, tratando de poner en palabras esa cuestión que a veces aleja al público no especializado de las salas de los museos.

    Para evitar caer en esos prejuicios, Javier Abreu —más conocido como su alter ego El Empleado del Mes— propone que el espectador deje “los prejuicios en la puerta” y trate de experimentar la obra con apertura, “porque cada obra está muy cercana a nosotros, por lo que en algún punto vamos a poder reconocernos”. Justamente, Abreu, que se llevó el tercer puesto en la entrega del 49º Premio Montevideo de Artes Visuales, hace homenaje a Duchamp en su obra ganadora, un video sobre un  mingitorio que ocupa el lugar en el que hoy se encuentra la estatua de El entrevero.

    Por su parte, Anaclara Talento, ganadora del segundo puesto, asegura que “una obra de arte te puede gustar o no gustar, pero que es arte o no es arte no debería ser discutible. Son dos áreas de discusión diferentes. A mí hay un montón de artistas que no me gustan, pero nunca me atrevería a decir que no son artistas. Porque tienen una metodología de trabajo, porque tienen un discurso, porque ese discurso plantea preguntas y no respuestas. Hay muchas variables que te pueden dar la pista de que estás ante una obra de arte, más allá de que te guste o no”.

    “Yo estoy del lado de los que aman el arte contemporáneo, aunque entiendo perfecto esos prejuicios, de hecho yo los tuve”, explica el ganador del primer premio, Fernando Foglino, y agrega: “Atravesé un tiempo en el que creía que para hacer una escultura abstracta tenías que saber hacer una figurativa, ser un artista completo para después darle ese giro. Pero el tiempo y el estudio me sacaron ese prejuicio. Admiro mucho a los chicos de 20 años que se meten de lleno a hacer tremendas obras de arte contemporáneo. Con ellos voy entendiendo un poco más. El concepto de estética, qué es bello y qué no, qué es lo que tiene valor, todo eso está cambiando con el arte contemporáneo. Somos víctimas del peso gigante de esa construcción histórica del arte y estamos tratando de tomar distintos rumbos, eso pasa en la sociedad, en los colectivos”.

    El arte contemporáneo está vivo en Uruguay, listo para interpelar a quien esté dispuesto a recibir sus preguntas, solo hay que animarse a visitarlo.

     

    Evidencia, de Fernando Foglino

    Montevideo, 1976. Poeta y artista visual. Formado en la Facultad de Arquitectura de la Universidad de la República.

     

    “¿Nadie ha notado que son trofeos de guerra? Los monumentos públicos cuentan el relato oficial de los países y son insistentemente vandalizados. ¿Y si en vez de vandalismo y falta de cultura fuera, en cambio, resistencia y manifestación?”, explica el texto que acompaña la obra Evidencia, de Fernando Foglino.

    “Me planteo si no hay algo de política en la vandalización, es una hipótesis, nada comprobable. Sí puedo demostrar que acá hay un problema. Cuando Mauricio Rosencof era director de Cultura de la Intendencia de Montevideo aparece el yeso de La niña de la paloma (del artista Armando González) y la funden de vuelta. Ahí la estatua vuelve a ser un símbolo. Bajo ese concepto de trofeo de guerra yo uso a Hernandarias para hablar de colonización, a Vaimaca Pirú para hablar del genocidio de los charrúas, los pies y las manos de La meditación (del italiano Emilio Fiaschi) para hablar de la representación de la mujer en el arte. Los hombres retratan a las mujeres a lo largo de la historia como esa persona meditabunda, blanca, con una visión eurocentrista, como naturaleza muerta. Esta escultura representa eso, está con un vestido casi transparente, con un libro que no lee. Esas son las guerras: los derechos de la mujer contra el patriarcado, la democracia contra los que quieren a los militares en la calle”.

     

    Sobre el Premio Montevideo de Artes Visuales

     

    En 1940 se inauguró el 1er Salón Municipal, y con ello se dio inicio a una de las instancias más importantes a escala local para las artes visuales. Luego de atravesar una pausa de 10 años, el certamen pasó a estar en la órbita de la Intendencia de Montevideo y ahora se celebra de forma bienal. Luego de otorgados los premios, las obras reconocidas pasan a formar parte del acervo departamental que actualmente custodia el museo Juan Manuel Blanes. 

    En esta edición se presentaron 150 trabajos. El jurado, compuesto por Verónica González, Fernando Gaspar y Enrique Badaró Nadal, seleccionó los 36 que hoy se encuentran expuestos en el Centro de Exposiciones Subte. El primer premio ($ 300.000) se lo llevó el artista plástico y escritor Fernando Foglino con su obra Evidencia. El segundo ($ 175.000) fue para Las cosas que fueron y las cosas que casi fueron, de Anaclara Talento y el tercero ($ 125.000) para La fuente, de Javier Abreu. El Colectivo Z fue premiado como colectivo emergente por Experimentos con la verdad: anotaciones sobre cómo elaborar melodramas, y Agustín Sabella y Manuela Aldade recibieron menciones honoríficas.

    Centro de Exposiciones Subte (plaza Fabini, 18 de Julio entre Julio Herrera y Obes y Río Negro). De martes a domingo de 12 a 19 horas, hasta el 6 de octubre.

     

    Las cosas que fueron y las cosas que casi fueron, de Anaclara Talento

    Montevideo, 1988. Artista Visual, investigadora y docente. Licenciada en Artes por la Universidad de la República, máster en Bellas Artes egresada de la Norwegian University of Science and Technology-Trondheim Academy of Fine Arts. Miembro de la Fundación de Arte Contemporáneo.

     

    Foto: Camila Goñi

    Cartas a Sebastián es el proyecto madre de esta obra en particular. Desde 2007 trabajo solo en tres proyectos nada más y voy desarrollando obras en uno y el otro. Este proyecto lo empecé en 2015 escribiendo cartas y sacando un montón de fotos analógicas. Hay como diferentes temas transversales que tienen que ver con, por ejemplo, la copia y el original. Exploro la idea de si existe la memoria original y luego el recordar es simplemente recordar copias de eso. Si es posible traducir e interpretar las memorias en otra cosa y de esa manera traspasarlas”.

     

    La fuente, de Javier Abreu

    Maldonado, 1980. Licenciado en Artes por la Universidad de la República. Ha realizado residencias artísticas en Barcelona (Hangar) y París (Le Centquatre-Paris).

     

    Javier Abreu Foto: Camila Montenegro

    “El que ya conoce, cuando ve la punta ya sabe que es La fuente de Marcel Duchamp y al final del video se revela. Yo coloco un mamarracho, pero en el Montevideo de hoy que tenés al coreano, podría ser. Si pusiéramos la fuente real, la gente se indignaría en las redes, saldría en Subrayado pero al rato pasaría todo y quedaría ahí. El coreano quedó, los candados quedaron, los futbolistas en Tres Cruces, en el aeropuerto. Incluso el intendente fue a inaugurar la escultura de Gardel, que ya dijo el autor que es resina pintada de dorado. De lo que habla la obra es de que Montevideo es una ciudad abandonada y se hacen estos parches para actualizarla, para hacer que seguimos vivos”. 

     

    Fernando Foglino, primer puesto del Premio Montevideo de Artes Visuales

    “Me gusta pensar que el arte es política”.

    Foto: Camila Montenegro

    Fernando Foglino tiene un abordaje particular a la hora de crear una obra. Cada pieza tiene una extensa investigación, sobre todo desde el punto de vista histórico. Es que, a diferencia de varios de sus colegas, Foglino se ha desarrollado principalmente en el ámbito de las letras: tiene cuatro libros publicados. En su estudio se nota la influencia de la literatura y abundan obras de Raymond Carver, Leonard Cohen, Mario Levrero y Juan Carlos Onetti. Pero también estudió Arquitectura, entonces tiene un excelente dominio del espacio. Su obra condensa todos estos aspectos en piezas que no solo son bellísimas, sino que cuentan con una fuerte carga significativa.

    Evidencia, su obra, cuenta con cinco capítulos en los que recrea piezas faltantes de esculturas montevideanas, que utiliza como excusa para hablar de las guerras ideológicas que se libran hoy. Así, cada faltante se convierte en un trofeo de guerra, que él replica a través de tecnología de modelado 3D.

     

    ¿Cuál es la historia de La niña de la paloma y cómo llega a formar parte de tu obra?

    Estaba escaneando esculturas en el Parque Batlle para un proyecto de digitalización de esculturas que tengo y se me ocurrió pasar por La niña de la paloma, pero no la encontramos. Voy a la casilla del cuidador y nos cuenta que la habían robado hacía unos días. Eso fue en 2018. Ahí descubrí que ya había sido robada en el pasado, en 1973 en Chile y en 1987 en el Parque Rodó. La de Chile había sido enviada a Salvador Allende como regalo y cuando los militares atacaron el Palacio de la Moneda se la quedó Augusto Pinochet.

    Estaba viendo videos para meterme en la vida de los generales del golpe chileno para hacerme la idea y ahí encontré una película documental que se llama Los tres generales. Después me contacté con gente en Chile y parece que para ellos es un símbolo también porque los militares devolvieron el 90% de las obras pero esa nunca apareció.

    ¿Cómo fue la etapa de investigación de la obra?

    Fui al Centro de Fotografía, a la Biblioteca Nacional, al Museo Histórico Nacional y Google, claro. Además, están los algoritmos de búsqueda, que así como te sugieren un secarropas, cuando vos estás muy metido en un tema, te empieza a servir la información. La inteligencia artificial es parte de la investigación.

    ¿Qué temas te ocupan como artista?

    Siempre estuve atento a las noticias y soy víctima del tiempo en el que ya no se puede confiar en los medios. Resguardarse en ese espacio de seguridad creado por las conclusiones que has ido sacando en la vida porque ya no sabés qué está pasando, la posverdad, esas cosas son de mi pensar diario.

    Tu obra es una suerte de posverdad.

    Sí, totalmente. Yo me considero un artista pos Internet- y esa es mi herramienta de trabajo. La posverdad, lo que se vive hoy en día, las impresoras 3D y el escaneo. Para poder hablar de ciertos temas tengo que utilizarlos. Estoy dando una visión del arte contemporáneo del problema.

    ¿Te considerás artista?

    Sí. Me daba pudor al principio. 

    ¿Cuál es el rol del artista?

    El rol se lo da el entorno, la sociedad. Lo importante para el artista es ser coherente, consistente con su trabajo. No traicionar esa pasión. Había una época en la que el artista era todo, era la voz de lo que tenía que pasar en el mundo. Ha ido cambiando a lo largo de la historia.

    Vos sos político.

    Artista es un concepto que engloba muchas cosas, podés ser de una forma o de otra. Hay artistas que saben que el arte es política. Ese es un tipo de trabajo y tiene un tipo de compromiso. Hay otros que no quieren saber de eso, que están orientados a la belleza, a pintar flores, marinas. A mí me gusta pensar que el arte es política y tiene que haber un porqué. Yo expongo una obra y queda ahí, pero también puedo escribir un libro de 100 páginas de eso. Utilizo videos, letras, escultura, fotomontaje. 

    CAP IV - LA NINIA Y LA PALOMA from Fernando Foglino on Vimeo.