Usar tapabocas, ponerse alcohol en gel en las manos y mantener distancia social. Las formas de prevenir los contagios de Covid-19 entre personas ya son conocidas y replicadas por buena parte de la población. Pero ¿qué sucede con los restos del virus que permanecen en las superficies infectadas y cómo es posible detectarlos?
Responder a esa pregunta fue uno de los principales objetivos que los investigadores del Instituto de Investigaciones Biológicas Clemente Estable (IIBCE) se plantearon ante la propagación de la enfermedad. Con esa meta, la semana pasada firmaron un convenio con el Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente (MVOTMA) para instalar un laboratorio específicamente dedicado al monitoreo ambiental del coronavirus.
El IIBCE trazó diferentes líneas de acción y respuesta ante la llegada de la pandemia a Uruguay. Sus investigadores participaron en actividades de diagnóstico clínico y hoy trabajan en la secuenciación de los genomas de las distintas cepas virales. Además, comenzaron a explorar el “monitoreo ambiental” del virus, es decir, a estudiar “cuáles podían ser las estrategias para detectar la presencia de virus en distintos ambientes y qué significancia tiene eso en la epidemiología”, dijo a Búsqueda el presidente del Consejo Directivo del IIBCE, Pablo Zunino.
Es por eso que desde abril trabajan junto con a la mutualista Casmu en una prueba piloto con el fin de detectar la presencia del virus en las superficies de los espacios de trabajo. El proyecto comenzó luego de que una funcionaria administrativa de la mutualista —del Sanatorio 3, donde funciona el ala de maternidad— diera positivo en Covid-19.
Anteriormente, los investigadores habían probado la técnica para detectar el virus en superficies en un box del CTI del Casmu, que atiende únicamente a pacientes que cursan la enfermedad, en el marco de un primer convenio con el centro.
El director del Departamento de Genómica del IICBE, Jorge Sotelo, uno de los investigadores que lidera el proyecto, dijo a Búsqueda que ese fue el sitio ideal para la experiencia práctica de los testeos.
“Ahí era muy importante monitorear cómo el virus está en distintas superficies, porque los profesionales de la salud pueden esparcirlos sin querer y deben estar alerta acerca de cuáles son las áreas peligrosas. La forma de contagio es especialmente (a través de) las microgotículas o las gotículas, pero si quedan en superficies se pueden transportar”, explicó. De todas formas, aclaró, se trata de un porcentaje relativamente menor en comparación con el modo de transmisión más habitual, pero también es necesario tenerlo controlado.
Los especialistas mencionaron como ejemplo lo ocurrido en países como Alemania, donde debieron cerrar frigoríficos enteros al encontrar casos positivos de coronavirus entre sus empleados, o China, que frenó la importación de productos de un área específica de Brasil muy afectada por la pandemia como Rio Grande do Sul. “El tema ambiental ahí, en la introducción, es muy importante. Se busca el monitoreo antes del proceso, no esperar a que hayan enfermos para parar todo”, indicó a Búsqueda el asesor del Consejo Directivo del IIBCE para proyectos relacionados con Covid-19, Eduardo de Mello.
El experto explicó que la idea fue crear un protocolo para el monitoreo ambiental de diferentes áreas, pensando en la bioseguridad del personal de salud. Y eso fue lo que se hizo en los pilotos, mientras se estudiaba la viabilidad técnica y económica del proyecto. El fin es ampliar los esfuerzos que estaban en marcha —entre el IIBCE y otras instituciones ya contaban con una base de conocimientos sólida sobre diferentes patógenos en ambiente— y potenciar el área de investigación, que aún necesita desarrollo, añadió.
“Esto permite ver si el proceso de desinfección de las superficies (pomos, bisagras, escritorios, teclados) es eficiente. Porque generalmente los protocolos establecidos para patógenos en los hospitales buscan la infección bacteriana, pero no había un protocolo dentro de la propuesta de descontaminación para la parte viral”, señaló De Mello.
Otro aspecto importante destacado por Claudia Piccini, del Departamento de Microbiología del IIBCE, radica en la posibilidad del instituto de secuenciar los genomas de los virus que circulan en el ambiente, “lo que contribuye también a generar el mapa epidemiológico”.
“Al encontrar la partícula viral es posible secuenciar el genoma para conocer cuáles son las cepas que están circulando en el ambiente y así poder trazar si hay una determinada cepa en determinado lugar, para ver dónde se originó y quiénes se infectaron. Se trata de la conexión, del trazado de la epidemia a nivel local”, afirmó a Búsqueda.
Desarrollo.
El procedimiento se divide en tres etapas. Primero, los investigadores del IIBCE analizan un espacio y determinan qué superficies pueden ser riesgosas en función del comportamiento, por ejemplo, de los trabajadores: dónde pasan más tiempo y en qué horarios. Con ese diagnóstico, se realizan los testeos y en casos positivos se secuencia el virus para extraer la información del genoma (algo hasta ahora realizado entre el Casmu y el laboratorio de biología molecular del IIBCE). Finalmente, brindan un asesoramiento a la unidad hospitalaria para mejorar la situación epidemiológica del lugar o modificar el sistema de desinfección del edificio a partir de los resultados.
Hoy los análisis tardan 48 horas, tiempo en el que los investigadores logran procesar hasta 96 muestras. Sin embargo, estos ingresan en una fila de procesos que pueden tener demoras. Por eso, con el nuevo laboratorio esperan aumentar la capacidad para dar un mejor soporte a esta necesidad.
La unidad de negocios de Casmu —Casmu Empresa— ya comenzó a comercializar este servicio pensado especialmente para organizaciones de mediano y gran porte, como locales de enseñanza, shoppings, plantas de producción, entre otros.
Pero a través del nuevo laboratorio se prevé atender otro tipo de demandas, por ejemplo, provenientes del sector público, al ofrecer una prestación del servicio por parte del IIBCE.
“Ahora viene la segunda parte. Dada la consolidación de esta línea de monitoreo ambiental vinculado al Covid-19 que llevamos adelante con éxito en ambientes hospitalarios, decidimos potenciar nuestra capacidad de investigación consolidando un laboratorio específico en IIBCE para este tipo de estudios”, indicó Zunino.
Hoy los testeos se realizan en instalaciones que tienen fines de investigación diversos; con el nuevo laboratorio se contará con un sitio específico para coronavirus y futuros patógenos emergentes con condiciones de bioseguridad exigentes. El apoyo del MVOTMA es de $ 350.000, pero no alcanza para cubrir todos los gastos, por lo que el instituto prevé destinar fondos propios para la compra de equipos.
“Enfermedades emergentes como dengue o que afecten la producción ganadera, todo eso puede ser aportado en este nuevo laboratorio con biología molecular para dar una respuesta rápida”, explicó De Mello. Es que la iniciativa permitirá controlar, por ejemplo, los problemas de transición que se da en las fronteras, de introducción de nuevas variantes virales o bacterianas, algo cada vez más común.
“Y el tener una estructura certificada y preparada nos permitirá estar listos para trabajar muchísimos otros asuntos en función de la demanda futura”, afirmó el especialista. En ese sentido, aclaró que “no será un servicio solo para el que lo pueda pagar”.
El director de Casmu Empresa, Álvaro Arigón, dijo a Búsqueda que el servicio del centro está dirigido a organizaciones empresariales que por las caracteristicas del servicio que prestan no pueden permitir que un caso positivo determine su cierre o que todos los trabajadores deban hacer cuarentena. En cuanto al costo, sostuvo que se define caso a caso, dependiendo de las características del lugar y de la cantidad de muestras y de horas de trabajo médico que sean necesarias.