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Las familias vuelven a juntarse entre tradiciones, brindis y abrazos
Después de casi dos años sin reuniones multitudinarias, muchas familias retoman los encuentros para celebrar Navidad, Fin de Año o, simplemente, la posibilidad de estar cerca de nuevo
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La Navidad y el Fin de Año siempre han sido sinónimo de reunión, reencuentros, abrazos, mucha cercanía, comida y colaboración. Todo eso en torno a un objetivo principal, que va mucho más allá del significado que cada uno les dé a las llamadas fiestas: la celebración en familia.
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Después de un 2020 plagado de restricciones, cuarentenas, la imposibilidad de abrazar a los abuelos o a los padres y la incertidumbre ante la llegada de las vacunas, las fiestas de 2021 son para muchos un esperadísimo retorno a las viejas costumbres y tradiciones y, sobre todo, a la reunión familiar sin aforos ni protocolos. Los festejos del diciembre pasado dejaron momentos tristes pero también anécdotas, nostalgia, una inmensa valoración por todos los hábitos que no se pudieron practicar y una gran esperanza y expectativa para el año siguiente. Sobre todos esos temas y sentimientos reflexionaron, invitadas por Galería, varias grandes familias —o familiones— mientras preparaban con ansias las nuevas fiestas que llegaron en un abrir y cerrar de ojos.
Los Risso
La familia extendida
Josefina Risso, Maite Machiñena, Juan Pablo Risso, Martín Risso, Agustina Risso y Alfonsina, Martín Risso, Alvaro Ambite, Florencia Risso, Juana y Guillermina, Valentina Risso, Bautista, Facundo Risso.
Entre sus padres (Martín y Virginia), sus seis hermanos, sobrinos y cuñados, en el núcleo principal de la familia de Florencia Risso nunca son menos de 15. Y tanto en Navidad como en Año Nuevo suelen ser muchos más, ya que se unen varias familias. Por eso, las fiestas de 2020 fueron todo un desafío para los Risso; sobre todo, poder festejar sin dividir el núcleo familiar. Para eso, los 15 decidieron conformar una burbuja indisoluble. “En la cuarentena pasamos siempre juntos, entonces se nos hizo un poco más leve porque seguíamos estando nosotros. Cada uno trabajaba desde la casa y eso permitió que nos siguiéramos juntando en la familia”, detalla Florencia.
De todas formas, la pandemia se hizo sentir. “No pudimos juntar familias, que es algo que hacemos siempre. Ahí se siente la diferencia, aunque igual seamos un montón. Esa falta de la extensión de la familia que para nosotros son parte también de la familia más cercana, se sintió como una diferencia grande. Somos ruidosos, pero faltó más ruido”, relata la diseñadora de moda y vestuarista.
Este año, esperan volver a pasar una Navidad “tranquilos y relajados”, entre varias familias. “Es muy importante para nosotros tener la libertad de juntarnos y unir varios núcleos sin tanta incertidumbre”, cuenta.
Florencia dice que Navidad y Año Nuevo se festejan de manera muy similar. “Somos un poco recurrentes. Somos los mismos. Podemos cambiar de casa, pero con la misma gente”, cuenta.
La Navidad, sin embargo, suele ser más emotiva, sobre todo desde que empezaron a nacer sus sobrinos. “Es lo más divertido de la Navidad. Ellos nos devolvieron la magia”. Dice que sus fiestas siempre son bastante improvisadas. Sin embargo, también heredaron varias tradiciones. Nunca faltan el asado, el vitel toné, las tostadas con mejillones, la tarta de mariscos, la mayonesa de atún, el budín inglés de la abuela Zule, la torta de puerro y el arrollado de chocolate de la tía. Martín, padre de Florencia, y Facundo, su hermano más chico, son los principales encargados de la cocina. Sus hermanas, en tanto, elaboran los postres. “A mí no me gusta cocinar. Soy la que decoro y organizo”, dice Florencia, consciente de las fortalezas y debilidades de cada uno, entre risas.
Los Atchugarry
Encuentro multitudinario
Tania Atchugarry, Eliana Da Cunha, Juana, Gastón Atchugarry, Pablo Atchugarry, Mariana Atchugarry, Silvana Neme, Mathias Arcardini.
La casa de Solymar, el reencuentro con Pablo, el asado, la torta de manzana de la tía Elisa. Pasan los años pero hay cosas que no han cambiado en las navidades de la familia Atchugarry. Son esos detalles y actos que poco a poco se fueron convirtiendo en costumbres; más bien, en grandes tradiciones familiares. “Históricamente se festejaba en la casa de papá, en Solymar. Siempre fue multitudinario. Es la fiesta donde estamos todos”, cuenta Gastón Atchugarry, hijo de Alejandro Atchugarry, quien fue ministro de Economía en el gobierno de Jorge Batlle. Ese “todos” incluía a Pablo, quien forjaba su camino de artista en Italia y llegaba a Uruguay antes de la Navidad para festejar en familia. “Era ese momento de encuentro. Siempre fue muy tradicional. Después papá falleció y decidimos seguir haciendo la misma Navidad acá en la casa de Solymar, donde ahora vive mi hermana”, agrega.
La Navidad siempre fue la principal fiesta para la familia, ya que el Año Nuevo lo celebran por separado, cada uno con sus respectivas familias.
El 24 y 25 de diciembre de 2020, sin embargo, los Atchugarry no tuvieron aquel esperado y tradicional encuentro multitudinario. “Estábamos todos divididos, cuidándonos. Pablo y mi tía Silvana se agarraron covid, se dieron cuenta de que lo tenían en el control para venir a Uruguay. Cuando vino para Navidad estaba inmunizado, entonces pudimos verlo. Fue una reunión reducida con hermanas, mi esposa y cuñado, y con Pablo, que se pudo sumar porque había transcurrido la enfermedad”, recuerda Gastón.
Un año después, con la mayoría de la población ya vacunada, la tensión bajó, volvieron los abrazos y la familia prepara el festejo ruidoso de siempre, el que no baja de las 15 o 20 personas; la Navidad de los asados, la torta de manzana, el menú colaborativo y la decoración navideña de Mariana. “Cocinamos todo. Siempre pensamos entre todos un menú, mis primos traen una cosa, los tíos otra, cocinamos todo porque nos gusta”, cuenta Gastón. Por lo general, los anfitriones se encargan del plato principal y los demás llevan el postre, las entradas y los acompañamientos. Con la llegada de sus sobrinos —que esperan a Papá Noel con ansias— las Navidades pasaron a tener otra frescura. Más allá del deseo de volver a reunirse sin restricciones, esta será una Navidad muy especial para Gastón y su esposa, Eliana, por otro motivo. Será la primera de su hijo Baltasar.
Los Lestido
Regocijo y unión
Joaquin Lestido, Julieta Lestido, Isabel, Andres Ott, Josefina Lestido, Clemente, Francisco Lopez, Maria Jesus Jestido, Jose Maria, Jose Manuel Lestido, Isabel Lestido.
José e Isabel perdieron la cuenta. Entre sus cinco hijos, matrimonios, nietos y sobrinos nietos, su familia, siempre grande, sigue creciendo año a año. Por ende, también lo hacen los festejos de Navidad, el más grande de sus encuentros familiares. Hace 10 años que los Lestido celebran esa fecha en el mismo lugar: la casa de Carrasco a la que se mudaron un 20 de diciembre de 2010, cuatro días antes de una Nochebuena memorable por lo caótica y divertida, entre muebles aún sin ubicar, cajas por desembalar y un apagón que los dejó a la luz de las velas en plena cena. Pero ni un apagón pudo —ni podrá— restarles alegría a sus fiestas. Cada año la Navidad es una gran celebración que se extiende mucho más allá de la Nochebuena. La casa recibe a los capitalinos y familiares que llegan del campo, quienes pasan allí la noche, por lo que los 25 de diciembre son días de festejo igual de grandes que los 24. La única excepción fue la de diciembre de 2020. Tras conocerse las medidas del gobierno, que exhortaba a no excederse de las 10 personas por festejo, la familia Lestido pasó a celebrar la Navidad dividida en burbujas. “El año pasado hasta último momento estuvimos pensando qué hacer. Éramos burbuja, pero como somos muchos, nos pasábamos. Cuando se decidió que no, yo escribí en el grupo que tenemos de toda la familia que no nos juntábamos, y que esperábamos con ansias el festejo de este año”, cuenta Isabel. “Y con uno más, porque en ese momento mi hija Tati anunció que estaba embarazada de José María. Y dije: ‘Y con otro más que aparezca’, e instantáneamente mi sobrina me pregunta si soy bruja, y me cuenta que está embarazada. Ahora otra sobrina anunció embarazo y espera para enero”, agrega.
El de 2020 no fue un gran festejo, pero no por ello menos emotivo, comenta María Jesús, una de las hijas del matrimonio, cocinera y conocida como Nona. “Fue raro pero estuvo bueno, le agarramos un poco el gusto. Nos fuimos a Punta del Este y arrancamos las vacaciones allá”.
Como familia católica, sus navidades son fiestas que siguen una rutina y se destinan a la reflexión. Cada 24 los Lestido van a misa y vuelven a rezar junto al pesebre poco antes de las 12 de la noche. Y las lágrimas de emoción de Isabel nunca faltan. “Es muy emotiva la Navidad. Tengo tendencia a llorar siempre, es un clásico. Lloro en la misa, lloro cuando rezamos. Es muy típico. A pesar de que celebramos el nacimiento de Jesús, siempre tiene algo de nostalgia”, comenta. Para ella, el festejo de Año Nuevo es uno más, a diferencia de su hija Nona, a quien el cambio de año le genera más sensaciones que la Navidad.
El festejo tranquilo y limitado de 2020 también dejó instalada una expectativa especial para esta Navidad: significa volver a los abrazos ilimitados, a la familia ampliada, a la misa —suspendida en 2020— al ambiente de regocijo y unión. “Cada vez somos más, ¡y más niños!”, señala Nona, quien reconoce que estas fiestas cobran otro valor con la presencia de los más chicos y su emoción al recibir los regalos de Papá Noel. “Volver a juntarnos es lo mejor”, resume. Nona dice que su madre es la anfitriona, pero Isabel responde que Nona es quien se encarga de la comida. Aunque sus noches son tradicionales, el menú nunca lo es, ya que varía año a año. Uno de los clásicos dentro del menú es la ensalada de frutas de postre. “Siempre terminamos haciendo ensalada de frutas, es algo que nunca falta, por más que haya otros postres. A todos les encanta”, señala. Y es todo lo que puede adelantar sobre el próximo menú navideño.
Los Ferrari
Un familión que se hace sentir
Florencia Ferrari, Tiziano, Leandro Ibero Nuñez, Fernanda Ferrari, Andrea Pagola, Mirta Barbieri, Alex, Carlos Ferrari, Fabiana Ferrari, Federica Ferrari.
Florencia Ferrari dice que la suya es una “familia tana, de propulsores de la unión, de juntarse y celebrar“. Las fiestas —sobre todo el Año Nuevo, la que más celebran— son el ejemplo más claro de ello. “Cuando era chica, los niños nos quedábamos despiertos en carpas en el fondo hasta el amanecer, íbamos para la playa a ver el primer amanecer del año, grandes y chicos”, recuerda. Con el tiempo, las costumbres fueron variando. Los niños crecieron, no hubo más pijamadas en carpa pero sí concursos de baile y juegos. El Año Nuevo siempre fue la fiesta por excelencia de los Ferrari, mientras que en Navidad la familia generalmente se divide para festejar con otras ramas del árbol genealógico.
Históricamente, todos los 31 de diciembre se celebraron en una de las dos casas contiguas de los Ferrari en Shangrilá. Las fiestas pasadas fueron las únicas en las que la familia, de unos 25 integrantes en total, se vio obligada a dividirse en lugar de reunirse. “Fue muy, muy fuerte porque mi abuelo, uno de los pilares de la familia, estaba mal de salud, y algo que lo empeoró fue que la familia no pudiera estar junta. Él siempre quería juntarse, y rompimos durante la pandemia alguna cuestión de protocolo porque lo hacía muy feliz. En enero falleció“, cuenta Florencia. Para las fiestas de 2020, Florencia cuenta que tuvieron que dividirse en dos partes, que festejaron desde diferentes lados del cerco. “Nunca sentimos tanta impotencia, eso de querer atravesar el cerco y no poder. Fue un poco triste, aunque al mismo tiempo nos gritábamos, nos pasamos comida por el cerco, unos ponían una canción mientras los otros la bailaban del otro lado“, recuerda.
Después de aquel fin de año tan atípico, Florencia no ve la hora de poder celebrar junto a todos, sin cercos de por medio. No solo se juntará toda la familia, sino que también recibirán parientes de Brasil y otros primos con sus parejas e hijos. “Estamos con toda la expectativa, preparando algún concursito de baile con TikToks, viendo la forma de que este año se vuelva a recobrar el espíritu. Mi viejo ya compró sommiers para los cuartos de la casa para que se quede todo el mundo“, subraya.
Cinco minutos antes de terminar el año la familia —el familión, según Ferrari— tiene la costumbre de abrazarse en ronda y hacer la cuenta regresiva, mientras se esfuerzan —o no— por contener las lágrimas. “Es un momento superemotivo, porque cada uno en su interior, y agarrados de la mano, hace un balance“. Pero llegan las 12 de la noche, se secan las lágrimas y es ahí cuando arranca la verdadera fiesta que se extiende durante todo el día siguiente entre asado y piscina.