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Verse de 20 a los 70: El estigma que carga el envejecimiento de la mujer

El estigma que carga el envejecimiento de la mujer, que es mayor que el de los hombres, afecta su autoestima y propicia la ansiedad y enfermedades mentales

“No me preguntes mi edad”, “estoy muy vieja para usar eso”, “qué vergüenza mis arrugas”, “no me puedo ver con canas”, “no le voy a gustar porque estoy vieja”, “qué feo debe ser envejecer”, “qué miedo, estoy por cumplir 30”, “ya no tengo edad para hacer eso”, “está revieja” con tono despectivo, “no pareces tan grande” como un halago. Estas son solo algunas de las frases que se pueden escuchar todos los días con respecto al envejecimiento de la mujer. El paso del tiempo carga con una connotación negativa y la sociedad se encarga de crear estereotipos de belleza que desprecian los signos del avance de la edad en el cuerpo femenino. Las arrugas, las manchas en la piel y las canas deben ser tapadas, escondidas u operadas.

Ciertos atuendos o trabajos, como roles en el cine, en la moda o en cualquier otra industria, parecen estar reservados para quien es, o aparenta, ser joven. La discriminación por la edad, tanto de parte de la sociedad como la que una misma se puede ejercer, se puede considerar un factor en la generación de ansiedad, pérdida del autoestima, de la confianza en una misma en cualquier aspecto de la vida, desde lo social a lo íntimo, hasta depresión e incluso disminución en la esperanza de vida. “Debemos redefinir lo que la sociedad piensa sobre cómo una mujer debe verse, ser, vestirse, actuar, trabajar, tener citas y sexo”, sentenció la empresaria y activista Cindy Gallop en la plataforma de videos de estilo documental StyleLikeU. Esta plataforma, con más de 200.000 seguidores en Instagram, trata de derribar prejuicios en torno a numerosos temas sociales y dedicó una serie entera de entrevistas a desafiar el viejismo, concepto definido por el psiquiatra Robert Butler en la década de 1970 como el conjunto de estereotipos y discriminaciones que se aplican a las personas mayores exclusivamente en función de su edad. “La palabra antiaging tiene que ser derribada”, opina la actriz Jamie Lee Curtis por su lado. “Soy proaging. Quiero envejecer con inteligencia, gracia, dignidad, espíritu y energía”, concluyó en la entrevista con la revista Glamour.

Irreal. Hay que teñirse las canas, estirarse la piel para no tener arrugas ni piel “de sobra”, no hay que decir la edad luego de los 40 y hay que dejar de usar determinada ropa a partir de cierto momento. Esos son algunos de los mandatos. “No podemos desconocer que la sociedad actual tiene una enorme responsabilidad en términos de construcciones colectivas sobre el ‘viejo’, el ‘envejecer’, el ‘paso del tiempo’, el ‘deterioro’ físico y psíquico, la belleza, la pérdida de elasticidad, la pérdida de turgencia de la piel, la aparición de canas y arrugas”, comenta la psicóloga Alicia González. “Cuando digo construcciones sociales, me refiero a esos ideales compartidos, nos guste o no, seamos plenamente conscientes o no, de la belleza imperante”, agrega. Las palabras o ideas que se asocian a lo viejo son, en su mayoría, negativas. Poca gente dice que algo o alguien es viejo como un halago. Que una mujer muestre signos del paso del tiempo en su cuerpo está mal visto.

Sin embargo, no sucede de igual manera para los hombres. En ellos las canas están permitidas, hasta tienen su encanto, y si tienen arrugas no importa mucho, o si desarrollan cierta pancita. “El envejecimiento es atravesado por la diferencia de género, no es lo mismo envejecer para una mujer que para un hombre”, comenta la socióloga Adriana Rovira. “En la sociedad patriarcal las mujeres son vistas como un objeto erótico y la vejez las corre de ese lugar de deseadas y valoradas”, agrega. Si bien explica que también les puede suceder a los hombres, aclara que la diferencia es grande. Hugh Jackman (53), Daniel Craig (54), Keanu Reeves (57), Brad Pitt (58), George Clooney (60), Viggo Mortensen (63) y Liam Neeson (69) son solo algunos de los ejemplos masculinos en los que el paso del tiempo es aplaudido y un atributo de su sex appeal. Son algunas de las grandes bombas sexuales de la industria cinematográfica y las alfombras rojas, con sus canas, tanto en la cabeza como en la barba, y arrugas en la frente.

En cuanto a las mujeres, por lo general, las que son vistas como atractivas, las que tienen permitido usar vestidos cortos y escote, las que protagonizan roles seductores o aspiracionales son las jóvenes (o grandes actuando de jóvenes). Mientras tanto, las adultas usan vestidos holgados para no marcar su cuerpo o diseños que tapan sus hombros y brazos. A lo que se suma el bótox que aplican en sus rostros para quitar todo rastro de su edad, algo que sin duda determina la cantidad de papeles que pueda obtener en la industria. Parecería que, aunque se esté pasando los 50 años, el cuerpo debe parecer de 30. “La juventud se asocia con lo bello y con lo deseable”, asegura Rovira.

Lo mismo sucede en la moda. Salvo en algunas campañas de Dove, Céline, The Row, American Apparel y algunas más que desafían el estigma de envejecer, encontrar mujeres que se les nota que tienen más de 50 años en las pasarelas internacionales, revistas o publicidades de moda es una tarea casi imposible.“Esas construcciones sociales imaginarias son un ideal de cómo deberían ser las cosas, y es fundamental poder deconstruirlo. No aceptarlo como un mandato y poder vivir en plenitud más allá de la edad, las arrugas y la turgencia”, comenta González. Como cualquier construcción social y cultural, los medios y referentes de opinión juegan un rol primordial en el desarrollo de un ideal de belleza y, en su contrario, del estigma.

Sex appeal. La creencia, tanto de hombres como mujeres, de que cumplir determinada edad equivale a perder todo encanto sexual, existe. Sucede porque durante mucho tiempo la sociedad tendió a reducir, erróneamente, el sexo en la mujer a una práctica más enfocada a la reproducción. La sexualidad femenina era un tabú y, a diferencia de la masculina, pocas veces se escuchaba hablar de los orgasmos o la masturbación de la mujer; es decir, del sexo por placer. Entre los 40 y los 50 años de edad, llega la menopausia, que marca el final de la etapa reproductiva de la mujer. Quizás sea esa la razón por la que la sociedad tiende a devaluar la sexualidad y el encanto de una mujer grande, mientras venera los de las jóvenes.

“La sexualidad de mujeres cis-género siempre estuvo muy asociada a lo reproductivo, es de esperar que cuando no se está en una etapa fértil se tienda a pensar que ya no hay motivo para tener una vida sexual activa”, explica la sexóloga y psicóloga Jimena Peyrou. “Sin embargo, la vida sexual no tiene fecha de caducidad”, asegura. “El reconocimiento del placer de mujeres cis-género es reciente en el tiempo, con la revolución sexual de los años 60 acompañada de la aprobación de la píldora anticonceptiva en Estados Unidos se logra poner foco en la dimensión placentera de las prácticas sexuales. Sin embargo, para realmente apropiarnos de estas conquistas se necesita de tiempo. Pensemos además, qué palabras se asocian a la menopausia, hay que ser muy entusiasta para poder encontrar términos o conceptos positivos, lo más fácil de identificar va en la línea de “síntomas, sufrimiento, problemas, tratamiento, pérdida”.

Sin embargo, explica, esta connotación negativa puede darse vuelta y significar lo contrario. “Lo que te hace sexy, atractiva y deseable eres tú”, dice Cindy Gallop en su entrevista con StyleLikeU. De la mano de la aceptación de los cambios físicos, la mujer adulta puede encontrar en su vida no reproductiva la oportunidad de sexualidades plenas, donde las preocupaciones que tenía en la juventud y adultez temprana ya no están. “Se abre así la puerta a la dimensión placentera, donde se abre un mundo de posibilidades, y en vez de pensarse en términos de ‘etapa de pérdidas’ puede pensarse como una ‘etapa del erotismo’. Habitar esta etapa con libertad y felicidad también viene de la mano de descentrarse del coito, habilitar otras prácticas sexuales placenteras, donde no necesariamente se ponga tanto foco en la genitalidad, en la cual con el paso de los años por lo general se encuentran dificultades”, explica Peyrou.

Consecuencias del estigma. La presión social y los esfuerzos en vano para alcanzar determinado ideal de belleza y un cuerpo que parezca inmune al paso del tiempo traen consigo numerosos efectos negativos en la psiquis de la mujer. La baja de la autoestima, la seguridad personal y el autorrespeto, que a su vez son grandes influyentes de la salud física, son de las primeras consecuencias que se pueden notar. La ansiedad puede ser otro efecto que el estigma del envejecimiento puede tener sobre la mujer, en mayor o menor medida dependiendo de cada caso. Esta enfermedad no solo se puede encontrar en una mujer que ya ha cumplido cierta edad adulta, sino también en mujeres jóvenes que miran hacia el futuro y les aterra cumplir años. Una investigación de la Universidad de Yale, realizado en 2017, fue más allá del ideal de belleza y determinó el gran impacto que causa el viejismo en la salud de los adultos. Con más de 442 estudios analizados y datos de siete millones de personas de todo el mundo, los investigadores encontraron evidencia de que la discriminación por edad afecta negativamente la salud de las personas mayores en 96% de los casos.

El estudio no solo confirmó el estigma social y la subvaloración del envejecimiento, sino también la discriminación que se sufre por envejecer en el mercado laboral, en las instituciones educativas y de salud, entre varias otras áreas. Diez estudios realizados en distintos países, citados en la investigación de Yale, muestran que cuando las personas mayores asimilan los estereotipos de edad negativos de la cultura, tienen una esperanza de vida más corta o puede dar lugar a la depresión.

Cambio de mentalidad. Olivia Colman (48), Emma Thompson (62), Sharon Stone (64) y Jamie Lee Curtis (63) son de las pocas actrices de renombre internacional que se paran frente a las cámaras para hablar sobre la connotación negativa del envejecimiento femenino. Recientemente Lee Curtis dejó su pelo al natural, completamente canoso y lo cortó, algo osado en la industria y un símbolo de individualidad y de belleza inconformista según Vogue. El corte pixie, popularizado por Audrey Hepburn en los años 50, es con el que Lee Curtis se siente cómoda y más genuina, tal como explicó en el programa de Lorraine, un clásico de la televisión británica, en 2021. “Al principio de mi carrera me hice una permanente y luego tuve que teñirme el pelo para una película, se me quemó todo. La primera vez que me corté el pelo corto, dije: ‘Oh, Dios mío. Oh, vaya. Me parezco a mí’”, contó. “Todos vamos a envejecer. Todos vamos a morir. ¿Por qué querés aparentar 17 años cuando tengas 70? Quiero aparentar 70 cuando tenga 70”, dijo la actriz.

Después de contar que su actuación en la película Good Luck to You, Leo Grande la empujó a aceptar su cuerpo en la pantalla, Emma Thompson, por su lado, también criticó al estigma en una conferencia de prensa durante el Festival de Cine Internacional de Berlín, conocido como la Berlinale. “No puedo pararme frente a un espejo así nomás. Si me paro frente a un espejo, siempre sacaré algo [o haré] algo. No puedo quedarme ahí. ¿Por qué habría de hacer eso? Es horrible. Pero ese es el problema, ¿no? A las mujeres nos han lavado el cerebro toda la vida. Es un hecho. Y todo lo que nos rodea nos recuerda lo imperfectas que somos y lo mal que está todo. Todo está mal, y tenemos que vernos así”.

Varios son los casos donde se cuestiona la veneración exclusiva al cuerpo joven y la perspectiva positiva del envejecimiento gana cada vez más terreno. Cada vez son más las mujeres que abrazan el paso del tiempo y se sienten orgullosas de su edad. La sabiduría y la experiencia son dos de los atributos que cargan de positividad al concepto de envejecer, en contraposición al deterioro o falta de encanto que parece prevalecer en la sociedad. “Cuando vemos a una mujer de 45 o 50 años que se deja las canas, y más si se hace un corte de pelo con onda, sus congeneracionales la envidiamos, es casi una ‘ídola’ que se anima a romper con los estereotipos”, comenta Alicia González. “No es fácil. Hay un cierto camino trazado en pos de romper amarras referidas al derecho a envejecer con dignidad”.