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Embajadora de Canadá: "Siempre pensé en Uruguay. Compartimos muchos valores"

Nombre: Isabelle Valois • Ocupación: embajadora de Canadá • Edad: 56 • Señas particulares: Es aventurera, colecciona alfombras y suzanis colgantes.

Coordinadora de Sociales

Nombre: Isabelle Valois • Ocupación: embajadora de Canadá • Edad: 56 • Señas particulares: Es aventurera, colecciona alfombras y suzanis colgantes, en 14 años como diplomática estuvo en 50 países

Cómo llegó a la diplomacia? De forma indirecta. De joven me veía trabajando en desarrollo internacional y, con el tiempo, en labores humanitarias. Pero en 2004, me ofrecieron un puesto en el Grupo de Trabajo para Irak de la Agencia Canadiense de Desarrollo Internacional (ACDI) para apoyar y reconstruir el país. Más tarde, me nombraron jefa de Operaciones para Oriente Medio y luego directora del Fondo Regional de Derechos Humanos y Consolidación de la Paz, con sede en Amán, Jordania. Al año me nombraron consejera en la embajada. En 2010 mi embajador me preguntó dónde quería estar dentro de 10 años y me alentó a representar y servir a Canadá como embajadora.

Y después de Jordania, ¿cuál fue su destino? Pasé cinco años y medio como consejera y jefa de Cooperación en Marruecos, me ascendieron a directora, volví a Canadá y me nombraron embajadora tres años y medio después, cuando conseguí mi primera elección de país: Uruguay.

¿Por qué Uruguay? Porque cuando era chica le dije a mi mamá que quería viajar a Montevideo y ella me contestó: “Querrás decir Montecarlo”. Pero yo siempre pensé en esta ciudad, me pareció un muy bonito nombre (ríe). Cuando me nombraron, mi hermano se acordó de esta anécdota. Pero más allá de esta curiosidad, Uruguay fue la primera de cuatro opciones porque en mi primera misión como embajadora quería trabajar en un país con el que compartimos muchos valores.

¿Cuáles son los retos como embajadora en Uruguay? Es agradable vivir y trabajar en Uruguay. A pesar de la gran distancia que nos separa, somos países muy cercanos, compartimos valores como el respeto y la promoción de los derechos humanos, la diversidad y la inclusión. Somos países democráticos con muy buena gobernanza y bienestar social que luchamos por abordar el cambio climático y preservar el medio ambiente. Además, tenemos grandes vecinos físicos y económicos con los que mantenemos buenas relaciones, y compartimos nuestro gusto por los dulces: aquí es el dulce de leche y en Canadá el jarabe de arce.

Su hija Miriam, de 20 años, se quedó estudiando en Canadá. Como madre soltera, ¿es la primera vez que se separa de ella? Sí, la crie sola y es la primera vez que vivimos separadas. Ahora está completando sus estudios en Montreal en Ciencias Biomédicas. Ella es mi mayor tesoro y me ha acompañado en todos mis trabajos. Cuando me vine a Uruguay decidimos que yo me quedaría con su gato Mateo pero ahora lo extraña y le gustaría recuperarlo. Miriam dice que tengo a Mateo como un “rehén”.

¿Vivieron juntas por el mundo? Sí, cuando tenía seis años nos mudamos a Jordania y después a Marruecos, estuvimos casi nueve años en Medio Oriente. Íbamos a todos lados juntas, en Siria, en Líbano y en la frontera con Irak y con Arabia Saudita, en el Jordán, viajábamos solas en mi auto.

¿Nunca tuvo miedo? No, nunca sentí miedo. En todos los países me fue espectacular.

¿También estuvo en África? Sí, en Malawi viví un año, me encantó, la naturaleza, la gente es tan cariñosa. Tenía 23 años y recuerdo que hicimos buceo en un gran lago y me enteré de que la mayoría de los peces de colores de las peceras vienen de allí. Fue mágico ver tantos colores mientras nos cuidábamos de los hipopótamos.

¿Es una aventurera? Sí. Por ejemplo, con mi novio fuimos de Colombia por tierra a Panamá, Costa Rica, Nicaragua y regresamos a dedo a Montreal. A mi mamá no le gustaba por la guerra en Nicaragua y los contras en Honduras y Salvador, pero yo no tenía miedo.

¿Cómo se usa el jarabe de arce? En platos dulces y salados, en waffles y carne marinada, por ejemplo. No se puede hacer en casa, lo hacemos en la cabaña hirviendo la savia del arce y enfriándola en la nieve hasta hacer un caramelo. A mí me encanta cocinar las recetas de mi madre, la cocina francesa a la québécoise y la internacional (curry indio, tacos mexicanos, el cuscús marroquí) y, por supuesto, todo lo italiano, incluido el ossobucco, que me sale muy bien.

Usted sabe mucho sobre café, ¿por qué? Por que mi primer viaje fue a Colombia a los 19, 20 años. Viví cuatro meses con una familia y trabajé en un cafetal. Andábamos en burro y seleccionaba granos para la exportación. Sé todo sobre café y ahí también aprendí español.

Viene de una familia de artistas, en su apartamento tiene pinturas de su tía y de su hermano. ¿También pinta? No, yo solo colecciono arte. Tengo más de 70 cuadros y seguro compraré al menos uno de Uruguay. Mis pintores favoritos son Petrona Viera, Pedro Figari y Julio Cabral. Estoy esperando a enamorarme de un cuadro uruguayo para comprarlo. En Canadá mis preferidos son Suzor Coté, Jean-Paul Riopelle y el Grupo de los 7. También colecciono alfombras y suzanis colgantes antiguos. Y me encantan las flores, en Canadá solía tener más de 30 plantas pero cuando nació mi hija, en un mes se murieron casi todas... ¡pero mi hija sobrevivió! Sueño con poner una cafetería con una florería donde exponer arte. Pero mientras tanto, me encanta ir a la feria, caminar por Pocitos y Punta Carreras. Es un placer mirar la arquitectura por 18 de Julio. Imagino que adentro hay más riquezas, más tesoros.