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Como quien tuviera que salir a defenderse después de haber sido injustamente acusado de cometer algo ilícito, Drew Barrymore dedicó un post de más de 7.000 caracteres en su blog a aclarar y exclamar que no odia el sexo. La actriz de películas como E.T. y Los ángeles de Charlie dijo encontrarse ante esa necesidad después de haberle comentado a George Clooney en su show que seis meses sin tener relaciones sexuales no le parece mucho tiempo. “El otro día entré a una clase de gimnasia y una mujer dijo: ‘Te pareces a Drew Barrymore, excepto que pareces tener bienestar mental y además... ¡ella odia el sexo!’”, empezó diciendo Barrymore en el post. “Estoy segura de que hubo un momento en mi vida en el que seis meses podrían haber parecido una eternidad, pero ahora estoy del otro lado”, escribió en el texto titulado Rebeldes que aman. Y entre tantas palabras hizo una revelación mucho más contundente: declaró que no tiene sexo desde el 2016, año en que se separó de su exesposo, Will Kopelman; o sea, la actriz va por su séptimo año sin tener relaciones sexuales. “Ojalá cuando era joven hubiera tenido la castidad y la consideración que tengo ahora sobre la intimidad. (...) No soy una persona que necesita el sexo y tiene que salir y relacionarse con personas a ese nivel. (...) Cuando eres selectivo y ves el sexo como una expresión de amor, bueno, estoy tan contenta de estar así ahora en mi vida”, son algunas de las frases que redactó, y que tantos medios levantaron durante los siguientes días. Ahora, en un mundo en el que todo parece —cada vez más— entrar en una casilla, algunos titulares no tardaron en plantearse una pregunta: ¿Es Drew Barrymore asexual? Y la respuesta no es tan simple.
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Ella dijo que el sexo es una expresión del amor y, de basarse en sus palabras, la ausencia de vínculos sexuales durante más de seis años no se trató de una restricción autoimpuesta, simplemente no se le ha vuelto a dar la oportunidad de estar con alguien con quien sintiera una conexión emocional profunda, como fue el caso de su exesposo. Es ahí donde entra un nuevo término que parece ser el más preciso para describir toda esta cuestión: la demisexualidad, una orientación que entra en la categoría de la asexualidad, aunque tiene sus claras diferencias. Pero primero las similitudes. “Demisexuales serían las personas que no sienten atracción sexual ni interés por las relaciones sexuales, y en este punto se identificarían con los asexuales”, explica la psicóloga y sexóloga Rosana Pombo, directora del Centro Sexológico Plenus. Y enseguida marca la diferencia. Mientras que en las personas asexuales la falta de interés y atracción sexual es una característica estable (prácticamente permanente), los demisexuales solo llegan a sentir atracción cuando establecen un vínculo romántico profundo. Solo en esos casos las personas demisexuales son capaces de disfrutar de una vida sexual activa.
Así la define el médico clínico y sexólogo Santiago Cedrés: “La demisexualidad es un tipo de asexualidad que se da en personas que solo perciben atracción cuando tienen una fuerte conexión emocional con alguien (sentimientos de amor romántico o en una profunda amistad) y entonces pueden ‘activarse’ en el deseo o impulso, y sentir atracción por esta otra persona ‘especial’ y mantener una vida sexual activa”. Explica que podría definirse como una asexualidad temporal hasta que se conoce a la persona adecuada, ya que no experimentan atracción sexual primaria, basada en la apariencia del otro, pero sí atracción sexual secundaria, basada en la conexión normalmente romántica o de la cercanía de dos personas en una relación. “Le decimos a esto asexualidad selectiva”, añade. Dentro del espectro sexual hay dos grandes categorías. Una es la alosexualidad, que se refiere a sentir atracción por otras personas, y es donde entra la heterosexualidad, bisexualidad, homosexualidad o cualquier otra orientación. En el otro extremo se ubica la asexualidad, y la demisexualidad ocupa un lugar intermedio, más cercano al de las personas asexuales.
Amor como conductor. La demisexualidad es un término que puede generar muchas confusiones, y con el que parece fácil identificarse si solo se toma su definición más simple y resumida. Hoy, según la psicóloga y sexóloga clínica Agustina Fulgueiras, la gente tiende a priorizar la calidad —y no la cantidad— en sus vínculos sexuales. Pero que una persona sea algo más selectiva que antes a la hora de tener sexo con otra persona no la convierte en demisexual. “Después de toda la revolución de las redes y lo fácil que es tener sexo casual, que es bastante vacío en realidad, hoy la gente está buscando más vínculos de calidad. Son personas que sí sienten atracción pero eligen tener sexo con personas con las que tienen cosas en común, que conectan desde otro lado más allá de la atracción sexual”. Pero se trata de una elección. Quien es demisexual, por otra parte, no elige serlo. Directamente no van a sentir ningún tipo de atracción sexual si no existe previamente con la otra persona una relación de confianza, complicidad e intimidad emocional. Pombo plantea que estas personas pueden pasar muchos años sin tener relaciones sexuales —como en el caso de Drew Barrymore—, sin sentir la necesidad fisiológica ni atracción sexual por otras personas, ni fantasías o pensamientos sexuales. Esto se mantendrá hasta que formen un vínculo y sientan atracción romántica y espiritual por alguien. “Esos sentimientos permiten desarrollar deseos de intimidad, tanto a nivel físico como mental y emocional”, dice Fulgueiras.
No alcanza con que una persona les parezca atractiva físicamente, por lo que no sienten el deseo sexual característico de las primeras citas o encuentros espontáneos. Los demisexuales, dice Pombo, necesitan de un proceso que se desarrolla con tiempo, muchas salidas, conversaciones, conocimiento profundo, empatía y sentimientos. Así se cultiva un vínculo de apego que puede o no dar paso al sexo. Por todo esto es que una persona demisexual sí puede llegar a sentir atracción erótica por sus amigos, pues existe el factor de conexión emocional y de confianza. Esto no significa, sin embargo, que experimente esa inclinación hacia todos sus amigos, sino que simplemente las condiciones están dadas, apunta Fulgueiras: “El demi es el típico que puede tener sexo con amigos y después puede o no enamorarse”.
El demisexual también puede confundirse con aquellas personas que deciden postergar las relaciones sexuales por otros motivos, como la abstinencia sexual por razones religiosas o morales, o ciertos rasgos de personalidad, como las personas evitativas, o muy inhibidas o emocionalmente inmaduras. “He visto pacientes con personalidades evitativas que restringen la posibilidad de sentir atracción. Hay que diferenciarlos”, indica Fulgueiras. Hay casos en los que la restricción no es consciente ni voluntaria, pero tampoco llega a encasillarse dentro de la demisexualidad. Por ejemplo, para quienes fueron educados bajo mandatos religiosos o morales, este peso puede ser tan grande que les impide llevar a cabo una relación sexual. “Hay pacientes de lugares muy religiosos que no están acostumbrados a vincularse con gente desde ese lado, y no porque sean demisexuales, sino porque la educación que tuvieron fue tan rígida que tienen un condicionamiento muy grande”, asegura la sexóloga.
Entre la incomprensión y la aceptación. El origen del término demisexual se remonta a 2006, en una publicación del foro AVEN (Comunidad de Visibilidad y Educación Asexual, por sus siglas en inglés). No obstante, la difusión masiva se dio recién en 2021, cuando Michaela Kennedy-Cuomo, hija de Andrew Cuomo, entonces gobernador de Nueva York, se declaró demisexual. La declaración de la joven de 25 años —que fue objeto de burlas y tildada de “frígida”— ayudó a visibilizar algo que siempre existió, aunque de forma invisible. Tan nuevo es el término que aún no hay investigaciones que arrojen resultados estadísticos. Rosana Pombo enuncia que según los primeros datos, los demisexuales son una minoría que representaría el 1% de la población mundial. Esa invisibilidad —que aún existe, aunque en menor grado— es la que lleva a las personas demisexuales a consultar bajo el convencimiento de que su falta de atracción y la indiferencia ante esta ausencia es, como mínimo, un problema a atacar. “Lo más común es la duda del paciente acerca de si lo que siente se debe a que es asexual, demisexual, o si es que tiene algún problema. Muchas veces piden ser estudiados con test a ver si lo que tienen es falta de hormonas o algo por el estilo. La consulta se centra en psicoeducarlos y entender que no estamos frente a una patología ni a una enfermedad”, aclara el médico internista y sexólogo Santiago Cedrés.
Lo mismo percibe Pombo: “Algunos nos han expresado inseguridad e incertidumbre, cuestionando si realmente están bien estando solos y no teniendo interés por estar en pareja o tener sexo, incluso si no necesitarían ser estudiados por, quizás, padecer alguna condición física, hormonal, por ejemplo”. Ante tal indiferencia y desinterés por mantener relaciones sexuales, el motivo de consulta en realidad suele ser la presión del entorno, o cuando afecta el vínculo de pareja. “Luego reconocen que la consulta es más bien por el cuestionamiento social más que por un malestar propio”, dice la sexóloga.
En tanto, Cedrés subraya que es muy frecuente que la historia sexual de estas personas sea de frustración o discriminación por no sentirse tan sexuales como el entorno. “Muchas veces esto ha llevado a rupturas de pareja, por no entender que la frecuencia de activación del deseo sexual es tan diversa como las diferentes sexualidades de las personas”, señala. Por su parte, Pombo agrega que se vive una época de cambios revolucionarios en torno a los conceptos de pareja y familia, de pasaje de las expectativas que relacionaban la sexualidad a un proyecto de pareja y familia, a la “hipererotización de los vínculos, donde el relacionamiento sexual inmediato antecede, sin preámbulos, al desarrollo de un vínculo de confianza”. Ante este escenario de sexo inmediato, fugaz y superficial propiciado por plataformas como Tinder, Happn, Instagram que los demisexuales rechazan, es posible que lleguen a sentirse solos, aislados, inadaptados, incomprendidos o hasta anticuados, advierte la directora de Plenus. “Refieren sentirse cuestionados y presionados a comportarse con una tendencia con la cual no se identifican. Pueden sentirse discriminados por no sentir deseo sexual cuando la otra persona sí lo siente, sin aún haber desarrollado un vínculo de confianza. Muchas veces sienten que les resulta muy difícil y desafiante conocer personas que puedan comprenderlos y respetar su deseo de no dar el paso a la intimidad. Tienen que dar muchas explicaciones para poder mostrar su sentir diferente y que no es un problema”, indica. Como cualquier otra orientación sexual, la demisexualidad no se cambia. “Se trabaja por comprender, aceptar y vivir la sexualidad de manera que las experiencias que tengo más allá de la frecuencia, me realcen como persona, para comunicar lo que soy y lo que siento”, dice Cedrés. La estrategia en la consulta, apunta, es la de aliviar la insatisfacción cuando existe y definir el camino de la salud corporal, psicológica, sexual y emocional. Y el consejo general —que puede extenderse a todos— es no tener conductas o frecuencias sexuales con las que la persona no se sienta identificada. “La identidad sexual, la frecuencia, el estilo, tienen que ser representativos de lo que somos y sentimos”, concluye Cedrés.
No es lo mismo
El deseo sexual de las personas demisexuales no necesariamente es mayor ni menor que el de otros individuos. Lo que varía es la capacidad de sentir atracción sexual, que aunque parezca un sinónimo, no es lo mismo que el deseo. Mientras que el deseo está relacionado con la libido, a la excitación per se —que no necesariamente involucra a otro/a—, la atracción sexual es algo que se siente hacia una o varias personas. Es por esto que pueden surgir conflictos en una pareja cuando un demisexual no siente atracción sexual, ya que a la hora de tener sexo se dejaría llevar únicamente por el deseo. “Si bien los demisexuales es probable que tengan menos sexo, en realidad su deseo está conservado. Un asexual puede tener sexo todos los días porque tiene deseo y quiere complacer a su pareja, pero en realidad no se siente atraído”, apunta la psicóloga y sexóloga Agustina Fulgueiras.