La investigación, realizada en España, reveló que casi 22% de mujeres fueron violadas en encuentros concretados a través de esta aplicación, y 58% se sintieron presionadas para mantener relaciones sexuales
La investigación, realizada en España, reveló que casi 22% de mujeres fueron violadas en encuentros concretados a través de esta aplicación, y 58% se sintieron presionadas para mantener relaciones sexuales
La investigación, realizada en España, reveló que casi 22% de mujeres fueron violadas en encuentros concretados a través de esta aplicación, y 58% se sintieron presionadas para mantener relaciones sexuales
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáSe conocieron por la aplicación de citas Tinder hace algunos años. En la conversación virtual, el perfil de él parecía el de una persona cariñosa y a la vez correcta, seria, hasta algo tímida. María aceptó su invitación a comer y a tomar algo y, en esa primera cita, reafirmó sus primeras impresiones. “Todo pintaba bárbaro”, dijo ella a Galería, así que tras otras tantas conversaciones virtuales y citas en bares o restaurantes, accedió a ir a su casa.
Aunque María no se sentía excitada, el encuentro en la casa de su cita de Tinder empezó a tomar temperatura algo rápido. Besos, caricias, “modo previa”, según ella. Pero, de un momento a otro, él comenzó a introducir sus dedos en la vagina de ella y moverlos con mucha fuerza y velocidad. María, que seguía sin estar excitada ni lubricada, empezó a sentir dolor.
—¡Pará, pará! ¡No! —Le dijo. Pero él no se detenía. Parecía que tuviera “algún trastorno”, recordó. Como el hombre no hacía caso a sus quejas, usó su propia mano para apartar la de él. Allí se detuvo, pero no pidió disculpas ni se expresó. Durante un rato permanecieron acostados, conversando, sin contacto físico.
Hasta que retomaron ese “modo previa” y enseguida el hombre comenzó a repetir esa actitud violenta. Eso mismo que María le había pedido que dejara de hacer. “Era horrible y muy doloroso”, recordó ella.
— ¡Pará! No quiero que hagas eso, ¡no quiero! —insistió la mujer. Otra vez, él continuó y ella tuvo que volver a alejar su mano.
— Bueno, bueno —contestó él esta vez, con esa actitud tímida.
Al final de esa cita en su casa, María no se fue enojada ni con resentimiento. Pero pasados unos días, el dolor que seguía sintiendo en su vagina le hizo darse cuenta de que la actitud de ese hombre había sido violenta. Recordó la cantidad de veces en las que le pidió que se detuviera y él hizo caso omiso, llegando a provocarle ese dolor físico. “La pasé mal, pero en el momento no pude dimensionar que él estaba siendo violento conmigo”, admitió.
El no reconocer prácticas violentas, actitudes de acoso o hasta abusos es algo que se repite en mujeres víctimas. La Federación Mujeres Jóvenes (FMJ) de España —una entidad feminista y juvenil declarada de interés público por el Ministerio del Interior del país— publicó en marzo de este año los resultados de una investigación titulada Apps sin violencia. Como parte del trabajo de campo, la FMJ encuestó a 963 mujeres heterosexuales de entre 18 y 35 años, usuarias de Tinder, y calculó un margen de error muestral de 3,16.
La investigación Apps sin violencia, que contó con el financiamiento del Ministerio de Igualdad de España, tuvo como objetivo visibilizar y concientizar acerca de situaciones de violencia sexual que sufren muchas mujeres usuarias de aplicaciones de citas, violencia que se puede presentar desde el primer contacto por chat hasta en los encuentros íntimos.
Entre las encuestadas, 64% manifestó sentir un riesgo mayor en un encuentro con un desconocido frente a 36% que no se había planteado los peligros o que consideró que las aplicaciones son un medio como cualquier otro para conocer gente. Estos resultados contrastan con los obtenidos al preguntarles si, en citas concretadas por Tinder, le avisan a alguien de confianza dónde y con quién se van a encontrar: 94% afirmó hacerlo siempre o a veces.
La investigación realizada por la FMJ reflejó una fuerte resistencia de las mujeres a nombrar como “violencia sexual” muchas agresiones explícitas sufridas. Según se concluye, “esto puede ser debido a la permanencia del mito de la violación, que hace que la violencia sexual se identifique exclusivamente con aquella que es cometida por un desconocido en un callejón oscuro y con mediación de la violencia”.
En cifras, esto se refleja en que una amplia mayoría (86,4%) de las mujeres encuestadas negó haber sufrido cualquier tipo de violencia sexual en alguna cita mediada por una aplicación. Sin embargo, al indagar en las respuestas a preguntas más específicas, resultó que 57,9% se sintieron presionadas para mantener relaciones sexuales en estos encuentros y 40% sintió esa misma presión a la hora de acceder a prácticas de dominación sexual. Casi 30% de las mujeres afirmó que su pareja sexual continuó con una práctica tras haber manifestado ellas dolor físico y deseo de parar.
Hay un dato que es aún más alarmante. Casi 22% de las mujeres (208 de las 963 encuestadas) que quedó con un hombre a través de Tinder fue violada, entendiendo este término como “forzadas a tener una relación sexual mediante violencia explícita”, según la investigación.
El doctor Santiago Cedrés, expresidente de la Sociedad Uruguaya de Sexología y actual presidente de la Academia Internacional de Sexología Médica, reconoció que las aplicaciones de citas “pueden ser una forma conveniente y popular de conocer gente nueva”, pero que deben tenerse en cuenta algunos “peligros”. Entre ellos, mencionó el riesgo de violencia física en los encuentros, algo que se torna “especialmente peligroso” si la cita se da en un “lugar desconocido o poco concurrido”.
La sexualidad de todas las personas puede verse afectada en los vínculos que comienzan a través de aplicaciones de citas. Siempre hay cierto “versus” o diferencia entre la expectativa generada en la conversación virtual y la realidad en el encuentro. Desde su experiencia, Cedrés comentó que tuvo pacientes que estuvieron construyendo un “personaje” durante un tiempo para poder crearse un perfil en aplicaciones de citas creyendo que así podrían ser más atractivos para los demás. “Se olvidan del contacto con ellos mismos, lo que afecta profundamente la salud sexual”, advirtió.
El “no te preocupes”. “Por mucho tiempo me costó usar la palabra abuso porque pensaba: ‘Hay mujeres a las que les pasan cosas peores’. Pero la realidad es que sí, fue un abuso”, reconoció a Galería otra mujer, que prefirió mantenerse en total anonimato. Su historia comenzó cuando se vino a vivir a Montevideo desde Salto. A través de la aplicación Happn, entró en contacto con un hombre y comenzaron a hablar. La primera invitación de él fue a su casa, “a tomar algo”. A ella le parecía un poco arriesgado para un primer encuentro, y entonces le dijo que no. En ese momento, él dejó de hablarle.
Alrededor de un mes después, él retomó el contacto a través de la misma aplicación. La mujer le recordó que había sido él quien había decidido finalizar la charla cuando ella se negó a ir a su casa. Esta vez, él pareció ceder y dijo que le gustaría ir a tomar un café. La conversación por Happn se volvió larga y entretenida para los dos. Luego intercambiaron celulares y siguieron hablando por WhatsApp.
Durante una semana, la relación fue solo virtual, porque ambos tenían dificultades de horarios para coincidir en un encuentro. Pero finalmente se dio. El día que iban a ir a tomar el mencionado café llovía de forma torrencial. Él entonces sugirió cambiar el café por vino y la cafetería por su casa. Recordando la respuesta anterior de ella, se atajó: “No te preocupes, le pasás la ubicación a tus amigas”. La mujer confió. Compartió la ubicación y se decidió a ir.
Ese día él la pasó a buscar en su auto. Ella había comprado un vino, pasearon un rato y después fueron a su casa. El hombre se mostraba algo reservado y en las conversaciones virtuales había dicho que no tenía muchos amigos, que no era de salir, que prefería quedarse en su casa, ir al gimnasio. Además, había tenido expresiones machistas y algo posesivas, según recordó la mujer. Por ejemplo, un día ella le comentó que había salido con un amigo y él se molestó. “Fue medio raro. Bastante loco para el poco tiempo que hacía que hablábamos”, opinó.
En el encuentro en la casa del hombre de Happn tomaron vino, charlaron, escucharon música. Él ofreció marihuana y fumaron juntos. La mezcla de bebida y droga la dejó algo somnolienta. Charlas, música, besos, y llegó el momento del encuentro sexual. Mientras mantenían relaciones, ella notó que él se había sacado el preservativo que se había colocado al inicio. Le dijo que no lo hiciera. Primero, porque no se conocían. Segundo, porque ella no tomaba pastillas anticonceptivas. Pero él siguió y ella se sentía sin fuerzas. Le insistió en que por favor se volviera a colocar el preservativo. Él respondió que no, que así no quería.
“En ese momento no me di cuenta, lo naturalicé, no dije nada, y cuando terminamos le dije: ‘Mirá, a mí no me gusta, no me hace sentir cómoda’. Pero yo estaba bastante somnolienta. Volvimos a tener sexo y él volvió a hacer lo mismo. Ahí me sentía peor, no tenía fuerzas para irme. Si bien me sentí mal en el momento, nunca dimensioné la gravedad de la situación que estaba viviendo”, contó la mujer, con voz pausada y quebradiza.
Un rato después, ella le preguntó si podía llevarla a la casa ya que se había hecho tarde. Llegó con una sensación de angustia, pero le ganaba el cansancio y ese estado somnoliento, así que no tardó en dormirse. Al otro día ella le envió un mensaje en el que decía que, por favor, si volvían a verse no repitiera su actitud porque eso no la hacía sentir cómoda. Insistió en que no era seguro, que ella no tomaba pastillas anticonceptivas y que, además, la decisión de tener sexo sin condón no había sido mutua.
Otros peligros. El estudio de la FMJ española advierte sobre una tendencia de los hombres a ignorar la salud sexual y reproductiva de las mujeres en citas concretadas a través de aplicaciones. Entre las encuestadas, 21,4% dijeron haber vivido situaciones en las que el hombre se quitó el preservativo en medio de la relación sexual sin consentimiento.
Lo que le sucedió a esta mujer parece ser un episodio que se reitera con cierta frecuencia. Al expresar ella su molestia con el episodio del preservativo a través de WhatsApp, él respondió con un cambio de tema y la conversación siguió por otros rumbos. El hombre comenzaba a tardar en responder y, cuando lo hacía, se mostraba cortante. Entonces, ella decidió entrar a Happn a ver si él estaba en línea. Al rato, recibió un mensaje por WhatsApp de él diciendo que estaba todo bien, pero que había notado que ella seguía en Happn buscando personas a quienes conocer. Y en seguida la bloqueó de WhatsApp.
Ella lo llamó varias veces pero él no contestaba. Su mente se aceleraba, recordaba todo lo sucedido y cada vez le parecía todo más “brusco”. Él respondió a través de Happn y le dijo que había notado cómo era ella, así que prefería que no volvieran a verse. La mujer se quedó con cierta angustia y durante una semana lloró todos los días, sin entender demasiado el porqué. Al compartir la experiencia con un amigo, le dijo: “No es por él, porque no lo conozco. No sé qué es lo que me provoca este llanto y este malestar”. A lo que su amigo contestó: “Estás mal y estás llorando porque eso fue un abuso y vos no te diste cuenta”.
Durante varias semanas, ella tuvo miedo de que él volviera a aparecer porque, además, sabía dónde vivía. Tuvo miedo también de que le hubiese contagiado alguna enfermedad de transmisión sexual. El riesgo de contagio de esas enfermedades es otro de los peligros de las citas con contactos de Tinder, Happn o cualquier otra aplicación, según Cedrés. El experto en medicina sexual hizo énfasis en la importancia de que las mujeres mantengan ciertas precauciones y practiquen “sexo seguro” con “medidas preventivas”.
Las propias plataformas de las aplicaciones son un terreno propicio para ejercer acoso sexual, advirtió Cedrés. Esto se puede manifestar “en forma de mensajes no solicitados de naturaleza sexual, fotografías inapropiadas o acoso verbal en línea”, dijo. “El acoso sexual puede ser muy perjudicial para la salud mental y emocional de las mujeres y puede hacer que se sientan incómodas y vulnerables”, agregó. En el caso de esta mujer, su mala experiencia llevó a que le costara volver a relacionarse con un hombre, para volver a conocer a alguien.
Otro de los peligros de las aplicaciones de citas está en su uso excesivo. Esto podría llevar a una adicción que afecte de forma negativa la salud mental y emocional del usuario, según advirtió el experto. Llegada esta etapa, las personas suelen descuidar otras áreas de su vida, como su carrera o sus relaciones interpersonales.