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Tabaré Vázquez había dicho en la última campaña electoral, que si era electo presidente por segunda vez abandonaría el ejercicio de la Medicina porque preveía que enfrentaría un período de gobierno “exigente”. Y cumplió con su compromiso. Lo que el mandatario no esperaba es que gobernar por segunda vez iba a resultarle tan complicado.
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Contrario a lo que ocurrió en los dos primeros gobiernos del Frente Amplio, el Poder Ejecutivo casi no tuvo “luna de miel” en el comienzo de la tercera administración. La oposición no le dio tregua, pero tampoco lo hicieron sectores del oficialismo ni buena parte de los sindicatos, aliados habituales de la coalición de izquierda. Fueron los “nueve meses más difíciles como gobernante”, dijo Vázquez a sus ministros, el 19 de diciembre, en una reunión del Consejo de Ministros, informó “El País” al día siguiente.
Las dificultades que enfrentó el presidente se reflejaron en la evaluación que de su trabajo hace la opinión pública. La aprobación de la gestión de Vázquez termina el año con un “saldo modestamente positivo”, solo porque el “núcleo duro” de los frenteamplistas lo respalda, según la última encuesta de Equipos Mori. Así, el presidente se recupera “parcialmente de dos mediciones con saldo negativo”, declaró a Búsqueda el director de esa consultora, Ignacio Zuasnabar.
Los resultados del estudio de Equipos Mori, cuyos datos fueron recabados entre el 1º y el 10 de diciembre, indican que el 36% de la opinión pública aprueba la gestión, el 28% ni la aprueba ni la desaprueba y el 35% la desaprueba. El 1% no respondió.
Zuasnabar explicó que la “luna de miel” de Vázquez “fue muy breve” y duró “menos de un semestre”. El gobierno “atravesó su peor momento en setiembre, en el marco del conflicto por la educación”, añadió el sociólogo. En ese momento, el Poder Ejecutivo decretó la esencialidad de la enseñanza después de que los sindicatos realizaran varios paros. El gobierno, que recibió duras críticas de legisladores oficialistas, nunca llegó a aplicar el decreto. “Ahí llegó a un saldo neto de –7, inédito en los gobiernos del Frente Amplio”, explicó Zuasnabar.
Otros mandatarios habían recogido porcentajes de aprobación similares o incluso menores a los que tuvo Vázquez en las encuestas de Equipos Mori. Es el caso, por ejemplo, de Luis Lacalle a mediados de 1994 (21%), de Julio Sanguinetti cerca del final de su segunda administración (26%) o de Jorge Batlle (7%).
“Clima” negativo.
Los datos de diciembre suponen una leve mejora en comparación con las encuestas anteriores, aunque en el Poder Ejecutivo esperaban un repunte mayor, dijeron a Búsqueda fuentes del gobierno. Aun así, el entorno del presidente espera que la situación mejore ahora que el Parlamento aprobó la Ley de Presupuesto.
“El presidente termina el año con saldo modestamente positivo, recuperándose parcialmente luego de dos mediciones con saldo negativo. Esta recuperación se explica básicamente por una mejora de los juicios entre los propios frenteamplistas, que pasan de una aprobación del entorno de 50% en setiembre, al 60% en diciembre”, dijo Zuasnabar.
“El gobierno enfrenta un clima de opinión diferente al de los dos anteriores, mucho menos positivo (aunque no decididamente negativo)”, añadió. “Al terminar el año la ciudadanía está claramente dividida en tercios. Un tercio que aprueba y sostiene al gobierno (básicamente, núcleo duro de votantes del FA), un tercio que está en el medio, y un tercio que desaprueba (básicamente, votantes de la oposición y una minoría frenteamplista fuertemente desencantada)”.
Alertas.
El director de Equipos Mori dijo que los resultados de la encuesta de diciembre van en línea con un fenómeno que se dio durante todo el 2015: “los indicadores de la opinión pública” han registrado “más cambios” que en “los diez años anteriores”.
“En diez meses cambió la percepción económica, la percepción del gobierno, hubo algunos cambios en la imagen de ciertos líderes; se ve que la opinión pública está modificando un estado que durante diez años fue muy estable”, declaró Zuasnabar durante una entrevista con Búsqueda en octubre.
Advirtió que hay encendida una “luz amarillla” y los políticos deberían prestarle atención. La ciudadanía tiene “un humor distinto” y está “preocupada por cuestiones de pan y manteca”, pero considera que el liderazgo político está “en una dinámica de mucha internita”, de peleas por “el poder” y no tiene su atención en “hacerse cargo de las preocupaciones de la gente”, dijo. Eso puede generar que en el mediano plazo la población mire “con menor confianza al elenco político en general” (Nº 1.837).
Zuasnabar considera que, a juzgar por los debates de los últimos dos meses, los políticos no cambiaron su conducta y siguen enfrascados en esas peleas por el poder.