La sesión en el Senado sobre la capitalización de Ancap está por terminar y el senador nacionalista Javier García carga directamente contra el vicepresidente Raúl Sendic, ex titular de la petrolera estatal. Le dice que “conoce bien” los “negocios ruinosos” del ente, le pregunta si “no pensó en bajar un momento a decir: ‘yo me equivoqué’”, lo mira y le exige que pida “perdón a los uruguayos”. Fue el último en hablar y su intervención, que duró poco más de 13 minutos, se reprodujo con inesperada fuerza viral entre los militantes blancos, que tapizaron las redes sociales con el video de Youtube con sus palabras.
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En su despacho en el Parlamento, vacío y con un silencio propio de enero, García se confiesa sorprendido por la viralización del discurso, pero lo atribuye a la “indignación nacional” que despertó el tema de Ancap. Dice que hay “soberbia e impunidad” en los dirigentes oficialistas en un “escándalo moral y ético”. Además arremete contra el presidente Tabaré Vázquez al que ve “cansado”, “debilitado” y con una “pérdida de liderazgo” a manos de la Mesa Política del Frente Amplio y de José Mujica. “Estamos viviendo en un régimen que teóricamente es presidencialista, pero que en realidad es colegiado”.
—Fue un fin de año agitado para los parlamentarios, que se tuvieron que reunir para discutir a fin de año el salvataje de Ancap. ¿Cómo observó ese proceso?
—Habitualmente se dice que los gobiernos tienen los primeros 100 días para llevar adelante las reformas más profundas, llevamos 300 días y de este gobierno lo único que va a quedar es el escándalo de Ancap y la capitalización — que yo le llamé capitulación— de los 900 millones de dólares. Es lo único que queda: el salvataje de Ancap. Y lo que esto nos revela a todos los uruguayos no es solo el tema económico, hay un escándalo de gestión y de dilapidación de los recursos, sí. Pero aparte hay un escándalo ético. Aquí el golpe más duro es el golpe a la ética política. Se perdieron 900 millones de dólares fruto de negocios ruinosos, de la impunidad de directores y también de una corporación de gerentes que deciden, ponen en riesgo una empresa y no rinden cuentas a nadie. La indignación nacional que hay con respecto a Ancap es por la montaña de recursos dilapidados y por el escándalo moral y ético que esto significa. Y no hay en todo el Frente Amplio alguien que diga, en vez de “festejen uruguayos, festejen; perdonen uruguayos, perdonen”. ¿Cómo puede ser que haya tal grado de soberbia e impunidad para no admitir que hoy todos los uruguayos tenemos que poner plata de nuestro bolsillo para tapar este escándalo? La política tiene dos pecados capitales: la corrupción y la soberbia.
—¿Y en este caso esos dos pecados van juntos?
—Quizás acá hay uno que seguro que va, que es la enorme soberbia. Y lo otro lo determinará la Justicia.
—¿Qué es lo que a su juicio puede terminar en la Justicia?
—Bueno, en febrero vamos a tener los informes finales de la investigadora. Allí han trabajado muy bien los senadores Álvaro Delgado y José Carlos Cardoso, hasta que tuvo el accidente, y después el senador Jorge Saravia. Y habrá un capítulo especial donde se verá reflejada la eventualidad de delitos o acciones ilegales.
—Pasando raya, usted decía que lo que le queda del 2015 es que se terminó hablando de Ancap y poca cosa más. ¿Fue un primer año de gobierno atípico?
—Sí, porque es un gobierno que tiene desgaste como si estuviera al final de su mandato. Porque aparte tuvo una característica muy particular: este fue un gobierno que a pesar de que la Constitución prevé que estamos en un régimen presidencialista, ha sido un gobierno colegiado.
—¿Cómo es eso?
—Y que el presidente no ha tenido liderazgo. La debilidad del presidente Tabaré Vázquez es notoria. El Vázquez de hoy es muy diferente al Vázquez del primer mandato. Yo no me imagino en su primer mandato a diputados y senadores pidiéndole renuncias de directores de entes como le han pedido en este período, en sala o en la prensa. O incluso que le falte un diputado en una sesión tan importante como la de la capitalización de Ancap. Eso a Vázquez no le pasaba en su primer mandato. Le pasa hoy por la debilidad que tiene. Porque en definitiva estamos viviendo en un régimen que teóricamente es presidencialista, pero que en realidad es colegiado. Al gobierno lo dirigen Vázquez, José Mujica, Danilo Astori y la Mesa Política del Frente Amplio. Y no necesariamente en ese orden. Quizá la Mesa Política del Frente pesa más que algunos de los dirigentes mencionados.
—¿Puede dar algún ejemplo de esto?
—En el tema de la política exterior. Ahí se marca claramente lo que significa la ausencia de un liderazgo. Uruguay dejó de tener una política exterior de Estado, ahora tenemos una política exterior de estadio. Ahora se resuelve desde la tribuna y a los gritos. Y esto es a pesar del canciller y del presidente de la República. Tuvimos el episodio del TISA y ahora vamos a tener toda la discusión con respecto al Acuerdo Transpacífico. Y tenemos una política de estadio, a los gritos y desde la tribuna, cuando tendríamos que estar viendo de qué manera podemos abrir mercados y estar abiertos al mundo para defender el trabajo de los uruguayos. No se dan cuenta de que lo que nos hace crecer es que en las carnicerías del mundo se venda carne uruguaya, que en los supermercados se vendan granos y lácteos. Eso es lo que necesitamos que compren. En el exterior no compran discursos uruguayos, deben comprar productos uruguayos. Eso es lo que nos da trabajo. Por eso esta discusión que deberíamos dar, de debate, de participar con una política exterior de Estado en un acuerdo con países que manejan la tercera parte del poder y del mundo, la cuarta parte del comercio mundial, no la tiene que manejar la Mesa Política del Frente a los gritos, creyendo que Uruguay va a crecer vendiendo tiras de asado en las carnicerías de Uruguay. ¿A qué voy con esto? Voy a la falta de liderazgo en el gobierno.
—¿Por qué cree que le falta liderazgo a Vázquez ahora, si en el primer gobierno lo tuvo y marcó una impronta fuerte?
—No sé, seguramente son problemas políticos internos. Pero yo noto a un Vázquez que está cansado, sin ganas de ejercer la Presidencia, me da la impresión. Y que ha cedido responsabilidades que son típicas de la conducción política al colegiado. Se ha sometido a eso. Pero también es verdad: es responsable Vázquez, es responsable Mujica, Astori. Este juego de la mosqueta política en Ancap, donde todo el mundo dice “yo no fui, fuiste tú, fue el otro”; no no, entendámonos: son responsables todos, del primero al último. Y nadie se hace cargo.
—Hace pocos días el asesor político de Astori, Esteban Valenti, salió a pedir disculpas en nombre del gobierno.
—Valenti es una persona de penitencias parciales. Podría haber aprovechado, ya que está pidiendo perdón por Ancap, a pedir perdón por Pluna. O por los casinos municipales que fueron todos inventos del sector de Valenti. Podría haber aprovechado a pedir un perdón completo.
—Quedan cuatro años de gobierno, ¿cómo se va a ubicar la oposición en este tiempo?
—Nosotros tenemos una responsabilidad como partido mayoritario de la oposición. Tenemos que cumplir con ese rol. Felipe González decía que los buenos gobiernos son aquellos que no solo hacen las cosas bien, sino que tienen buenas oposiciones. Tenemos un deber de lealtad ciudadana, porque nos eligieron para eso. Pero al mismo tiempo tenemos una vocación de gobierno. Nos queremos preparar desde ya para ser la alternativa. La opción en el 2019 va a ser entre el cambio y la continuidad.
—¿Cuesta encontrar el rol de la oposición en un gobierno cuyos dirigentes se cuestionan entre ellos? ¿Por qué hueco se meten?
—Si algo me parece que quedó claro ahora es que no hay oposición adentro del gobierno. Son todos gobiernos y todos responsables. Creo que en su momento ellos lograron concentrar el debate político dentro del Frente Amplio.
—¿Y ese momento ya pasó?
—Creo que sí, porque la gente descifró que ese juego de la mosqueta política era una farsa, una estafa política. Todos son responsables. Son responsables del escándalo de Pluna y del escándalo de Ancap. Los grandes bloques tienen cada uno su escándalo público.
—¿Cree que se tienen que armar alianzas en la oposición para derrotar al oficialismo? Hay varias movidas al respecto.
—Creo que lo que tenemos que tener claro es que el arco opositor tiene que generar un diálogo maduro, porque eso da muchas certezas para el día después de las elecciones. Por eso no entramos en ciertos juegos, sobre todo porque sufrimos la crítica desde el propio arco opositor hacia Luis Lacalle Pou. Sabemos lo que deteriora eso para el día después. Nos preocupamos mucho para el día después, por eso los días previos tienen que ser de mucho respeto y mucho diálogo. El planteo que hizo Jorge Larrañaga fue el de buscar diálogo en vistas al balotaje y me parece una cosa correcta.
—¿Cómo imagina la competencia para la Presidencia dentro del Partido Nacional? ¿Ve el mismo escenario que en las elecciones pasadas?
—Falta mucho tiempo. No voy a evadir la pregunta, pero falta mucho tiempo y faltan definiciones. Yo estoy absolutamente convencido de que Lacalle Pou va a ser el próximo presidente de Uruguay. Absolutamente convencido. Ha tenido la virtud de encarar un proceso político que parece de hace mucho tiempo pero que empezó en 2013. Nadie pagaba dos vintenes por su candidatura. Y ganó la interna y terminó respaldado en el balotaje por prácticamente un millón de uruguayos. Luis representa muy bien el liderazgo político del siglo XXI, bien diferente a los liderazgos del siglo pasado.
—Y teniendo en cuenta estos datos, ¿no se está pensando en una candidatura única, en eludir una interna siempre desgastante?
—Si alguien quiere una candidatura de ese estilo, lo único que no puede hacer es decirlo. Tiempo al tiempo y veremos.
Información Nacional
2016-01-07T00:00:00
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