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    “El gobierno venía muy envalentonado”, pero la concreción del referéndum hizo que cambiara el “tono de su discurso”

    El senador Mario Bergara es optimista en cuanto a que se derogarán los 135 artículos de la LUC, aunque recuerda que cuando se inició la recolección de firmas pensaba que “una gran campaña” hubiera sido alcanzar las 500.000

    El senador Mario Bergara no estaba entre los impulsores de la recolección de firmas como mecanismo para combatir la Ley de Urgente Consideración (LUC) porque consideraba que no alcanzarlas implicaba “un costo político importante”, pero hoy celebra haberse equivocado. “El gobierno venía muy envalentonado con que todo lo que tiraba lo pasaba en la sociedad y creo que eso cambió”, opina. El conductor de Fuerza Renovadora afirma que el referéndum no es un plebiscito contra el gobierno ni una elección de medio término, aunque sostiene que “el ánimo de la gente con respecto al proceso político puede incidir en el resultado”.

    Si se derogan los artículos, para Bergara, se dará “un debilitamiento del gobierno” y se “fortalece al movimiento popular y en particular al Frente Amplio”, que “queda mejor parado para el proceso político posterior”. Sin embargo, advierte que ganar el referéndum no implica tener el triunfo electoral en 2024 asegurado. Pero aun si la ciudadanía elige no derogar los artículos cuestionados, el senador considera que será un “golpe” para la izquierda, “pero es menor con el envión que implicó la juntada de firmas y todo el proceso político”.

    De cara a las elecciones internas, dice que su apuesta es por buscar candidatos con “amplios consensos”. Asegura que el espacio “seregnista” está “avanzando en una confluencia mayor”, porque “le haría muy bien al Frente Amplio”.

    ¿Qué evaluación hace de la gestión del gobierno?

    —Básicamente hay dos carriles, que el propio gobierno separó: la cosa más estructural y la atención a la pandemia. Con la pandemia, nosotros habíamos acompañado la estrategia de gobierno en los primeros tiempos en materia sanitaria y cuando recrudeció a fines del año pasado, ahí planteamos que debía tener una tesitura diferente en lo sanitario y obviamente discrepamos con una estrategia que no atacó con la fuerza debida para evitar contagios y fallecimientos. En materia económica discrepamos desde el primer día. Hicimos un planteo desde marzo de 2020 sobre la necesidad de que el Estado tuviera un rol mucho más potente en ayudar a los sectores que iban a verse más perjudicados en el contexto de la pandemia y las consecuencias críticas en materia económica y social, de ayudar a las micro y pequeñas empresas para que no cerraran, y de sostener un poco el empleo con más inversión pública, como lo hicieron prácticamente todos los Estados del mundo. Eso ha hecho las consecuencias económicas y sociales que tenemos con decenas de miles de puestos de trabajo menos, 100.000 compatriotas que caen bajo la línea de pobreza y empresas cerradas. Esto se da en un marco donde el gobierno instaló su política de festejar ahorros. Tiene una tónica de ajuste fiscal aún en el contexto de crisis por la pandemia y donde esos ahorros, que en buena medida se explican por la baja de salarios, por la baja de jubilaciones y por el recorte de las inversiones y política social, han llevado a resultados negativos. Por ejemplo, el gobierno argumentaba que no ha tomado medidas de restricción de movilidad para evitar muertes porque iba a sufrir la economía. Otros países actuaron diferente. Y si uno mira en la región, Uruguay es de los que más cayó, casi seis puntos el año pasado, y el repunte de este año va a ser mucho más modesto de lo que el gobierno planteó. Además, en este año y medio el gobierno ha mostrado un cúmulo de incumplimiento de promesas electorales. En la campaña electoral el presidente dijo que no iban a bajar los salarios, y ya bajaron. Dijeron que no se iba a recortar inversión pública ni políticas sociales y no hay prácticamente política social que no tenga menos presupuesto en términos reales. Se planteó que no habría más impuestos y, más allá de los eufemismos, el haber cambiado las reglas tributarias del pago con medios electrónicos es una suba de impuestos; son dos puntos más de IVA. Y también dijo que no iba a haber aumento de tarifas.

    ¿Cómo lee las encuestas? Por un lado, baja la aprobación del presidente, pero por otro sigue estando en niveles altos.

    —Un 40 y pico por ciento no parece ser una cosa desmedida en el contexto de lo que fueron los resultados electorales. Cuando hablábamos del 65%, sí, uno podía considerar que necesitaba una mayor explicación. Pero lo que está claro es la tendencia. Más allá de que al principio tenías la luna de miel de todo gobierno y el efecto de la lucha nacional contra la pandemia, que en general provocaba más aprobación de todos los gobiernos. Tras la pandemia hay una clara caída de la aprobación, y entiendo que hay decisiones que explican esa caída, como las tarifas, los combustibles, la evolución salarial y la evolución de las jubilaciones. En la medida en que estas cosas no se reviertan puede ser previsible que la tendencia continúe.

    ¿El Frente Amplio, apoyado en el proceso de recolección de firmas, logró pararse como oposición?

    —Se han dado varios procesos en paralelo que ayudaron a que el Frente terminara de absorber el golpe de la derrota electoral. Un proceso que sí tiene que ver con la actuación pública, el tema de la LUC y las firmas, que implicó un cambio de escenario político con la juntada de firmas tanto en la relación gobierno-oposición y un posicionamiento más firme sí del Frente Amplio. También hubo procesos en la interna: de avance de la discusión de la autocrítica, de balance y de los lineamientos para el futuro que creo se están haciendo de manera muy razonable. El escenario de pandemia obligaba a actuar en clave de cautela como oposición. El pasaje del tema pandemia habilita a que el Frente se pare con más firmeza y también muchas cosas que están ocurriendo habilitan a que se tenga una postura más firme.

    Usted dijo que era partidario de ir por el “camino corto” para llegar a las firmas contra la LUC. Ahora, con el diario del lunes, ¿hubiera sido más sencillo?

    —Más sencillo sí, pero obviamente no tenía el mismo impacto de movilización de toda la estructura del movimiento popular y del Frente Amplio. Me alegro haberme equivocado. Con el diario del lunes todos somos Gardel pero en aquel momento nadie, ni los principales impulsores del camino largo, pensaban que se podría lograr un resultado tan contundente.

    ¿Cuál era el riesgo que veía?

    —En el marco de la pandemia y en el contexto político en el que estábamos, el riesgo de no poder hacer una gran campaña podía haber tenido un costo político importante. Pensaba que juntar 500.000 firmas era una gran campaña. Afortunadamente me equivoqué.

    ¿Es una elección de medio término?

    —No lo planteo como que es un plebiscito contra el gobierno ni creo que sea una elección de medio término. Lo que sí creo es que el ánimo que la gente tenga con respecto al proceso político —cómo está el gobierno y cómo está la oposición— puede incidir en el resultado. Y también creo que el resultado va a incidir en el proceso posterior.

    ¿Alcanzar las firmas fue un parate al gobierno?

    —Sin duda. No sé si un parate pero al menos un afloje. El gobierno venía muy envalentonado con que todo lo que tiraba lo pasaba en la sociedad y creo que eso cambió con la entrega de las firmas. Las figuras del gobierno han cambiado el tono del discurso.

    ¿Si se derogan los artículos, qué implica?

    —Implica un debilitamiento del gobierno, porque varios de esos artículos son parte de su programa, que queda cuestionado por la propia gente. Fortalece al movimiento popular y en particular fortalece al Frente Amplio porque quienes impulsan un proceso exitoso, obviamente, quedan mejor parados para el proceso político posterior.

    ¿Y para el 2024?

    —El proceso político posterior va desde el 2022 hasta el 2024 sin dudas. Pero que no se interprete esto como que si se gana el referéndum, el Frente Amplio tiene la elección ganada.

    ¿Y si no se llega?

    —Y si no se llega va a depender un poco de las distancias. Si se da lo que dicen las encuestas de que sería un resultado más o menos reñido, creo que obviamente le haría bien al gobierno y sería un golpe también para nosotros, pero no tan grave. Si no se ganara el referéndum, hipótesis que no manejo, de todas maneras el haber llevado adelante el proceso y alcanzado esa instancia deja un saldo positivo. Podrás tener un golpe, pero es menor comparado con el envión que implicó la juntada de firmas y todo el proceso político.

    ¿Por dónde debería ir la discusión? Pareciera que el gobierno se enfocará en la seguridad…

    —Discutir sobre los 135 artículos no tiene mucha factibilidad. Identificamos que hay algunos ejes principales. En materia de seguridad no se trata del concepto de seguridad en general, sino que ahí apuntamos a derogar cosas concretas, por ejemplo, el tema de la legítima defensa, donde lo que está en juego no es la vida humana sino la propiedad. Ha habido circunstancias donde hubo disparos y fallecidos cuando lo que se estaba robando era una bicicleta o una oveja. Si no hay pena de muerte para esto, la legítima defensa parece un exceso en ese tipo de circunstancias. Otro aspecto es el aumento generalizado en materia de penas para los adolescentes infractores y la eliminación de algunos mecanismos como la suspensión condicional del proceso, que permitía canalizar circunstancias que no implicaran el hacinamiento en centros de reclusión, cosa que lamentablemente está volviendo a pasar. Acá no puede verse como caricatura el hecho de que si el Frente no reprime y el gobierno reprime o que el Frente está en contra de la suba de penas y el gobierno no, porque en el gobierno del Frente Amplio hubo aumento de penas, por ejemplo, en los casos de copamientos y tuvieron buenos resultados. Incluso en la LUC el Frente Amplio votó aumento de penas para delitos de violencia sexual, para violaciones o para delito de cuello blanco de narcotráfico.

    ¿En qué otros temas debería enfocarse el Frente Amplio?

    —Hay un eje en la educación, que es básicamente la eliminación de la participación democrática de los docentes en el proceso educativo y este estatuto nuevo de relación laboral que precariza el vínculo y además genera mucho caos, porque conviviría con el anterior. La LUC fue una cosa hecha con mucha improvisación y nos quedó claro, porque de los 500 artículos después modificaron 400. En materia de relaciones laborales, obviamente somos contrarios a la reglamentación del derecho a huelga que está en la LUC, porque limita algo que dice la Constitución que hay que salvaguardar. No es solo el derecho a huelga sino la efectividad de la huelga y tal como está en la LUC se erosiona la efectividad violando la Constitución, y además se criminalizan los piquetes y las movilizaciones. Otro eje es en la vivienda, sobre todo en la creación de esta figura del desalojo express, que para aquellos que alquilan sin garantía, que no es algo que esta ley permita, ahora en vez de seguir un proceso balanceado, queda totalmente desbalanceado porque a un buen pagador lo pueden sacar en 30 días. Y después en temas de inclusión financiera donde vemos dos o tres artículos increíbles, que erosionan la lucha y la prevención del lavado de activos. Después de casi 13 o 14 años donde aumentaban los reportes de operaciones sospechosas en el Banco Central, 2020 es el primer año donde eso baja porque la percepción del riesgo bajó a partir de los mensajes que se dieron con estos artículos y la discusión en la LUC. A su vez, nos parece insólito y nos hace preguntar para quién se está legislando, con el artículo que habilita pagos en efectivo por más de US$ 100.000. La ley de inclusión fijaba un límite de US$ 4.000 a US$ 5.000. Uno podía discutir si no debía ser US$ 8.000 o US$ 10.000, pero lo que pone la LUC está en US$ 108.000.

    Durante la interpelación al ministro Luis Alberto Heber usted planteó que hubo un uso abusivo de poder de jerarcas de gobierno. Lo definió como un acuerdo ilegal e inconstitucional. ¿Se llevará el caso a la Justicia penal?

    —Estamos evaluando eso, pero parece un corolario lógico tras el escandaloso acuerdo, que entrega el puerto a un monopolio por 60 años sin un solo informe jurídico y económico y que consideramos inconstitucional, porque genera un monopolio sin ley. Si nosotros decimos que pasaron todas esas cosas, me parece que sería lo razonable. Más allá de que estamos evaluando procurar primero la nulidad del acuerdo, debemos ver cuáles son las vías que corresponden y también evaluar las responsabilidades en la órbita penal de jerarcas que actuaron en este tema. Acá no hay una ley que la Suprema Corte pueda decretar inconstitucional sino que es un acuerdo con una decisión administrativa del Poder Ejecutivo, por lo tanto ahí es otra la vía, que termina seguramente en el Tribunal de lo Contencioso Administrativo, sin perjuicio de la órbita judicial, donde ahí son responsabilidades penales.

    ¿Coincide con Charles Carrera en que hubo dolo o negligencia?

    —Que hay enormes niveles de incompetencia, no tengo la más mínima duda.

    Mario Bergara. Foto: Nicolás Garrido / Búsqueda

    Durante su campaña como precandidato presidencial planteó la necesidad de que el Frente Amplio renueve su estructura. ¿Es el momento de hacerlo?

    —Hay dos etapas. Hay un proceso de renovación que sí se está dando y que en buena medida arranca con la autocrítica, y cuyo eje para mí es volver a profundizar el vínculo con la sociedad y atender los temas de la sociedad de manera mucho más amplia de lo que lo hicimos en la última etapa. Pero no es ahora la discusión de la transformación de la estructura orgánica. Sí es ahora el proceso de elección de nuevas autoridades en base a la autocrítica y los lineamientos futuros. El nuevo equipo de conducción debe tener apoyos amplios de los sectores y sobre todo que encarne el proceso de autocrítica, de renovación y de los lineamientos que se definan para el futuro del Frente. Y creo que después, y después del referéndum, se abre un espacio donde tenemos que discutir en la interna del Frente una actualización de la estructura orgánica, porque la sociedad es diferente en cuanto a la forma de participación y de relacionamiento.

    ¿Fuerza Renovadora tiene previsto presentar algún candidato?

    —No. Nosotros estamos en diálogo y trabajando para algo que nos parece fundamental, que es encontrar alguna figura, compañero o compañera, que tenga acuerdos y apoyos amplios. Primero, no pensamos en un escenario de candidatura única. Eso está claro que no va a ser. Pero tampoco creemos que el Frente esté en condiciones de afrontar una elección de muchos candidatos, de disputa fratricida, y que el resultado sea que gana uno con el 20% de los votos porque lamentablemente las experiencias anteriores nos muestran que es importante la elección, pero tan importante es cómo se gobierna después y con qué apoyos.

    Ese nombre de consenso parecía ser Marcos Carámbula. Hay quienes leen que parte de su decisión de bajar la candidatura es porque no consiguió apoyos en el espacio “seregnista”.

    —Esa lectura no es correcta. Es cierto que había sectores que habían definido su apoyo a Carámbula. Nosotros no lo habíamos definido pero estábamos en diálogo y no lo descartábamos en absoluto. Y tengo claro que no fue esa la decisión por la que Carámbula se bajó. Para empezar, que la carta nos sorprendió a todos.

    Hasta ahora Gonzalo Civila y Martín Couto ya “oficializaron” sus postulaciones. ¿Cumplen con esos requisitos?

    —Nosotros vamos a seguir en el diálogo con todos los sectores con esa lógica. Si cualquiera de esos dos nombres congregara apoyos amplios, no tenemos por qué descartarlos.

    ¿Por qué cuesta unificar lo que sería el espacio “seregnista”?

    —Estamos muy de acuerdo en la labor política y la labor parlamentaria. En eso hemos trabajado muy bien todo este tiempo y soy optimista en cuanto a que estamos avanzando en una confluencia mayor. Creo que le haría muy bien al Frente Amplio además de hacernos bien a nosotros. Es un sector importante del Frente porque si consideramos los tres sublemas, estamos hablando del 40% de los votos del Frente en octubre.

    ¿Por qué cree que se plantea que en este tema Danilo Astori y usted no logran ponerse de acuerdo?

    —Eso es falso. Es más, Danilo y yo tenemos una sintonía increíble en materia de posicionamientos políticos. Es más bien un proceso de pequeña historia en el marco de lo que digo, de la reformulación de liderazgos y estructuras que el Frente está teniendo.

    ¿Volverá a ser precandidato en 2024?

    —2024 para mí es el siglo XXIV, falta mucho tiempo. En dos o tres años en política pueden pasar muchas cosas, así que no está en nuestro horizonte de corto plazo tomar ninguna definición al respecto. Y mucho menos si condiciona el accionar político actual que requiere de un Frente Amplio con visión frenteamplista y no sectorial para refortalecer a la principal fuerza política del país.

    Información Nacional
    2021-08-25T21:24:00