¿El último intento?

¿El último intento?

Editorial

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Nº 2158 - 20 al 26 de Enero de 2022

Nos viene a la cabeza el libro y película El último de los Mohicanos, aunque no estamos hablando de una tribu en extinción, sino de la última vez que uno de sus representantes estuvo en el poder para mostrar sus cualidades. Nos referimos a Ignacio de Posadas, mano derecha de Luis Alberto Lacalle Herrera, como sexto senador (entró por restos, ¡arriesgó el presidente!) y luego el ministro de Economía cuando se consiguieron resultados que parecían imposibles en aquel contexto político. El último que logró impulsar políticas económicas liberales en nuestro barro de la socialdemocracia.

En su reciente libro ¿Te acordás, hermano?,  el relato de sus tiempos de senador y especialmente de ministro, nos resume un “trabajo titánico y de infinita paciencia” para lograr imponer sus ideas más liberales. Esto incluye a sus aliados políticos y hasta colegas de gabinete acostumbrados a un cierto abuso del gasto del Estado, y con ello, conseguir la complacencia de sus votantes. Uno de sus compañeros de equipo fue nuestro fundador Ramón Díaz en el Banco Central —tema de un editorial reciente— que, siendo más purista, tiene que haber sido una influencia importante en el ministro, un liberal más pragmático. Jorge Batlle jugó también un papel importante —según el propio senador y con el tiempo, presidente colorado—, moviendo los hilos para que De Posadas ocupara la posición.

Fueron tiempos duros que empezaron a mejorar y mucho. Para el fin de 1993 “los dos frentes, el fiscal y el inflacionario, estaban bastante controlados y la economía estaba en franca expansión”. Javier de Haedo, en la OPP, había pronosticado con acierto que el crecimiento era más del 8%. “En materia fiscal cerramos el 93 con superávit, un verdadero record”, recuerda De Posadas. También hubo una fuerte caída del desempleo. Quizás un tanto envalentonados presentaron una Rendición de Cuentas con cero gasto. Era año electoral, y el inflador parlamentario comenzó a funcionar y se votó “cuanto aumento les pasaba por delante”.

En la última sesión del Consejo de Ministros de Lacalle Herrera, Guillermo García Costa –ministro de Salud-, en plan de despedida, dijo que lo positivo de aquel gobierno fue “una visión distinta de país”. Hubiera sido importante la continuidad de una visión así, pero la historia quiso otra cosa.

Un último proyecto interesante presentó De Posadas ya en tiempos de cambio de gobierno: transformar los entes autónomos en sociedades anónimas de capital abierto. Contaba con apoyo nacionalista y el nuevo ministro de Economía, Luis Mosca, compró la idea, pero el presidente Julio María Sanguinetti no lo vio conveniente. “Otra oportunidad perdida”, subraya el autor.

En una nota con Búsqueda, el expresidente Sanguinetti afirmó con orgullo que nuestro Estado sigue siendo socialdemócrata a pesar de los intentos de cambiarlo. En este libro queda claro lo que no dijo, que no fue una cosa natural, sino producto de todo tipo de movidas en las que tuvo un papel importante. Hoy el Partido Colorado paga el karma de esas actitudes que se convirtieron en pasto fértil para que el Frente Amplio lo desplazara y con una corrección en el relato, encontrara su lugar en el mundo. Tampoco dijo que Uruguay está muy rezagado respecto a países del mundo que estaban en una situación pareja con nosotros hace 30 años.

El libro de De Posadas también relata el tiempo del autor como integrante de Por La Patria y su discrepancia con Wilson Ferreira cuando se creó “Nuestro Compromiso con Usted”. Le hizo saber su desacuerdo, pero Ferreira le contestó que no se preocupara, porque “nadie lee” el programa. Es verdad que nadie lo lee, pero los titulares eran fuertes: reforma agraria, nacionalización de la banca y del comercio exterior. Concordamos con el autor: “un disparate mayúsculo”. En ese momento, para muchos nacionalistas prevaleció la importancia de ganarle la presidencia a Juan María Bordaberry y evitar que nos llevara a donde finalmente nos llevó.

En aquel gobierno blanco que integró De Posadas se dieron los primeros pasos de un camino que había mostrado su potencial para ser un país próspero, pero su continuidad fue rechazada más que nada por el espectro político. Tenemos el 2022 y 2023 como para soñar con esos segundos pasos; los protagonistas no son los mismos.