“En Uruguay nunca fue importante la cultura, fueron importantes las personas cultas”

entrevista de Javier Alfonso 
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Mientras espera que le llegue el bendito SMS que le confirme el día y hora en que recibirá la primera dosis de la vacuna anti-Covid, Ruben Rada no para. Acaba de publicarse su nuevo disco, As noites do Rio / Aerolíneas candombe (por MMG, por ahora solo en plataformas digitales), dedicado a su madre, Carmen Silva, oriunda de Santa Ana do Livramento. Sin embargo, ya está grabando el siguiente. Rada habla y al mismo tiempo Rada canta. Habla cantando. Canta hablando. Alguien dijo que a Rada la música se le sale de los bolsillos. En 40 minutos de charla con Búsqueda, canta no menos de 15 o 20 fragmentos de canciones. Menciona un tema y lo canta, lo tararea mientras marca el ritmo con las manos en la mesa. Con el audio de esta entrevista se podría editar un compilado de tres o cuatro minutos de Rada en estado de máxima pureza. La primera pregunta es por el disco nuevo que acaba de salir, pero Rada contesta hablando de su próximo proyecto. Y en un tris tras está describiendo otro pendiente, al que en breve le empieza a echar mano. Y otro. Y otro más. Así es una charla con Ruben Omar Rada Silva. Una montaña rusa musical, impredecible y vertiginosa. En un momento estás en el barrio Sur vibrando con un candombe, al segundo estás en el Mississippi metido en un blues profundo y gutural y en un pestañeo estás escuchando un samba o un baião y de inmediato viajaste a las antípodas, y estás frente a un japonés haciendo jazz vocal. A continuación, lo medular de una charla que se podría sintetizar con esta frase: “Lo mío no es candombe ni rock funky ni jazz ni nada. ¡Yo soy un artista de world music! ¡Es lo vengo diciendo hace mil años!”.

—Aparte de As noites do Rio, ¿cuántos discos en carpeta tenés?

—Creo que cuatro. Es que no puedo perder tiempo. Para un hombre de 77 años, perder un año es como perder 10. Ya estoy grabando el próximo, al que le llamo Robando poesía. Es un disco de clásicos de la canción versionados en candombe. O capito que te amo, El breve espacio en que no estás, de Pablo Milanés, Pintor que pintas iglesias, Ten piedad (canta), Perales, ¿viste? Son 12 canciones muy pegadizas y candombeadas quedan bárbaras. Después tengo un disco ya grabado con mis tres hijos, un proyecto de un disco de funky que se llamará Rada funk, y también estoy preparando un disco que no es para niños, pero tiene tres o cuatro canciones infantiles divertidas. Ojo, no es Rada Para Niños. Viste que ahora con Spotify se volvió a la época nuestra en la que sacábamos simples con dos canciones. Ahora sacás un tema, después sacás otro, y allá a las cansadas sacás un disco.

—Has contado ya que tenías pendiente hacer un disco en portugués como tributo a tu mamá, que era brasileña. ¿Cómo se concretó este viejo sueño?

As noites do Rio nace de conocer a Tamy, una cantante brasileña que vivió unos años en Montevideo (Tamy Duarte Macedo), de la que me hice muy amigo, junto con su marido, Francisco, también músico, dos divinos que aman Uruguay y tuvieron una hija en Uruguay. Ellos me presentaron a Ronaldo Bastos, un gran poeta que vive en Río. Un día fuimos a una cena en la casa de Tamy, yo cociné, estuvimos charlando de música y otras cosas, y el tipo me ofreció hacer una parcería, como le dicen ellos. Fue muy simple: empecé a mandarle músicas y él le ponía letras. Por supuesto que lo apabullé a canciones (ríe). En menos de una semana le mandé casi todo el disco (ríe). Empecé a hacer músicas y a reciclar algunas viejas ideas que tenía encajonadas (canta), como esta canción que tenía en mente, un tango llamado, en vez de Bajofondo, En el frente (ríe), y la adapté para ponerla en este disco. Así se fue alineando todo como para cumplir este viejo sueño que le debía a mi mamá. Bastos me hablaba de que en Brasil siempre había sido más importante el apellido de la madre que el del padre, y ahí pensé: Carmen Silva, es tu oportunidad. Mi idea con estas canciones es que el espíritu de Carmen entre a Brasil. Ella vino a Montevideo de Santa Ana do Livramento con cuatro hermanas más: Ramona, Eudosia, María y Rumualda. Y nunca pudieron volver a Brasil porque nunca reunieron el dinero para el viaje.

—Menos mal, porque estarías ahí cantando con Chico Buarque, Caetano Veloso y Gilberto Gil…

—Mirá, yo me podría haber quedado en Europa, tenía oportunidades en Italia, en España, pero siempre me tiró volver a Uruguay. A pesar de haber estado 23 años afuera nunca pude estar muy lejos. Siempre volvía, y siempre con un disco nuevo. Y durante un buen rato acá nadie me daba pelota porque pensaban que yo ya no volvía más, que no me importaba el Uruguay. Especialmente cuando estuve en Argentina, donde grabé un montón de discos. Un día volví a Uruguay con Terapia de murga y Pa los uruguayos. San Martín, que era un promotor que me conseguía conciertos, me dijo que en el Solís justo en esos días iban a dar unos premios, armó la cosa e inventaron una medalla como “leyenda viviente”. Y yo me reía porque estaba sacando un disco increíble atrás del otro y esos discos eran absolutamente ignorados. Era como que no existía más acá, y de golpe era leyenda. Me daba mucha risa.

—¿Cómo fue el trabajo con Ronaldo Bastos?

—Él, por supuesto, se tomó su tiempo para escribir. Como seis meses. Es que él hace poesías, no letras. ¡Yo hago letras! (ríe). Él no deja ninguna palabra al azar. Un genio. Y eso enriqueció el disco porque la música es la misma que hago siempre. Yo soy un artista de world music. Es lo que vengo diciendo hace mil años. Canto de todo porque me crie cantando en las boîtes, en los cabarets, en los barcos, en las fiestas para que la gente baile.

—¿Te sentís cómodo con el término crooner?

—¡Claro! Milton Nascimento también sacó un disco bien de crooner hace tiempo. Soy un crooner, me adapto a la música del momento. Grabo con el Peke 77, con el Gucci, canto con todos. Incluí la música para divertir a la gente en mi música. Por eso vengo haciendo un disco de cada género, tango, milonga y candombe, pop, rock, ahora brasileña, y Parte de la historia, el concierto (editado en CD recientemente por MMG) en el que volví a traer al presente la música de los tres grande grupos en los que estuve, El Kinto, Tótem y Opa, un logro por el que le estoy eternamente agradecido a Monte (Gustavo Montemurro, pianista, tecladista, arreglador y productor de casi todos los proyectos de Rada en los últimos años) y a Matías (Rada), que se bancó en la viola prácticamente todo el concierto, tocando toda esa maravilla, hasta que en un momento entró Dinamita Pereda. Fue uno de los conciertos que más disfruté en mi vida a pesar de que no estuve bien de la voz ni en el Solís ni en el Sodre.

—Bueno, y volviendo a Brasil...

—Bueno, cuando Bastos me mandó todas las letras entramos al estudio con Monte y lo grabamos. Fue muy fácil para mí la pronunciación. Seguramente me ayudó mucho ser hijo de una brasileña. Se ve que algo de ella que está dentro mío me ayudó con el portugués. Y también haber cantado muchas veces en las boîtes: Olha que coisa mais linda (canta Garota de Ipanema) y Vai minha tristeza e diz a ela (canta Chega de Saudade). No hay cantor de boliche que no haya cantado temas de Chico, de Milton, de Gilberto, de Jobim. Entonces, cantando, te vas acomodando en el idioma.

—¿Recordás cantos de tu madre, en tu infancia?

—Para dormir, me cantaba: Nego de cabelho duro, ¿qual é o pente que te penteia? (canta), Negro de cabello duro, ¿cuál es el peine que te peina? Y después me cantaba: Caluuuu Caluuu (tararea). Eran baiones (género) que cantaba Bi Farre, que le decían el Sinatra brasileño. Me cantaba Iracema (la canta), que cantaban los Demônios Da Garoa. Después me cantaba: Rio de Janeiro, cidade de noite e luz, de dia falta agua, de noite falta luz (ríe). Tremendas canciones, por eso en este disco hay un baião (Baião é Água Espraiada) dedicado por Bastos a Luiz Gonzaga, el “rey del baião”.

—También está Brasil, con una letra muy crítica con este momento político en Brasil (Cuando golpea fuerte el corazón y el pueblo noble pone sus manos, todo mejorará)...

—Es un tema con el que estoy muy comprometido porque pienso lo mismo, en las antípodas de la festividad. No es el momento de sacar un disco de fiesta. Este disco no es un disco divertido. Tiene cosas muy lindas, pero no es lo que se dice para arriba. Tiene mucha musicalidad, pero pasa por muchos estados.

—¿Cómo fue el vínculo con Carlinhos Brown, con quien cantás el corte de difusión?

—Lo fui a ver al Antel Arena cuando vino con Tribalistas y lo fui a saludar después del show. Después él volvió, tocamos tambores juntos, fuimos a comer juntos a una parrillada de la calle San José y charlamos de música. Después, cuando estábamos grabando ese samba llamado Chão da Mangueira, se me ocurrió invitarlo en ese tema. Bastos lo llamó y el tipo dijo que sí en seguida, y le puso todo el swing. Por más que la grabación fue desde allá, se recopó, le puso mucho amor, y me nombra como 500 veces en la canción (ríe).

—En Dia da morena cantás con Tamy, la artífice de este disco. Es la única cantante solista, porque están tus hijas pero en coros. ¿Fue un agradecimiento?

—Julieta y Lucila son “Las Perlas”. Cada vez que cantan me vuelvo loco (suspira). Endulzan todo. Antes esas cosas las hacía yo cantando como mujer (tararea en falsete). Por eso les estoy tan agradecido a ellas, así como lo estoy con Gustavo Montemurro, antes que nadie, porque es la persona con la cual nos encerramos horas y horas para hacer todos estos trabajos. Es un tipo divino, que me entendió mucho, me deja tirar ideas, me deja inventar. A veces le digo: “Poneme una base”. Y me dice: “Negro, ¿estás loco?”. Y en dos horas tenemos un tema nuevo. También le agradezco a todos los músicos que tocan conmigo, en este disco y en otros: a Matías, a Nico Ibarburu, a Mauro Pérez, el músico maravilloso que con su armónica enriqueció Travessia, la versión de ese temazo de Milton que hacemos. Le agradezco a Fede Righi y Nacho Mateu (bajo), a Nelson Cedrez (batería), a Lobo Núñez (tambores) y a la cañería de Artigas Leal, Santiago Gutiérrez y compañía. A todos ellos, todo mi amor y agradecimiento.

—¿Por qué elegiste Travessia, entre tantas canciones, para versionar?

—Porque Milton es el más grande. Es mi ídolo de Brasil. Es el que tiene la mejor voz. Es el mejor cantante de América y no sé si del mundo. Él y Pablo Milanés me hacen llorar. Voy a verlos y no les veo la cara, lloro todo el tiempo. Como cuando vi a Sinatra en México. Arrancó con I got you... (canta) y me largué. No lo vi más.

—¿Y volviendo a Tamy?

—Bueno, a Tamy le estoy muy agradecido por haberme presentado a Bastos y porque llevó a Julieta a cantar a Río, pero no está en el disco como agradecimiento, sino porque me encanta como canta. Y eligió un tema difícil como Día da morena, que está en ritmo de siete por cuatro, algo nada usual (tararea y percute el ritmo en la mesa). Eso lo traigo yo de Opa, lo aprendí con Airto Moreira. Y ella lo canta maravillosamente.

—Uruguay-Brasil no es un puente tan frecuentado en la cultura uruguaya. ¿Por ese tema le pusiste Aerolíneas candombe al disco?

—Exacto, porque esa música se llama Aerolíneas candombe y está en mi disco Pa los uruguayos. Como Bastos le puso otra letra a esa música, le pusimos al disco As noites do Rio, alias Aerolínas candombe. He recibido mensajes de amigos brasileños que me han señalado como elogio, además de las letras y las músicas, que no tiene saudá, que es cuando se nota mucho que no sos brasileño. En eso me ayudaron varios amigos brasileños que viven acá.

—¿Esta época es complicada para planificar, pero te gustaría ir a presentar el disco allá y pegarla en Brasil?

—Sí, me gustaría darme una vueltita por Brasil. Una vueltita en ese país pueden ser tres meses tocando (ríe). ¡Me encantaría! Y Tamy está allá esperando para armar algo, y seguramente ella y Carlinhos se prenden a cantar conmigo. Lo que pasa es que tengo 77 años y todavía no estoy vacunado (ríe). Estoy en la franja de los últimos.

—¿Cómo estás llevando este tiempo de encierro en el que los artistas están expresando su angustia y sus reclamos?

—Y... perdimos a Cachila y a Sonsol. El tipo se calentaba, gritaba y transmitía con emoción. Estaba ahí, ponía su espíritu en el básquetbol, en el fútbol y en todos lados, y ese espíritu está faltando. Se nota. Sobre la cultura, tengo que decir algo que de repente no va a gustar. Creo que en este país nunca fue importante la cultura, fueron importantes las personas cultas: China Zorrilla, Carlos Perciavale, Víctor Hugo Morales, el Negro Rada, Darienzo, Leguizamo, Julio Sosa, Villanueva Cosse, Walter Vidarte, Santiago Arrieta, la Riccetto. Los cultos, los que le meten. Hugo y Osvaldo Fattoruso. Millones. Los que salimos a mostrarle al mundo lo que hacemos. Porque en Uruguay si no salís para afuera la quedás. Porque el Uruguay no ha sido un país donde la cultura sea una preocupación. Y está quedando demostrado. Subvenciones para un montón de gente, pero… en los trabajadores de la cultura hay muchos que no están siendo ayudados. Por supuesto que si hay que salir a luchar por la música soy el primero que pone el pecho.

—¿Creés que debería ser mayor el apoyo público a la cultura?

—Creo que sí, que es una obligación. Porque si no esa gente se pierde, se dedica a otra cosa. Si no tenés para comer y pagar las cuentas, y te cansás de pedirle ayuda a tus amigos y familiares, agarrás lo que sea. Cuando termine esto, te vas a encontrar con cantidad de gente que dejó la música, el teatro o lo que sea y está sobreviviendo en cualquier otra cosa.

  • Recuadro de la entrevista

“Le dije que no a Tom Jones”

 

Vida Cultural
2021-04-08T00:39:00