Nº 2135 - 12 al 18 de Agosto de 2021
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáLa Organización Mundial de la Salud (OMS) exigió un reparto más justo de las vacunas contra la Covid-19. El organismo pidió que se suspendan durante al menos dos meses las dosis de refuerzo que algunos países desarrollados y en vías de desarrollo quieren poner en marcha. La OMS también propuso no vacunar por el momento a los adolescentes. Con estas medidas se alcanzaría el 10% de inmunidad en cada país del mundo.
Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS, advirtió: “No podemos y no debemos aceptar que países que ya se han servido de la mayoría de las vacunas utilicen aún más dosis, ya que los países más vulnerables siguen desprotegidos”.
La opinión de la OMS hasta ahora fue considerada muy importante en las estrategias elegidas por los gobiernos de los distintos países para enfrentar la pandemia del SARS-CoV-2 (conocido también como el coronavirus) e imponer las medidas que se vienen aplicando hace ya un año y medio aproximadamente. Hoy, ante la posibilidad de restringir los cuidados en pro de una mejor distribución de los recursos (léase, cantidad de vacunas), el gobierno de los Estados Unidos definió como “irrelevante” la recomendación del organismo mundial de la salud. Cuando sirve, sirve, cuando no, lo descartamos. Más cuando los científicos aseguran que no hay suficiente prueba de la eficiencia de una tercera dosis.
Estados Unidos se justifica a sí mismo con una infantil excusa de que ha donado un buen número de vacunas: 110 millones. Eso mueve poco la aguja, pero lo pone por encima de otros países, lo que es algo. Lo importante aquí es que el 80% de las vacunas fueron para los países con mejores posibilidades económicas, lo que representa menos de la mitad de la población mundial. Si queremos una cifra más contundente: en Europa 73 de cada 100 personas se han vacunado y en África solamente 5,37 de cada 100 han sido inoculadas.
El país del norte está planeando unirse a la aplicación de la tercera dosis a otros países como Alemania, Francia, Israel, y en los listados internacionales ya se destaca Uruguay como uno de los nuevos rebeldes al pedido del —hasta ahora, para muchos— regente de la salud mundial. Si la pandemia podría haber sido una oportunidad de mostrar un mundo más solidario, en realidad lo que se ve es claramente una tendencia al “sálvese quien pueda”, sin tomar en cuenta que la debacle de una parte importante de la población es un desastre humanitario y pésimo negocio a largo plazo.
El comportamiento tribal, la definición del mundo por fronteras cada vez más discriminatorias, prevalece sobre un verdadero interés por el ser humano como tal, más allá de los grandes discursos a los que nos tienen acostumbrados los organismos internacionales y países poderosos, de eliminación de la pobreza, protección del medio ambiente y otros asuntos similares. Aquello del tango Cambalache de Enrique Santos Discépolo: “Que el mundo siempre fue y será una porquería…”.
El gobierno uruguayo tomó una decisión a partir de su realidad propia y a lo que considera un compromiso con los suyos, que no es fácil romper. La cantidad de vacunas que utilizaremos para la tercera dosis no es relevante al tema en general. De todas formas, nos hubiera gustado ver un debate más amplio por una cuestión de humanidad.
El ministro de Salud Pública, Daniel Salinas, fue el vocero ante el reclamo de la OMS. “Negativo central. Nosotros vamos a seguir con nuestro programa, nuestra guía, nuestro asesoramiento y nuestro rumbo”, respondió. La frase merece algunas críticas por su estilo y falta de consideración por los países más pobres, pero lo que llama la atención es que no se generó prácticamente ninguna polémica al respecto, ni por parte del mundo político ni social. Parece que los uruguayos nos aferramos a ese “sálvese quien pueda”, no importa lo que pase fuera de nuestras fronteras, sin entender que las fronteras son un tema práctico de organización mundial pero muy endeble y no es recomendable estar tan atados a ellas.
Nos recuerda la campaña que hace un tiempo se hizo para desprivatizar el agua en nuestro país. El planteo era que los uruguayos debemos ser dueños de nuestra agua, así cuando escasee en el mundo, nosotros no tendremos problemas. Poco faltó para que se dijera: “Que el resto del mundo se muera de sed”.