“Me costó mucho desprenderme de la etiqueta de autor menor”

entrevista de Javier Alfonso 

Se llama Matías Armas Lago, pero desde 1965 firma su trabajo como Dino Armas. En un rincón del living se concentran en objetos sus casi 60 años de carrera. Entre los premios asoman el jopo tres estatuillas del Florencio por tres de sus textos: Se ruega no enviar coronas, Sus ojos se cerraron y Katia y Klaus. En las paredes, cuadros con fotos, reconocimientos y recortes de prensa. En el recibidor, otros premios como el Morosoli, fotos en portarretratos y programas de mano. De Y si te canto canciones de amor, su obra que más se representó en el exterior (Argentina, España y Estados Unidos), y de Rifar el corazón, Ave mater y Feliz día, papá. Contra la ventana del living, un pequeño escritorio con unos pocos libros, un portalápiz y algunos cuadernos. No hay computadora. Ni siquiera una máquina de escribir. Escribe a mano. Lapicera y papel han sido sus armas para construir una obra con más de 60 títulos. Como Woody Allen, desde fines de los años 60 mantiene un promedio de una creación terminada con cada nueva vuelta al Sol, lo que lo convierte en uno de los autores más prolíficos de la historia uruguaya y el más longevo en actividad. “No le tengo miedo a ningún tema ni a ningún género. No pretendo arreglar los problemas sino señalarlos. Por eso en todas mis obras siempre hay algo que molesta, que provoca. Incluso en las comedias. Me gusta que eso pase”, dijo a Búsqueda en una entrevista que tuvo lugar la semana pasada en su apartamento con amplios ventanales a la avenida Rivera, en Cordón.

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