N° 1913 - 06 al 12 de Abril de 2017
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáCerró definitivamente la emblemática fábrica de pastas caseras “La Spezia”, luego de ochenta años en el mercado. Dejó muchos recuerdos de un Uruguay que ya fue y también un tendal de deudas y 120 trabajadores sin empleo.
Lamentablemente los uruguayos no podemos aprender casi nada de estas situaciones porque no hay buena información disponible. Los empresarios no suelen hablar de sus empresas y las versiones que nos llegan, siempre, son las versiones tendenciosas de los sindicalistas culpando al empresario “explotador” de sus desgracias.
Pero lo cierto es que el modelo de negocios para la empresa cambió y sus costos internos aumentaron. El diario “El País” de ayer miércoles comenta alguna de las causas del cierre: “los costos salariales de la empresa pasaron de representar aproximadamente el 35% de sus costos a alrededor del 65%” y los dueños dicen que “la empresa arrojó pérdidas durante cuatro años en los cuales sus costos se incrementaron mucho… y sus deudas llegaron hasta los $ 70 millones” (unos 2.500.000 de dólares).
Casi todos los negocios que quieren apostar a lo “casero” o “artesanal”, se ven enfrentados al mismo dilema: aumentos de costos de mano de obra, dificultad para conseguir “artesanos” y cuando los consiguen, no tienen las capacidades o actitud ante el trabajo como antaño.
Además, los productos elaborados “industrialmente” cada vez son mejores y más parecidos a los artesanales, con la diferencia que se producen a costos sensiblemente menores porque contratan menos mano de obra, la que es sustituida por equipos robotizados.
Me imagino los dolores de cabeza de los dueños para gestionar 21 locales de venta al público dentro de los supermercados, luchando contra el ausentismo, las faltas sin aviso, la mala calidad de atención, las licencias por enfermedad generosamente aprobadas por un médico que no quiere complicarse la vida y reclamos de todo tipo y color. Y si le agregamos los productos importados más baratos y la carga impositiva, podemos anticipar la “crónica de una muerte anunciada”.
Sin embargo, la “muerte” de una empresa (persona jurídica) debería ser tomada como un proceso tan natural como la muerte de una persona física. Pero no es así.
Sería muy interesante poder hacer la “autopsia” de una empresa que fenece, de tal manera de aprender de estas situaciones y no tener que comprar un caso de Harvard, tan lejos de nuestras realidades, cuando los ejemplos los tenemos en nuestras narices.
Las Cámaras Empresariales deberían hacer este trabajo, publicar estos casos para que se conozcan las realidades detrás de cada cierre: cómo los empresarios “la pelearon”, cómo los mercados cambian y cómo los costos que nos impone un Estado pesado, se hacen cada día menos sostenibles.
Si lográramos conocer a fondo estas realidades, tendríamos empresarios más preparados, sindicalistas más sensatos y gobernantes menos despilfarradores.
Pero, en el Uruguay actual, dudo que algo de esto suceda.