N° 1879 - 11 al 17 de Agosto de 2016
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acá“Firmas uruguayas amenazan cerrar puertas y venir al país”.
Así titula la primera plana del diario “5 Días” de Paraguay, recogiendo las declaraciones de Juan Castillo, actual director nacional de Trabajo, ex sindicalista y siempre comunista.
Su jefe y correligionario, Ernesto Murro, actual ministro de Trabajo y Seguridad Social, ex sindicalista, ex tupamaro y ex comunista, se molesta porque “tenía que estar discutiendo” con empresarios “para que no se vayan a Paraguay” y “sigan trabajando” en Uruguay.
Y atribuye esta “huida” a que “en Paraguay, lamentablemente, el desarrollo de normas laborales, de normas de seguridad social y libertad sindical es muy bajo” y Castillo reafirma tal concepto al sostener que ‘‘ahora parece que está de moda Paraguay. Es posible que sean más baratos los costos laborales, aunque no sé si existe la misma certeza jurídica”.
En cambio, el muy buen embajador que tenemos en Paraguay, Federico Perazza, entiende que “hay un excelente clima de negocios en el Paraguay, hay mano de obra joven muy ávida de atender y de capacitarse ( … ), hay costos interesantes a nivel de la energía, son costos competitivos”.
¡Y vaya que sí lo son! En materia impositiva en Paraguay existe un régimen tributario que llaman del “triple 10”: 10% de Impuesto al Valor Agregado, 10% de Impuesto a la Renta y 10% de Impuesto a las Personas Físicas. Pero este último es un impuesto a la renta “real”, ya que se paga sobre la diferencia entre los ingresos y los egresos, no como en Uruguay, que tenemos un IRPF “trucho”, que se aplica sobre los ingresos, sin poder deducir gasto alguno.
Además existe un régimen de “maquila”, mediante el cual una empresa instalada en Paraguay produce por encargo de una matriz ubicada en el exterior para luego exportar. Por ejemplo: una fábrica de maquinaria agrícola en Uruguay podría instalarse en Paraguay, exportar a Uruguay con arancel 0 (Mercosur) y en vez de ser esquilmado por los impuestos uruguayos, solo pagaría el 1% del Impuesto al Valor Agregado y el 1% de Impuesto a la Renta. ¿Qué tal?
Es cierto que todavía quedan empresas y empresarios que pretenden manejar sus relaciones laborales como en la época de Stroessner, pero la mayor demanda laboral que trae el libre mercado, los jóvenes cada vez más educados y la información que fluye por los celulares, hace que tales empresas sufran una altísima rotación de personal, baja productividad y, con el tiempo, problemas de rentabilidad. Será el mercado, no el gobierno, ni los sindicatos, ni la legislación, el que les marcará el camino correcto.
Castillo recién se entera que “las naciones están más competitivas”. Y le gustaría “tener cada vez más competitividad del lado uruguayo para que vinieran más empresas a invertir, para que tengamos más desarrollo y más puestos de trabajo”, pero durante toda su vida sindical, política y gubernamental, se ha encargado de hacer exactamente lo contrario.
Más allá de lo que digan los fríos números de la economía, les diré lo que dicen los uruguayos del cálido corazón guaraní: los paraguayos son laboriosos, respetuosos, cordiales, amables y orgullosos. Quieren salir adelante por sus propios medios y se indignan cuando escuchan de los “Planes Trabajar” de los Kirchner o del Mides uruguayo, donde la gente recibe dinero a cambio de nada.
El Paraguay de hoy mira al futuro y trabaja arduamente para borrar su pasado de país corrupto y pobremente educado. El Uruguay de hoy mira al pasado y trabaja arduamente para borrar su rica historia de tolerancia, educación y meritocracia.
Por eso, muchos uruguayos se han ido a Paraguay. Y otros tantos se seguirán yendo…