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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáCasos como el de Marset o Morabito reflejan el avance del narcotráfico en nuestro país. Enfrentarlo requiere acuerdos perdurables para recuperar la cárcel, la calle, el puerto y que la paz no sea una utopía.
Hubo un tiempo en Uruguay en el que no había riesgo de ser víctima de robos, de situaciones violentas, y mucho menos de perder la vida. Recuerdos lejanos de un país seguro, que hoy ya no es el mismo cuando las luces se apagan. Si tener miedo se tornó parte de lo cotidiano ¿es posible volver a vivir en paz?
El Estado se retiró de muchos territorios vulnerables, y ese vacío fue ocupado por el narcotráfico. Es esa la génesis de la insegurid ad. La economía paralela de la droga y el delito genera entornos perversos que destruyen familias y corrompen a nuestros jóvenes en situación de vulnerabilidad para iniciarlos como delincuentes.
Según un informe de la Universidad de la República (Udelar)1 existen 49 bandas criminales operando en Montevideo y el área metropolitana, las cuales permean el tejido social para sustituir al Estado, controlar el territorio y reclutar jóvenes para ampliar sus estructuras.
Si bien, la Ley de Urgente Consideración (LUC) ha resultado efectiva para incrementar el número de delincuentes enviados a prisión, no dista de ser una alfombra que tapa el problema en lugar de resolverlo. Hasta el año pasado, Naciones Unidas2 contabilizaba 15.000 presos en las cárceles del país. La población carcelaria, al límite del colapso, es una excelente cantera de reclutamiento para que el crimen organizado se refuerce y continúe operando tanto dentro, como fuera de la cárcel a través de sus bases territoriales.
A esto se suman los escasos controles en un punto estratégico en la ruta del narcotráfico: el puerto de Montevideo. En julio, Uruguay volvió a estar en las noticias del mundo, ya no por el Mundial Sub 20, sino por las 10.000 toneladas de cocaína interceptadas en Alemania. El cargamento estuvo 10 días en nuestro puerto sin ser detectado por la Aduana. Perder el control del puerto, de la cárcel y del territorio puede llevarnos a perder Montevideo en manos del crimen organizado.
En este contexto, tres acuerdos se vuelven necesarios para frenar la inseguridad e impedir que la paz se vuelva una utopía. Primero, recuperar la cárcel con una reforma del sistema penitenciario para reducir la tasa de sobrepoblación y evitar que más presos de delitos menores sean cooptados por estructuras criminales más complejas. Segundo, recuperar los barrios con un Estado presente, a través de políticas de desarrollo territorial a mediano y largo plazo que permitan llevar oportunidades a nuestros jóvenes. Tercero, recuperar el control del puerto, para que Montevideo deje de ser un enclave de la ruta narco.
En definitiva, sin políticas de Estado, sin acuerdos perdurables, el crimen organizado seguirá permeando cada vez más en nuestro tejido social e institucional.
No hay lugar para especulaciones, ni debates ideológicos que nos lleven a un callejón sin salida. Ni Marsets, ni Morabitos, primero Uruguay.
Sara Durán
Abogada penalista
Docente Facultad de Derecho, Udelar
1) Udelar - En las grietas del Estado: la gobernanza criminal en Montevideo (2023)
2) PNUD - Crimen y narcotráfico: un análisis exploratorio del caso Uruguay (2022)