• Cotizaciones
    viernes 21 de marzo de 2025

    ¡Hola !

    En Búsqueda y Galería nos estamos renovando. Para mejorar tu experiencia te pedimos que actualices tus datos. Una vez que completes los datos, tu plan tendrá un precio promocional:
    $ Al año*
    En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] o contactarte por WhatsApp acá
    * Podés cancelar el plan en el momento que lo desees

    ¡Hola !

    En Búsqueda y Galería nos estamos renovando. Para mejorar tu experiencia te pedimos que actualices tus datos. Una vez que completes los datos, por los próximos tres meses tu plan tendrá un precio promocional:
    $ por 3 meses*
    En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] o contactarte por WhatsApp acá
    * A partir del cuarto mes por al mes. Podés cancelar el plan en el momento que lo desees
    stopper description + stopper description

    Tu aporte contribuye a la Búsqueda de la verdad

    Suscribite ahora y obtené acceso ilimitado a los contenidos de Búsqueda y Galería.

    Suscribite a Búsqueda
    DESDE

    UYU

    299

    /mes*

    * Podés cancelar el plan en el momento que lo desees

    ¡Hola !

    El venció tu suscripción de Búsqueda y Galería. Para poder continuar accediendo a los beneficios de tu plan es necesario que realices el pago de tu suscripción.
    En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] o contactarte por WhatsApp acá

    ¡Ufa con la maldita hortografía!

    N° 1840 - 05 al 11 de Noviembre de 2015

    , regenerado3

    No es nuevo, pero no vale confiarse exclusivamente en la memoria. Busqué antecedentes y abundan. Es indiscutible: la calidad de los estudiantes, de los egresados universitarios y de los docentes que los forman rueda barranca abajo. Si no se toman medidas preventivas —acompañadas de lo que en otros terrenos se define como acciones de “shock”—, terminaremos en el fondo de la barranca manoteando para no ahogarnos. O ahogándonos.

    La semana pasada el politólogo Luis Eduardo González alertó en El Observador TV sobre “un deterioro de las élites” y dijo que “estudiantes universitarios de posgrado no saben escribir”. Ante ese tétrico panorama destacó que la reforma educativa prometida por el presidente Tabaré Vázquez (y antes por otros) “es el problema menor que tiene el gobierno”. Sin embargo, desde hace años el debate sobre estas cuestiones se concentra en los enfrentamientos partidarios o sectoriales. Cada uno trata de sacar ventaja con algún proyecto para colgarse una cocarda mientras otros hacen el mayor esfuerzo en la dirección opuesta. El resultado de esa puja de vanidades —no descarto la honestidad de principios filosóficos ni los argumentos académicos— ha sido, por decir lo menos, como los pasos de un cangrejo.

    Probablemente quienes hoy tienen menos de 30 años no se dan cuenta de la gravedad de lo que está ocurriendo. No lo advierten porque ellos mismos han sido contagiados y triturados por ese virus y probablemente consideran que lo normal son las faltas de ortografía, la sintaxis enrevesada y la arbitraria invención de vocablos y de giros idiomáticos rocambolescos. Como si fuera poco, además desnudan su ignorancia sobre hechos históricos locales o internacionales. “¡La historia es para viejos!”, me contestó despectivo y arrogante un joven empleado de un supermercado cuando le señalé el error de su afirmación sobre la historia de la empresa en la que trabaja.

    Algún despistado puede considerar exagerado alertar sobre estas cuestiones porque hay cosas más importantes de las cuales ocuparse. En 2010 el profesor grado 5 de Derecho Administrativo de la Universidad de la República Juan Pablo Cajarville renunció, alarmado por el estado de la enseñanza universitaria. Dijo que esa crisis lo condujo a perder interés en la docencia: desaparecieron los incentivos.

    Expresó Cajarville que se ha perdido el interés por aprender y por enseñar. “El nivel de la enseñanza ha descendido hasta tal punto que, salvo contadísimas excepciones de algunos estudiantes que por ventura aparecen, pero muy raramente, las clases deben necesariamente limitarse a una mecánica repetición de conceptos cada vez más elementales, y los períodos de examen son ocasión de reiteradas, profundas decepciones. Si esto ocurriera sólo conmigo, pues entonces razón de más para renunciar, pero lamentablemente me consta que la misma comprobación la comparten muchos profesores de la casa” (la Universidad de la República), explicó. Sin embargo fue el único que lo puso en negro sobre blanco.

    Por citar otro ejemplo sintomático. En una prueba  eliminatoria de idioma español, en abril pasado, para ingresar a la carrera diplomática, de 240 aspirantes con nivel universitario fueron eliminados 135. No es la primera vez. Por eso pusieron idioma español como primer filtro.

    Quiere decir que lo de González, más que una advertencia, es un válido recordatorio. En los cinco años transcurridos desde la renuncia de Cajarville se han recibido decenas de abogados, escribanos y licenciados en varias carreras. En ese mismo lapso, algunos ingresaron a la carrera docente con el resultado que señala el politólogo.

    Cuando Cajarville dejó la Facultad de Derecho habían transcurrido 35 años desde su ingreso. Una vida. Pero tras su dimisión hubo apenas algunos comentarios. El decano, los profesores y los gremios estudiantiles miraron para el costado: “¡Yo no fui!”. Mientras tanto se pelean por estúpidas parcelas de poder. En el gobierno y en los partidos políticos tampoco hubo nada. Tal vez para no desnudar su propia ignorancia.

    Sin considerar todas las carreras universitarias por la complejidad que implica, me voy a centrar en la estatal Facultad de Derecho, que es de donde surgen mayores referencias. Tengo claro que para la mayoría de los lectores no resultaría placentero pero vale la pena leer el original de las sentencias de varios jueces. Algunas están preñadas de vocablos en latín pero huérfanas de una redacción coherente, muchas veces  incomprensible, y con abundancia, del “recorto y pego”. Me consta que en algunos casos las sentencias originales deben ser corregidas antes de que se divulguen públicamente en la página web del  Poder Judicial.

    Si continuamos transitando por ese camino hay que destacar que un elevado porcentaje de los abogados que dan las pruebas de ingreso al Centro de Estudios Judiciales (CEJU) para luego ser jueces, son rechazados. A comienzos de 2013 el presidente de la Corte, Jorge Chediak, cuestionó la calidad de los abogados: “Se suponía que el abogado sabía hablar y escribir. Ahora no se escribe tan bien ni se tiene poder de síntesis; no hay una adecuada comprensión lectora”.

    Lo ratificó la jueza Nilza Salvo, directora del CEJU. Afirmó que en las pruebas de ingreso queda en evidencia que “se habla y se escribe mal”. Mejor no hablar de los aspirantes que son rechazados por tener escasos conocimientos jurídicos, pese que hace unos años se redujeron las exigencias de ingreso.

    ¡A reservar un salvavidas para cuando lleguemos al fondo de la barranca!