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    ¿Y si son Raffo y Cosse?

    Director Periodístico de Búsqueda

    Nº 2213 - 16 al 22 de Febrero de 2023

    Por supuesto que falta mucho. Tanto que pronosticar cualquier tipo de escenario electoral en este momento sería demasiado riesgoso y fantasioso. Tanto que por eso a muchos les resulta sumamente atractivo. Tanto que basta con poner elecciones o candidatos o futuro presidente en una nota periodística para provocar la reacción inmediata de cierto sector adicto a las urnas. No a las verdaderas porque es inviable tener una dependencia enfermiza con algo que se puede disfrutar esporádicamente, pero sí a las virtuales, las que todos los días se llenan o vacían en el imaginario de esas personas.

    Dentro de ese contexto, salta a la vista cierto conservadurismo que reina entre los que ya se ven en la recta final de una campaña que ni siquiera comenzó. Según las últimas encuestas de algunas de las principales empresas de opinión pública, una mayoría importante de los uruguayos que se anima a pronosticar lo que puede ocurrir en 2024 cree como muy probable una segunda vuelta entre el actual secretario de la Presidencia, Álvaro Delgado, como postulante del oficialismo, y el intendente de Canelones, Yamandú Orsi, como el representante de la oposición. Es lo que eligen más de la mitad y parece ser la respuesta con más lógica y sentido común.

    Más allá de eso, algunos parecen estar subestimando a las que aparecen como retadoras en la carrera electoral. No es la primera vez que pasa. Al contrario: ha sido una constante en las últimas décadas. Empero la historia reciente muestra que muchas veces se han equivocado y lo que está ocurriendo ahora puede también abrir un camino en esa dirección.

    ¿Y si finalmente no son Delgado y Orsi los que disputan la Presidencia de la República en una eventual segunda vuelta electoral en noviembre de 2024? ¿Y si el viento cambia de orientación o la jugada arriesgada o diferente se impone a la segura? ¿Y si se registra una sorpresa, si es que se puede llamar de esa forma? ¿Y si el balotaje termina teniendo como protagonistas a la dirigente nacionalista Laura Raffo por la coalición multicolor y a la intendenta de Montevideo, Carolina Cosse, por el Frente Amplio? ¿Y si la batalla final se define entre dos mujeres por primera vez en la historia uruguaya?

    Hoy parece un escenario muy poco probable, casi como una locura. No obstante, hay al menos tres señales que llevan a plantearse como una posibilidad que ese cambio significativo en la contienda electoral presidencial pueda llegar a ocurrir en 2024. Y esas señales involucran tanto a Raffo como a Cosse.

    La primera es que las dos son hoy las principales desafiantes del candidato favorito en sus respectivos partidos. En el caso del Partido Nacional eso juega a favor si se tiene en cuenta el pasado reciente. De hecho, todos los postulantes que surgieron como desafiantes del favorito desde que se instalaron las elecciones internas en 1999 terminaron ganando la elección, con la única excepción de lo que ocurrió en 2019 con el actual presidente Luis Lacalle Pou. En 1999 el favorito era Juan Andrés Ramírez y ganó Luis Lacalle Herrera, en 2004 era Lacalle Herrera y el triunfador fue Jorge Larrañaga, en 2009 era Larrañaga pero se impuso Lacalle Herrera, en 2014 otra vez la mayoría apostaba por Larrañaga pero el elegido fue Lacalle Pou y en 2019, aunque no hubo sorpresas con el triunfador, casi todos daban por segundo a Larrañaga y al final lo desplazó Juan Sartori.

    En el caso del Frente Amplio el que inicia la carrera electoral como favorito y con una diferencia importante es Orsi. Así lo muestran las principales encuestas. Algo similar ocurrió en las elecciones departamentales de 2020, que fueron las últimas en las que se eligieron autoridades mediante el voto popular. En aquella oportunidad quien era visto como más probable ganador era Daniel Martínez, que antes había sido candidato presidencial por el Frente Amplio e intendente de Montevideo. Cosse ya había perdido con él las elecciones internas de 2019 pero en poco tiempo logró aprender de sus errores, recuperarse y terminó ganándole con una distancia importante esa batalla municipal capitalina. No hay duda de que sabe cómo empezar de atrás, tiene experiencia al respecto.

    La segunda señal es que tanto Cosse como Raffo son representativas de los votantes más pasionales, esos a los que les gusta que sus líderes o postulantes presidenciales vayan al choque, que asuman una actitud confrontativa. Ninguna de ellas dos son asociadas con el camino dialoguista, ese que tan bien les queda a Delgado y a Orsi. Nadie pensaría en ellas como de extremo centro. Más bien son vistas como guerreras, una en representación del oficialismo y otra de la oposición.

    Es probable que ese posicionamiento político que ambas tienen las ayude para obtener una mayor cantidad de votos en las elecciones internas. Como muy bien explicó en la última edición de Búsqueda el politólogo y director de la empresa consultora Equipos, Ignacio Zuasnabar, el hecho de que esos comicios no sean obligatorios lleva a que los que se decidan a votar sean en su mayoría los más militantes y que los postulantes con posturas combativas tengan una mayor aceptación. Zuasnabar sugirió hacer esas elecciones obligatorias como forma de evitar la polarización, mas es muy improbable que la mayoría del sistema político esté dispuesta a instrumentar esos cambios. Al menos por ahora.

    La tercera señal es que en la sociedad uruguaya también está ocurriendo un cambio con respecto al papel otorgado a las mujeres, como ocurre en gran parte del mundo occidental. Capaz que es un poco más lento que en otros lugares, pero es. Ya hay muchos que entienden que va llegando la hora de que el país tenga una presidenta mujer. Puede que no sean mayoría, pero son. Y seguro que inciden.

    Por esos tres factores y muchos otros laterales a ellos pensar en una segunda vuelta que enfrente a dos mujeres en Uruguay no es una apuesta tan arriesgada. Las evidencias están arriba de la mesa y los cambios en la sociedad se siguen registrando día a día. Descartarlos o no tenerlos en cuenta sería un grave error para los que tengan pretensiones serias de ocupar el máximo lugar en la jerarquía política nacional. Entenderlos y tratar de aprovecharlos es lo que puede hacer la diferencia. Para un lado o para el otro. Está por verse quién lo hace primero.