• Cotizaciones
    domingo 01 de diciembre de 2024

    ¡Hola !

    En Búsqueda y Galería nos estamos renovando. Para mejorar tu experiencia te pedimos que actualices tus datos. Una vez que completes los datos, tu plan tendrá un precio promocional:
    $ Al año*
    En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] o contactarte por WhatsApp acá
    * Podés cancelar el plan en el momento que lo desees

    ¡Hola !

    En Búsqueda y Galería nos estamos renovando. Para mejorar tu experiencia te pedimos que actualices tus datos. Una vez que completes los datos, por los próximos tres meses tu plan tendrá un precio promocional:
    $ por 3 meses*
    En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] o contactarte por WhatsApp acá
    * A partir del cuarto mes por al mes. Podés cancelar el plan en el momento que lo desees
    stopper description + stopper description

    Tu aporte contribuye a la Búsqueda de la verdad

    Suscribite ahora y obtené acceso ilimitado a los contenidos de Búsqueda y Galería.

    Suscribite a Búsqueda
    DESDE

    UYU

    299

    /mes*

    * Podés cancelar el plan en el momento que lo desees

    ¡Hola !

    El venció tu suscripción de Búsqueda y Galería. Para poder continuar accediendo a los beneficios de tu plan es necesario que realices el pago de tu suscripción.
    En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] o contactarte por WhatsApp acá

    2014, un año de examen para Brasil ante los ojos del mundo

    Imagine por un instante que, para el año que viene, su país está a cargo de organizar el Mundial de fútbol. Imagine que a la presión por ganar en la cancha se agrega la posibilidad de que durante el evento se desaten unas protestas sociales masivas que hagan temblar las calles, o que la falta de seguridad e infraestructura se torne una pesadilla para miles de locales y turistas. Imagine que además habrá una elección nacional y una situación económica que genera dudas en los mercados, al punto de que algunos advierten sobre el riesgo de una “tormenta perfecta” en el horizonte. Imagine todo eso y sienta por un segundo lo que muchos en Brasil deben sentir en esta hora: 2014 es un año de examen para el gigante sudamericano, y nadie sabe qué ocurrirá con la mezcla de todo esto.

    Brasil ha estado esperando este momento durante mucho tiempo. Cuando fue elegido en 2007 para albergar la gran fiesta del balompié por segunda vez en su historia, el país vivía un momento de expansión económica y mejoras sociales que llevaron a muchos a pensar que este sería el momento para mostrar una nueva imagen de pujanza y optimismo más allá del fútbol. “Estamos asumiendo la responsabilidad como nación de probar al mundo que tenemos una economía creciente y estable”, declaraba hace seis años el entonces presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, en Zurich al anunciarse que su país sería la sede del Mundial 2014. “Tengan la seguridad de que Brasil, orgullosamente, cumplirá su deber”, agregó.

    Sin embargo, las cosas no parecen estar saliendo de acuerdo a los planes. Mientras los gastos para la Copa se han disparado, seis estadios mundialistas serán entregados con atrasos y varios proyectos de mejoras urbanas han sido enterrados, a nivel social el malestar con el torneo y la clase política ha ido en aumento, y en el plano económico el país ha perdido dinamismo y el aura milagrosa con que deslumbraba a muchos. 

    Sucesora de Lula y encaminada a conseguir la reelección en octubre, la presidenta Dilma Rousseff mantuvo el tono optimista en su audición radial de esta semana: “Tengan la seguridad de que 2014 será un año todavía mejor para todos nosotros”, dijo. Sin embargo, ¿de qué depende exactamente eso?

    Mundial caliente

    Está claro que, a la hora de pedir deseos para el año que viene, por la cabeza de muchos brasileños pasará la idea de alzar la Copa del Mundo en casa. Esto no sólo enterraría definitivamente la tragedia de la final de 1950 perdida en el Maracaná, sino que confirmaría el estatus del país como la mayor potencia futbolística del planeta, con seis campeonatos mundiales conquistados. 

    Pero el fútbol está lejos de ser la prioridad de todos los brasileños. El Mundial se ha vuelto también un factor de irritación para una parte de la sociedad, sobre todo de clase media, que deplora que su país gaste fortunas en construir estadios para mostrar una imagen moderna al mundo cuando sus escuelas y hospitales son la cara del subdesarrollo. Son los mismos brasileños que durante la Copa de Confederaciones de junio protagonizaron las mayores manifestaciones que el país tuvo en años, reclamando mejores servicios públicos y el fin de la corrupción. Fue un millón de personas en las calles que puso a la defensiva a los gobernantes, y arrancó promesas de mejoras en movilidad urbana, salud, educación y funcionamiento político. 

    Sin embargo, basta mirar los diarios brasileños de estos días para advertir cuánto falta para que todas esas promesas se cumplan: los accidentes e incidentes con ómnibus repletos siguen siendo noticia (el viernes un conductor mató a un pasajero de un tiro tras una discusión por centavos), Rio de Janeiro y otras ciudades se aprestan a aumentar las tarifas de transporte público que en junio dispararon las protestas, los gastos en estadios siguen creciendo y nadie sabe a cuánto llegarán (ya pasan los U$S 3.400 millones; cerca de 40% encima de lo estimado en 2010) y los escándalos de políticos no dejan de sorprender (la semana pasada, el presidente del Senado usó un avión de la Fuerza Aérea para viajar a hacerse un implante capilar). 

    Sonia Fleury, doctora en ciencia política y coordinadora de estudios sobre la esfera pública en la Fundación Getulio Vargas, advierte que en Brasil sigue habiendo un caldo de cultivo para que las protestas masivas resurjan durante el Mundial. “Uno no sabe qué va a pasar, pero puede imaginar que los problemas por los cuales la gente salió a la calle no fueron resueltos”, dice.

    A eso se suma el desafío propio de la seguridad pública en un país que se apresta a recibir unos 600.000 extranjeros para la Copa. Según encuestas, la inseguridad es una de las mayores preocupaciones de los brasileños, dentro y fuera de los estados que serán sedes mundialistas. En Rio de Janeiro, donde se habían registrado avances importantes en este tema, la violencia vuelve a crecer: entre enero y setiembre, los homicidios aumentaron 15% respecto al mismo período de 2012, revirtiendo una tendencia a la baja desde 2010, y la cifra de baleados atendidos en hospitales públicos subió 27%, la mayor desde 2007.

    Es la economía...

    Tal vez las elecciones de octubre sirvan para canalizar una parte del descontento social en Brasil. De hecho, las encuestas señalan que Rousseff ha recuperado parte de la popularidad perdida en junio. De cara a una reelección para otro mandato de cuatro años que todos esperan que saldrá a buscar, la mandataria lleva una cómoda ventaja ante posibles rivales como Aécio Neves, senador por el Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB), o Eduardo Campos, gobernador del estado de Pernambuco y líder del Partido Socialista Brasileño (PSB).

    Pero algunos analistas creen que los comicios pueden también provocar la efervescencia en las calles. “Hay una erosión de la credibilidad de las instituciones”, señala Aldo Fornazieri, director de la Escuela de Sociología y Política de São Paulo. “Por eso se abre un espacio para que durante la campaña electoral surjan movimientos diferentes que no van a aceptar de forma pasiva el debate electoral y van a colocar determinadas cuestiones”. 

    Los analistas creen que el respaldo popular a Rousseff se explica por los programas sociales que ha expandido su gobierno y que han permitido avances importantes en el combate a la pobreza, así como al bajo nivel de desempleo que tiene Brasil: 4,6% en noviembre, un mínimo histórico atribuido al mayor número de personas que dejaron de buscar trabajo. 

    Pero la economía brasileña está lejos del ritmo de expansión de 7,5% que alcanzó en 2010. El año pasado creció apenas 0,9% y los economistas esperan que la expansión sea de 2,3% este año y 2% en 2014. A los problemas de costos y competitividad se han sumado crecientes dudas sobre la solidez fiscal del país, tras un deterioro de las finanzas públicas que generó en octubre el menor superávit primario para ese mes en más de una década. 

    Esto provoca inquietud en los mercados financieros y según analistas plantea otra prueba que Brasil enfrentará en 2014: evitar una posible rebaja de su calificación soberana. “La política fiscal va a ocupar un papel central todo el año que viene, por la perspectiva de que las agencias calificadoras rebajen la clasificación de riesgo”, sostiene Margarida Gutierrez, profesora de economía en la Universidad Federal de Rio de Janeiro (UFRJ). 

    El gobierno de Rou­sseff ha utilizado ingresos extraordinarios para mejorar las cuentas, por ejemplo con la subasta de campos petroleros, pero Gutiérrez advierte que las “maniobras contables” como el adelanto de dividendos de empresas públicas deben acabar para salvar la credibilidad del país. El ministro de Hacienda, Guido Mantega, se comprometió públicamente a eso este mes, pero muchos aguardan a ver cómo lo hará en la práctica.

    Brasil también aumentó este año 2,75 puntos porcentuales su tasa básica de interés para llevarla hasta 10%, un alza que a nivel global sólo fue superada por Gambia. Pero la política monetaria del país chocó con una política fiscal, y la inflación también estará en la mira el año que viene por la posibilidad de un ajuste de tarifas contenidas y una mayor volatilidad del cambio tras el reciente anuncio de la Reserva Federal estadounidense de que comenzará a reducir el dinero que inyecta en los mercados para estimular la actividad. 

    Este panorama ha generado alertas sobre el peligro de que la mayor economía de América Latina atraviese turbulencias especiales en 2014. “Muchos están hablando de una tormenta perfecta. Existe la posibilidad sí, porque la política monetaria de Estados Unidos está cambiando y va a subir nuestra tasa de cambio. Si la política fiscal sigue como está, tendríamos un rebajamiento por las agencias de calificación de riesgo que va a ser muy malo para Brasil. Y el tercer punto de la tormenta perfecta sería el bajo ritmo de crecimiento de la economía”, señala Gutiérrez. Y agrega que “la política fiscal podría contribuir a reducir fuertemente la probabilidad de esa tormenta”.