Junio de 1984. En los liceos de Montevideo se organiza la “jornada del vaquero” para protestar contra el uniforme estudiantil (camisa celeste, corbata roja y pantalón gris), considerado por algunos como un símbolo de la dictadura. La iniciativa, impulsada por la Asociación Social y Cultural de Estudiantes de la Enseñanza Pública (Asceep), consiste en que los jóvenes fueran de vaquero al centro educativo, lo que provocaría que las autoridades no los dejaran entrar.
Setiembre del 2012. Más de 300 jóvenes se reúnen en Paso Severino (Florida) en el V Congreso Nacional de Estudiantes de Ciclo Básico de Secundaria y resuelven, entre otras medidas, reclamar la implementación generalizada del uniforme liceal. Una delegación de esos estudiantes le plantea el tema al presidente José Mujica, quien respalda su inquietud.
En casi 30 años la opinión estudiantil respecto del uniforme cambió de manera sustancial, al punto que se enfrentan a la visión de jerarcas de la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP), los que si bien aceptan la decisión de los adolescentes, no comparten su idea.
Túnica en Paysandú, chomba celeste o blanca en Colonia y con vivos rojos en Tacuarembó, equipo deportivo con logo identificatorio y hasta corbata y camisa en algunos centros de Montevideo. Con diferencias el uso de uniforme se extendió en los centros educativos públicos durante los últimos años, según un relevamiento del Consejo de Educación Secundaria (CES) de la ANEP.
Ahora el argumento principal para usar el uniforme es la seguridad, un elemento nuevo y que marca la ruptura de los lazos de confianza y seguridad dentro del barrio, según las fuentes consultadas por Búsqueda.
“Otras connotaciones”.
El uniforme liceal era algo ampliamente utilizado en la década de los 1960 y quien no concurría vestido de acuerdo a la regla no entraba al centro educativo. Esta política se mantuvo durante la dictadura, pero con el retorno a la democracia se flexibilizó. Hasta hace unos cinco años, la diversidad de vestimenta para ir al liceo era algo normal en Montevideo, explicaron jerarcas de Secundaria.
“Ahora la tendencia creciente es ponerse de acuerdo en cada centro para utilizar un uniforme. Es algo que estamos viendo cada vez más seguido”, dijo a Búsqueda la consejera de Secundaria Ema Zaffaroni.
Según un relevamiento primario encargado por la consejera a la Inspección del CES, el uso del uniforme o código de vestimenta se está implementando en todos los departamentos del interior.
En Montevideo, “de los 50 liceos de Ciclo Básico unos 30 tienen un código de vestimenta establecido”, relató Zaffaroni.
“Igual, una cosa es tener la disposición y otra que se aplique a rajatabla y ahí hay ejemplos que van de un extremo al otro: desde que no se cumple hasta que no se entra al liceo si no se lleva el uniforme”, agregó.
Para la consejera “lo interesante de este proceso es que fueron decididos por los propios estudiantes. Se realizaron concursos para ver el diseño y la insignia”.
En cuanto al diseño “van de estilos muy formales como la camisa y la corbata hasta un jean azul y una remera oscura”.
Zaffaroni dijo que el principal motivo para su uso “es el tema de la seguridad”, pero que también “tiene un sentido de pertenencia, al adoptar un código me da cierta pertenencia a la institución”.
En cuanto a las implicancias pedagógicas, Zaffaroni afirmó: “En un sentido amplio nos hace a todos más iguales. Las diferencias económicas que pueden notarse en la ropa que se usa se eliminan, y eso es una enseñanza en valores”.
Sobre la obligatoriedad de la medida, la consejera explicó que existía una disposición, pero que se dejó de usar hace años. Desde el CES se prefiere que sea cada liceo el que decida.
“No debe ser una política impuesta desde el Consejo como línea directriz. Entiendo las nuevas inquietudes, pero a algunas generaciones nos retrotrae a otras épocas donde el uniforme tenía otras connotaciones”, agregó.
Confianza en los barrios.
Para la docente e investigadora de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación Nilia Viscardi, “actualmente hay una legitimación social del uniforme” y ya no se está “en la época donde era rechazado”.
Viscardi es la referente académica del proyecto de Convivencia Saludable de la ANEP, un programa que promueve la participación de los estudiantes y los actores de su comunidad en el centro educativo.
“Yendo a los centros educativos y hablando con padres, docentes y alumnos detecto que dentro del debate ‘uniforme sí o no’ estamos en un momento diferente al de la salida de la dictadura. En general parece haber un consenso en usar el uniforme y la discusión pasa más por qué tipo de uniformes se usa”, añadió.
Según Viscardi, “la diferencia fundamental” son los motivos para usar uniforme. “Históricamente el uniforme se introdujo con la idea de anular la diversidad, uniformizando a todos. Hoy hay un concepto de igualdad en ese planteo, pero el cambio diametral está en que un motivo central es la búsqueda de mayor seguridad”.
La especialista entiende que este motivo “es compartido por padres, docentes y alumnos” y que esto “expresa un cambio muy significativo” en términos de la convivencia en el barrio.
“Hablamos de algo que es posterior a los años 90. Antes no existía este miedo y desconfianza. Hoy existen sujetos que amenazan y son peligrosos y que están en la puerta de los liceos. Entonces la idea del uniforme para protegerse de estos sujetos representa una ruptura significativa de los lazos de confianza en el barrio”, añadió.
Viscardi no comparte la idea del uniforme porque entiende que antes “hay otras iniciativas” que se pueden adoptar para mejorar la seguridad en la zona, como “mejor alumbrado” o “crear nuevas zonas recreativas en barrios donde ahora el liceo es el único espacio de ese estilo”.
La investigadora opinó que el uniforme “puede fomentar un segundo conflicto: el de la segregación barrial”.
Seguridad.
Para Silvia Blanchet, jefa del programa Comunidad Educativa Segura de la Jefatura de Policía de Montevideo, “el uso del uniforme contribuye a la seguridad, porque se identifica bien cuál es el alumno”.
“Nos sirve para identificar cuál es nuestro objeto de cuidado. Para nosotros es un elemento más”, dijo.
Blanchet sostuvo que desde que en 2008 comenzaron con el programa junto al CES “se nota claramente que los estudiantes usan cada vez más el uniforme y las direcciones se ponen cada vez más estrictas con su aplicación”.
“Antes a los chicos no les gustaba la uniformidad, hoy hay un sentido de pertenencia, porque participan en la génesis y así se sienten identificados con el centro de estudios y forman parte de una comunidad”, concluyó.