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Y, como siempre, la Udelar se erige en víctima. Los argumentos a veces varían, de un año a otro, pero la partitura es la misma: “no entienden que la Udelar es la luz del país”. Esta vuelta, el argumento central es que hay más estudiantes y que eso es bueno para el país. Pero el gobierno no lo entiende y así, el Estado no le da la plata que aquella pide.
Veamos cómo son los tantos:
1º El argumento central. No está mal que haya más estudiantes, pero esa no es la finalidad de una universidad: su objetivo no debe ser acumular estudiantes. En todo caso, una medida de éxito podría ser el aumento de egresados. Que haya más estudiantes no es algo que, per se, le sirva mucho a una sociedad. En puridad, tampoco una medición numérica de egresados es aceptable. No importa cuántos son, sino que sean buenos (y en disciplinas que la sociedad precise). Porque, y aquí viene el primer entrevero de los tantos, la Udelar debe estar al servicio de la sociedad y no al revés.
2º La Universidad reclama más plata al gobierno, pero debe saber que este no tiene plata propia. La que distribuye le es ajena, proviene de las arcas del Estado.
Quien, a su vez, se la saca a la sociedad. Debemos imaginar que el rector de la Udelar y los otros que asumen su defensa, siendo egresados o estudiantes del nivel terciario, no pueden ignorar algo tan básico. Sus argumentos construyen el relato, típico, de que son los ricos quienes deben dar a la universidad el plus que aquellos reclaman, añadiendo que el gobierno no se la saca porque, siendo neoliberal, está con los ricos y contra los pobres.
Pero resulta que quienes pueblan los corredores de la Udelar no son propiamente pobres. Ni de lejos.
Como tampoco es real el slogan de que se le puede sacar quirúrgicamente plata a determinados integrantes de la sociedad —aun si fuera justificable.
Que la plata otorgada a la universidad no va a parar a los pobres es indubitable: el gasto público es direccionable (bastante). Ahora, los tributos, contrarios a la noción demagógica, no los paga necesariamente aquel a quien la ley designa como sujeto pasivo: los paga quien no puede trasladar la imposición, sea hacia adelante (precios) o hacia atrás (salarios y otros costos). Como encima, por más fábulas de ricos que inventemos, los recursos son limitados, toda carga suplementaria que ponga el gobierno producirá un efecto negativo en algún lado. Dicho en otros términos, aún si fuera viable aumentar la carga tributaria para darle más plata a la Udelar, alguien la va a quedar por ello: aquellos que no puedan trasladar.
Apuesto que serán más pobres que el universo universitario.
Lo que lleva ineludiblemente a la pregunta: si la Udelar es tan fundamental, siendo sus beneficiarios integrantes económicamente mejor posicionados que buena parte de la sociedad, ¿no es lógico que se les pida contribuir en su propio beneficio?
Por último, si los recursos de la Udelar son tan preciosos, ¿no deberían cuidarse más?
Ni el Uruguay es tan rico, ni los estudiantes de la Udelar son tan pobres como para entreverar los tantos de la forma en que lo están haciendo.
Ignacio De Posadas