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Dicen que su casa en Tánger, Marruecos, era un lugar de peregrinación de otros escritores como Capote, Kerouac y Burroughs, quien allí escribió El almuerzo desnudo. Lo cierto es que Paul Bowles (Nueva York, 1910-Tánger, 1999) eligió a partir de 1947 el norte de África para vivir. Además de escritor fue músico, y su literatura refleja ese ritmo misterioso, el péndulo de dos culturas que no parecen entenderse, como quedó plasmado en su novela más famosa, El cielo protector, convertida en película por Bertolucci y en la cual, sobre el final, aparece el propio Bowles.
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Cuentos selectos (Edhasa, 2020, 294 páginas) reúne 15 historias capaces de arrojarnos a un sueño hipnótico, donde el primer aguijón es placentero y exótico, mientras el veneno de lo inquietante se va difuminando por la sangre sin que nos demos cuenta. El profesor llega al pueblito para estudiar los dialectos magrebíes, pregunta al cantinero por unas cajitas hechas de teta de camella y de golpe se ve sumido en un peligroso viaje a las oscuridades del desierto, como en Un episodio distante. O puede ocurrir que la falta de precauciones de unos comerciantes desemboque en una pesadilla al cruzarse en su camino con un forastero en La delicada presa.
Los rojos atardeceres, las blancas casitas bajo un límpido cielo azul y el desierto de un dorado gastado e insonoro, son el escenario propicio para estos estupendos y sombríos relatos.