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    Al Fondo de Solidaridad “no hay que emparcharlo” en el Parlamento porque “donde se menee, se arma lío”, dice el rector de la Udelar

    El rector de la Universidad de la República (Udelar), Roberto Markarian, defiende la “descentralización” como el “principal cambio” impulsado desde que hace dos años y medio asumió la conducción de la mayor institución terciaria de Uruguay. Este matemático de 70 años de edad, de hablar claro y pausado, asegura que la “falta de plata” hizo “mella” y frenó varias “medidas radicales” que se propuso en 2014. 

    El docente e investigador entiende que el Fondo de Solidaridad “es importante” para la Universidad y, aunque reconoce que “está mal” diseñado, espera que el Parlamento “no le haga cambios importantes” en la próxima Rendición de Cuentas.

    “Rehacer el Fondo en lo inmediato no es meta. Y si se rehace hay que hacerlo todo de vuelta, no se puede ir armándolo de a poquito. No hay que emparcharlo más. Hay que pensarlo de vuelta con una ley específica, porque donde se menee mucho, se arma lío”, dijo el rector.

    Markarian opinó que “lo mejor es pensarlo entera y tranquilamente”, porque este sistema de becas y su contribución adicional “ayuda a 8.000 estudiantes” y “financia la mitad de las obras”.

    Sigue un resumen de la entrevista de Markarian con Búsqueda.

    —¿Cómo evalúa lo que va de su gestión?

    —La evaluación de la gestión tiene una parte que hace a la disponibilidad de fondos. Dado que, como es sabido, la economía nacional motivó restricciones en el gasto público en general, y en particular en educación, los entes de crecimiento que tuvo la institución en el período anterior se restringieron. Esto llevó a repensar los programas de construcciones y de desarrollo en el interior. Hubo más fondos para investigación y posgrados, aumentamos el número de becas e hicimos crecer la capacidad de compra de los salarios docentes y no docentes. Como parte de mi plataforma electoral, avanzamos en extensión universitaria. El principal cambio es que descentralizamos el trabajo, no solo geográficamente sino en los servicios para que no se haga todo desde el aparato central. Y en materia de enseñanza, el sistema terciario de educación avanza manteniendo la proporción de más/menos 80% a 20% entre el sistema público y el privado.

    —Al asumir usted planteó la creación de un Departamento de Evaluación y Planeamiento Educativo, por considerar una “gran carencia” que la institución no tuviera un lugar donde se junte la información, se evalúen los procesos y se planifique la evolución. ¿Eso en qué está?

    —Ese es uno de los aspectos típicos donde la falta de recursos específicos nos ha hecho mella. Aun así hemos hecho importantes avances: fortificamos el área de información tanto en la Comisión Sectorial de Enseñanza (CSE) como en la Dirección General de Planeamiento (DGP). Hay un área de evaluación interna y otra externa asociada a la acreditación de los títulos. Crear, como hubiéramos querido, una estructura independiente parecida a un prorrectorado asociado a estas áreas no hemos podido porque eso requiere veinte cargos y una estructura administrativa que sale decenas de millones de pesos que no tenemos capacidad de destinar.

    —“El estudiante joven es quien tiene la estructura neuronal mejor adaptada para aprender” y “la Universidad tiene que jugarse” y ofrecer “becas en serio, no becas de ‘ayuditas’ sino una política de becas agresiva con buenos controles de estudio”, dijo usted. ¿Qué pasó?

    —Sigo pensando eso. Es fundamental promover que el estudiante se dedique al máximo cuando tiene 18 o 20 años. Pero hacer eso también sale caro. Darle 20.000 pesos de beca y exigirle al alumno muchísimo más es algo que no hemos podido hacer, porque es una millonada de plata. En este momento es imposible.

    —Prometió “mayor planificación educativa” y tomar “medidas radicales” para promover la alta dedicación de los estudiantes. ¿Qué avanzó?

    —Ese es un problema asociado a las becas que pedimos en el Presupuesto en forma muy fuerte, y no nos lo dieron. No nos dieron un peso para eso. Hemos logrado aumentar los servicios sociales de la institución, pero prácticamente nada en servicios de becas, que han seguido creciendo en forma más leve por el Fondo de Solidaridad. Uno puede decir que 7.222 pesos es poco dinero, y es poco dinero, pero que haya 8.000 becarios ha permitido mejorar el ingreso de estudiantes de bajos recursos, y si bien no es el “radical” que decía yo al asumir, algo ha aumentado.  

    —El delegado del orden de egresados en el CDC, Federico Kreimerman, dijo a Búsqueda que el Fondo es “injusto”, porque “no contempla las desigualdades­ entre las carreras”, entre otras cosas. Usted reconoció que el sistema “está mal hecho” y planteó revisarlo.

    —Que piense eso —que haya que revisarlo— no significa que quiera que se haga eso de inmediato. Uno de los errores que se cometieron tácticamente fue modificar muchas cosas de la ley original y del formato de pago, que hizo que el tema se meneara mucho y explotara una protesta contra todo esto. Que la tributación esté mal montada no significa que no merezca existir. Los beneficios que el Fondo ha tenido para la institución son importantes. Las becas se gastan en becas y el dinero que nos dan para construcción y enseñanza lo hemos gastado en eso. La mitad de lo que invertimos en obras este año y el que viene está basado en el adicional del Fondo. Con eso vamos a terminar parte del área de salud del Clínicas, construir un nuevo instituto de la Facultad de Ingeniería y terminar obras en Salto y Rivera. La Universidad, en este momento y visto el panorama político y económico, no puede prescindir de estos grandes aportes, y aun menos de este sistema de becas.

    —¿Qué le cuestiona al sistema?

    —Que no distinga lo que recibe la persona, sea globalmente o sea por su título. Eso es delicado, porque hay gente que gana mucho dinero sin utilizar su título. El sistema debería atender la capacidad de pago. Que el límite inferior a partir del cual se paga sea muy bajo —menos de 30.000 pesos—, y que a partir de ahí se tribute todo igual, tanto para el que gana 31.000 como al que gana 400.000 pesos… Todo eso merece repensar el asunto. Y como también se ha planteado que los gastos de administración del Fondo son muy altos, hay que estudiar la forma de mejorarlo. Hay una comisión trabajando en eso.

    —¿Esa discusión debe saltar de la Udelar al Parlamento, en el marco de la Rendición de Cuentas?

    —No veo que sea posible hacer otro cambio a través de la Rendición de Cuentas. Confío en que el Parlamento no haga cambios importantes en esta ocasión. Eso sería otro emparche, no digo que para peor, pero… Lo mejor es repensarlo entera y tranquilamente para atender las distintas realidades de los profesionales que aportan al Fondo.  

    —Kreimerman sostiene que si se cumpliera con el presupuesto de la Udelar se podría sustentar un sistema de becas, sin necesidad del Fondo. Usted desestimó esa vía…

    —Hay que vivir la realidad. Uno cosa es que uno diga que es posible cambiar la ley, y entonces hay que ponerse a escribir. Y otra cosa es decir que el gobierno mañana nos dará el 6% del PBI. Eso no es escribir: eso es dinero. Plantearse que nos van a dar ese dinero el año que viene no está asentado en la realidad. Por lo tanto, plantearse rehacer el Fondo en lo inmediato no es meta. Y si se rehace hay que hacerlo todo de vuelta. No puede ser a través de la Rendición de Cuentas o la Ley de Presupuesto para ir cambiando de a poquito. Eso ha generado todo este meneo, y donde se menee mucho, se arma lío. Sería otro emparche, y no hay que emparchar más. Hay que pensarlo de vuelta y con una ley específica, no donde se entrevere todo con todo.

    —¿En qué etapa se encuentra la reforma del Hospital de Clínicas?

    —El Consejo Directivo Central (CDC) resolvió inscribir el proyecto en el contexto de la ley de la modalidad de participación público-privada (PPP), con un trámite legal bien establecido. Se van a hacer los estudios de factibilidad, que estarían prontos en junio, y luego el CDC discutirá si efectivamente el procedimiento PPP es compatible con nuestras necesidades para financiar esa gran obra, que queremos y ya hemos empezado a hacer. Hay quien creía que el CDC se había jugado a la PPP y olvidado del mundo. Hemos avanzado en una propuesta con un área crítica que la población ve como más importante: emergencia, CTI y cirugía. Hemos hecho un estudio de patología de la estructura del hospital, para saber si el edificio aguanta, digamos. La Universidad no se quedó solo con la discusión de la PPP.

    —¿Y en qué está esa discusión?

    —Está pendiente. Efectivamente, hay oposición. Parte del CDC no está de acuerdo, y eso va a rebrotar cuando discutamos los informes en el marco de la ley de PPP. Entonces decidiremos si vamos a seguir aplicándola o no.

    —¿Cuál es su posición, PPP sí o PPP no?

    —Mi posición es que tenemos que intentar hacerlo por esa ley, y si los estudios dicen que es imposible, pararemos. Ahora, el dinero que gastamos y todos los estudios que estamos haciendo van a servir pase lo que pase, PPP sí o PPP no. Hay que saber cuánto sale la reforma, y para eso hay que invertir. No es que no sepamos; los 220 millones de dólares no es un invento de Markarian. Veremos cuánto sale si lo licitamos. Pero, en cualquier caso, no estamos malgastando el dinero.