Sr. Director:
Sr. Director:
Accedé a una selección de artículos gratuitos, alertas de noticias y boletines exclusivos de Búsqueda y Galería.
El venció tu suscripción de Búsqueda y Galería. Para poder continuar accediendo a los beneficios de tu plan es necesario que realices el pago de tu suscripción.
En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáIn memorian Álvaro Carbone. El 16 de noviembre se cumplieron 20 años de la tan prematura desaparición física del Dr. Álvaro Carbone.
Su bonhomía, su capacidad de prodigar afecto y sus permanentes contribuciones al bien común, fueron los rasgos más salientes de su personalidad.
Y fue, también, un hombre de pensamiento y acción, como la sociedad uruguaya se acostumbrara a forjar a través de su sistema educativo en buena parte del devenir del siglo XX.
No tenemos cabal conciencia del valor que contienen las experiencias históricas vividas y de las que tanto deberíamos aprender para continuar construyendo un mejor porvenir. Seguimos conmocionados por la parte más brutal y lamentable de lo sucedido en ese siglo que dejamos atrás y que se prolonga hasta nuestros días, paralizándonos creativamente, haciéndonos rehenes de las falsas oposiciones que emponzoñan las almas y bloquean las posibilidades de impulsar la unidad nacional.
Desde el comienzo del siglo XX, los más elevados pensadores, a escala universal, cimentaron lo que en los últimos tiempos se ha dado en denominar, con justicia, como la Filosofía de la inteligencia que abriera paso al pensamiento crítico-creador, en el que se sustentan los grandes avances científicos y técnicos, desde la segunda mitad del siglo pasado hasta nuestros días.
Y como lo demostrara incontrastablemente Arturo Ardao, en lo que el propio autor comprendiera que se trataba de un pasaporte al porvenir, contenido en su “Lógica de la razón y lógica de la inteligencia” (2000), en esa construcción de lo mejor que nos dejara todo ese período histórico, fueron muy tempranamente pioneros tanto José Enrique Rodó como Carlos Vaz Ferreira.
Ellos comprendieron que el aspecto fundamental para el desarrollo de las sociedades se concentraba en la formación cultural de las personas, enseñando a desarrollar las facultades cognitivas para que cada una fuera capaz de pensar por sí misma, sin falsas oposiciones ni dogmatismos, en el marco del siempre perfectible Estado de derecho.
Fue así que las obras de nuestros pensadores propiciaron la construcción permanente de la sociedad democrática —más allá de efímeras interrupciones—, basada en la comprensión de que cada persona es intrínsecamente diferente. Muy tempranamente comprendieron que nuestra especie es la única, de todas las que vivimos en esta tierra, que no nos reproducimos, pues poseemos la capacidad innata de crear criaturas únicas, como la investigación genética de los últimos tiempos lo ha demostrado.
Dentro de esas coordenadas tan sucintamente descritas, se desarrolló intelectual y políticamente Álvaro Carbone.
Álvaro tenía 39 años cuando lo vimos asumir la Subsecretaría del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, en un tiempo muy convulsionado, dando todas sus energías para solucionar un sinfín de conflictos, mediante el diálogo y la persuasión y, dos años después, asumiendo la titularidad de dicha cartera, luego de un breve interregno en el que debió asumir la titularidad de la banca en la Cámara de Diputados, al fallecer su gran amigo y compañero de ruta, Héctor Martín Sturla.
Además de su capacidad para resolver problemas y conflictos concretos, de hacer luz en medio de la oscuridad, de unir lo aparentemente antagónico, de hacer comprensible lo complejo, le preocupaba y ocupaba la necesidad de elaborar políticas de Estado para ser desarrolladas en el corto, mediano y largo plazo.
La mayoría de las leyes responden a las nuevas necesidades y evolución de las costumbres de cada sociedad, ellas legalizan lo que entre las personas que las componen ya es palpitante realidad. Pero, a Álvaro Carbone, las leyes que verdaderamente le interesaban formular eran las que podían cambiar benéficamente a la sociedad, para construir mancomunadamente una nueva realidad.
Ese espíritu fue el que lo llevó a trabajar en tiempos tan difíciles, junto a los representantes de los trabajadores, de los empresarios y el equipo de sus más estrechos colaboradores, en la creación de la Dirección Nacional de Empleo, la Junta Nacional de Empleo y el Fondo de Reconversión Laboral que quedaran consagradas en la ley N° 16.320, aprobada el 1° de noviembre de 1992, por la unanimidad de los partidos políticos con representación parlamentaria.
Desde ese día a la fecha, cada nueva administración en el gobierno no ha cesado de ampliar y enriquecer aquélla ley, a partir de la experiencia, en un esfuerzo mancomunado del Estado, los trabajadores, los empresarios y los partidos políticos.
A los amigos mucho nos falta Álvaro desde que se no fue hace veinte años, pero al país le faltan dirigentes de su estatura, con su amplitud de miras y la grandeza política necesaria para impulsar la unidad nacional, tan imprescindibles para construir el porvenir que lo mejor de la historia nos demanda.
Luis Alemañy
CI 1.133.577-5
Ciudad de la Costa (Canelones)