Esta baja, a diferencia de la soja, repercute favorablemente para Uruguay, al menos a la hora de colocar sus granos en el exterior. “Uruguay es un exportador incómodo, porque estamos bastante lejos de casi todos los mercados” y a “una distancia de kilómetros importante con respecto a los principales compradores, y cuanto más caro se hace el flete, más cara se hace la distancia”, señaló Souto. Por este motivo, la baja del petróleo que incide en una rebaja de los fletes “parece ser una buena señal”. “La desventaja competitiva tiende a atenuarse en términos relativos”, y ese “es un elemento que permite acercarnos un poco más en el mapa, a dejarnos mejor ubicados”, valoró. Y agregó que eso genera “una presión en un sentido favorable en los precios relativos”.
Los fertilizantes y su precio de comercialización, en tanto, son otra variable que repercute en las cuentas de los productores y los empresarios vinculados a la agricultura. En el último año, a diferencia de la soja y del petróleo, los fertilizantes mantuvieron cierta “estabilidad”, indicó el especialista.
Souto indicó que la demanda de soja a escala mundial, un “factor determinante para la evolución de precios”, sigue creciendo a un “ritmo interesante”. “Lo que ocurre es que la oferta supera la demanda ,que crece año a año”, porque “la respuesta de los países productores a los estímulos de los altos precios fue expandir la oferta, igual que pasó en Uruguay y en otro países del mundo”, señaló.
Recordó que en años anteriores, y durante el auge de precios experimentado en 2012, los productores encontraron “algún quiebre”, como una sequía, que generaba una situación de escasez en la producción de los grandes demandantes, que favorecía a algunos grandes agricultores locales. Pero el año pasado se “alinearon los astros a favor” y “casi todos los países están produciendo mucho”.
La cadena “deforme”
Al tiempo que la producción de soja en los campos uruguayos se ha consolidado como uno de los productos más importantes para el desarrollo de la actividad rural, convirtiéndose en la estrella de la agricultura, hubo otra tendencia vinculada a este grano que ha pasado más inadvertida, mencionó Souto, y señaló la existencia de “una corriente de exportación de semilla de soja asociada a la posibilidad de abastecer (...) el mercado del hemisferio norte y ser un proveedor confiable de materiales genéticos que allí se venden”. En este caso, indicó, “tiene mucho que ver un marco regulatorio confiable y bastante consolidado, y progresivamente consolidándose, del sistema nacional de bioseguridad”. Este negocio “se organiza para darles garantía al dueño de esta tecnología y al resto de los actores nacionales de que las cosas se hacen de una manera prolija”, resaltó.
Por otro lado, al tiempo de que la soja es uno de los productos de exportación más importantes para Uruguay, el país tiene “consolidado su perfil de importador de aceite, y de harinas de alimentación animal”, por lo que catalogó la cadena como “deforme”. La situación, “teóricamente ha tenido que ver con una posición de cierta debilidad competitiva de la fase industrial, que tiene una industria nacional bastante pequeña en comparación con las escalas de negocios de los exportadores globales, principalmente Argentina y Brasil”, explicó.
Ese escenario, se “traduce” en que, “contando el país con la materia prima, con precios competitivos, (...) la industria no logra satisfacer la demanda nacional de ambos derivados industriales”, añadió. En este marco, Souto se refirió a la ampliación de la planta aceitera de Cousa como una buena notica que puede incidir en un “cambio en este comportamiento”.
Poca agua en el mes
Durante febrero los productores tenían los ojos puestos en el cielo esperando que lloviera. La semana pasada, ya en marzo, finalmente sucedió. “De todas maneras, una soja que prometía rendimientos altos va a estar comprometida, y habrá una merma importante porque la planta empezó a abortar”, evaluó el presidente de la Cámara Uruguaya de Servicios Agropecuarios (Cusa), Juan Maisterra. “Ahora la planta empieza a agotar su ciclo y la floración ya terminó, va a haber un problemita de rendimiento que se va a notar en la cosecha”, comentó.
Si bien señaló que hay zonas en las que llovió, y llovió bien, porque lo hizo en el momento justo, opinó que “hay un efecto de ese parate de agua de febrero”.
El productor Tomás Molina, consultado por Campo la semana pasada, se expresó en una línea similar: “Veníamos muy complicados hasta la lluvia de esta semana”, la cual “nos mejora mucho la situación”. De todas maneras, “debemos tener en cuenta que ya hubo una merma del rendimiento por el febrero tan seco que tuvimos”, apuntó. “Hubo mucha falta de agua, que es un poco irreversible”, remató. De hecho, las estimaciones privadas que situaban los posibles rendimientos medios en el entorno de los 2.800 a 2.900 kilogramos por hectárea, hoy están adecuando esos pronósticos a una media de 2.500 a 2.600 kg.
Diciembre: la clave para obtener altos rendimientos
Como “regla genérica”, el rendimiento alcanzable de los cultivos es el 80% del potencial, y para conseguir los máximos resultados posibles es fundamental utilizar al máximo la luz solar, indicó el especialista del Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA), Andrés Berger.
Al rendimiento potencial se llega en muy “limitadas situaciones”, y eso no pasa en la mayoría de las chacras, señaló. Los cinco cultivares top en Uruguay han llegado a máximos de 5.000 kilos por hectárea, mientras que el promedio anual nacional está muy por debajo de ese número y se ubica en el entorno de los 2.500 kilos.
“El rendimiento potencial se define por cómo ocurre el rendimiento de materia seca, la acumulación de área foliar, la recepción de luz, cómo se definen el número de granos y cómo se llega a esos granos”, describió el especialista. Y luego advirtió: “Todos estos son procesos que se dan en secuencia, donde no hay marcha atrás.
“Lo importante es cuándo ocurren estas fases”, porque eso define el potencial. En este marco, hay un momento, que es el 26 de diciembre, que es cuando hay más radiación solar, que es importante “aprovechar”, porque eso “deriva en rendimientos más altos”.
“A medida que atrasamos es que vamos a perder potencial desde el punto de vista del número de granos y del número de vainas (...)”. En Uruguay se siembra del 20 de noviembre en adelante. “Eso no maximiza” el momento de mayor radiación solar, indicó.
La semilla certificada aumentó su participación en el mercado
Entre 2011 y 2014 ha aumentado de manera sostenida el uso de semillas certificadas, que pasó del 12% al 32% del total utilizado.
A su vez, las semillas certificadas lograron la mayor participación en el comercio interno , y el área de semilleros certificados subió de 10.000 hectáreas en la zafra 2010/2011 al entorno de las 47.500 hectáreas en la zafra 2014/2015, informó el gerente de Certificación de Semillas y Plantas del Instituto Nacional de Semillas, Carlos da Rosa, en una charla realizada el lunes 9 de marzo en la sede del organismo.
El consumo total se situó en el entorno de las 97.000 toneladas en los últimos años. En 2014, aunque se ha enlentecido, la tendencia a que aumente el número de certificadas se mantiene, señaló.
En ese mismo período se registró un leve descenso en el uso propio de semillas tomando en cuenta también las importadas: el 46% registrado en 2011 pasó a 43% en 2014. La exportación de semillas se mantuvo en el orden de las 7.000 toneladas, que representan aproximadamente el 16%, con excepción del 2012, cuando ese número fue superior y llegó al 23% del total.
Importación
La importación cayó del 26% del 2011 al 10% en 2014. En 2011, las importadas tuvieron una participación del 48% en el mercado nacional, mientras que en 2014, ese tipo de semillas explicaron el 18%. En la actualidad, la principal semilla comercializada en el mercado es la certificada, con una participación del 56%, frente al 23% que tuvo en 2011. La comercial, en el período que comprende del 2011 al 2014, en tanto, se mantuvo en el entorno del 30 %.
Si se deja de tener en cuenta las semillas importadas, el uso propio bajó del 62% en 2011 al 48% en 2014, y las certificadas pasaron del 16% al 36% en ese mismo período.