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    Bensión rechaza críticas de “triunfalismo” o “complacencia” sobre la gestión económica; hay “resultados concretos, visibles” para la gente

    Con el ciclo electoral a menos de un año de activarse, la presentación de la Rendición de Cuentas al Parlamento y el análisis de la economía por parte del Poder Ejecutivo dio lugar a críticas desde el Frente Amplio por entender que el oficialismo hace un relato de éxito en la gestión que choca con la realidad que vive la gente. Marcela Bensión, directora de Política Económica del Ministerio de Economía (MEF), replica que desde el gobierno pueden hablar “no de triunfalismo o de complacencia, sino de resultados concretos, visibles y buenos para la sociedad”.

    Evita meterse de manera directa en el barro político, aunque sostiene que en el ministerio manejan “previsiones bien auspiciosas” sobre la masa salarial —una variable que combina empleos, horas trabajadas y remuneraciones—, que “claramente será un resultado muy bueno para la sociedad”. Y contrasta eso con cuando gobernó el Frente Amplio y hubo una “caída importantísima del empleo, de 60.000 puestos de trabajo, lo que hablaba de que la masa salarial estaba aumentando de manera muy desequilibrada en su interior. No es muy justo que haya aumento de la masa salarial a costa de resignación de personas ocupadas; hay que ser solidario y equitativo”.

    La jerarca también defiende la gestión fiscal y asegura que “se van a corregir” en el transcurso del año los factores de deterioro reciente. Dice que el presupuesto de este gobierno fue todos los años superior al nivel de 2019 —“acá no hay ningún recorte de nada” y “hay aumento de gasto”— y que, en su caso, se manejó con prudencia. “Los gobiernos deben atender las necesidades de la sociedad en un marco de responsabilidad y cuidado de los dineros públicos, no aumentar, aumentar y aumentar y cuando me di cuenta de que aumenté de más, como en 2017 en el gobierno anterior, subo impuestos”.

    A continuación, una síntesis de la entrevista que Bensión mantuvo con Búsqueda.

    —Diputados del Frente Amplio dijeron, tras escuchar a la ministra cuando explicó la Rendición de Cuentas el lunes 10, que el gobierno tiene una mirada “triunfalista” sobre la economía que no coindice con lo que vive la gente. ¿Cuál es la visión del MEF?

    —Nuestra visión surge de mirar los números. Es una economía que atravesó y está atravesando etapas muy difíciles —la pandemia en 2020, la guerra en Ucrania en 2022 y ahora la seca— y aun así se mantiene el dinamismo y está un 4% por encima de los niveles prepandemia. Y lo más importante de todo, se generan empleos: hoy son unas 60.000 personas ocupadas netas más que en 2019. Claramente, este es el principal indicador y nuestro foco; sabemos lo que implica el trabajo en términos de supervivencia y emocionales para la sociedad. En ese sentido podemos hablar no de triunfalismo o de complacencia, sino de resultados concretos, visibles y buenos para la sociedad.

    A esa dinamización de la economía y del empleo le agregamos que se han logrado atender las urgencias —más de US$ 2.000 millones en la pandemia— y se dieron más recursos para las necesidades que están planteadas en la sociedad, en recursos estructurales en áreas que se necesitan, como la salud o la infraestructura. Y encima se lograron bajar impuestos a empresas y a contribuyentes de menores ingresos. Todo esto se hizo dentro de un marco de responsabilidad, que supone mantener el peso del endeudamiento sobre la economía. Y por supuesto, le agrego a esto la visión de largo plazo para hacer reformas estructurales que claramente el país necesita, que tienen que ver con la sostenibilidad de las finanzas públicas, con la justicia intergeneracional —por ejemplo, con la reforma previsional— y con mirar dónde puede estar la generación de empleo a futuro a través del programa de $ 400 millones denominado Uruguay Innovation Hub.

    —Mencionó la pandemia, la guerra en Europa y la sequía como contexto. ¿Se transformó en una gestión de las crisis la actual gestión económica?

    —Para nada. ¿Que se tuvieron que atender las crisis y eso ocupó horas? Sin duda. ¡Y sin duda hubiéramos preferido no tener estas crisis! Pero de ninguna manera se perdió la mirada más estructural, porque hubo que manejar los recursos de todos los días.

    —Según las proyecciones que presentó el MEF en la Rendición de Cuentas, las exportaciones de bienes caerían este año 16,4%, lo que tiene implícito un fuerte repunte para el segundo semestre. ¿Se dará eso a pesar del “atraso cambiario” que denuncia el sector agroexportador?

    —Para 2023 estamos estimando exportaciones de bienes en torno a los US$ 15.000 millones, incluyendo las zonas francas. Claramente es una disminución frente a 2022, pero sigue siendo un récord en relación con años previos. Hay que tener una mirada del bosque a este tema: hay claramente una caída de los precios y eso afecta la caída de las exportaciones, que es independiente del tipo de cambio real. Es un tema de correción de ciclo. Hay una caída en volumen de bienes exportados, que en parte tiene que ver con la seca. Es muy difícil hacer la cuenta simple de: caen las exportaciones porque el tipo de cambio real se está apreciando. Se está apreciando, pero vemos achicarse la brecha… Es un supuesto de trabajo. Los procesos de apreciación del tipo de cambio real se corrigen, van para abajo y para arriba, y lo que no podemos determinar a ciencia cierta es cuándo se corrigen. Nuestro supuesto de proyecciones hasta el 2027 sí presupone cierta corrección, no obstante lo cual, quedaríamos un poco por debajo del promedio histórico. En el MEF trabajamos con un promedio de largo plazo; el Banco Central habla a partir de un modelo de fundamentos.

    Uno de los debates que los economistas deberíamos tener es sobre cuál es el nuevo equilibrio. Quizás el nuevo equilibrio ya no es más el promedio de las últimas décadas. ¿Cuál es el tipo de cambio real de fundamentos? Es muy complejo definir estas cuestiones, porque dependen de muchos factores.

    —La corrección cambiaria que proyectan sería gradual y los reclamos seguirán…

    —Los planteos son todos legítimos y son temas que hay que debatir. El tipo de cambio real es uno de los indicadores centrales, sobre todo para el sector exportador. Este debate también lo damos mano a mano con sus actores; hay que abordarlo como una variable multicausal. Se ha simplificado diciendo que es por la tasa de interés (de política monetaria) que el dólar cae…

    —Algunos, como el economista Javier de Haedo, ven una estrategia del gobierno de dejar caer el precio del dólar para bajar la inflación antes de la ronda salarial. ¿Qué dice usted?

    —Hay que poner en su justa medida la discusión, que es compleja.

    Los altos montos de las exportaciones de los últimos años en parte también explican por qué estamos teniendo tanta entrada de dólares en la economía, que no necesariamente se compensa —al menos no en el mercado de cambio— con las importaciones. Esta entrada de dólares sin lugar a dudas afecta a la baja al dólar. Esta apreciación es un reflejo del éxito de la economía. Pero somos superconscientes de que esto aprieta márgenes al sector exportador y por eso buscamos soluciones. Eso tiene que ver, como país, con ser más eficientes en el gasto: todos sabemos que un aumento del gasto también aprecia la moneda. Con el buen manejo de la política fiscal se ha contribuido a evitar esa apreciación del peso, que se hubiera dado si no se hubieran cuidado los recursos públicos.

    También el sector privado tiene que utilizar algunas herramientas, como los derivados financieros. Son cosas que los protege de esa reducción de esos márgenes cuando ocurren estos fenómenos, que son difíciles de prever.

    —Desde setiembre se dio un deterioro fiscal. El Consejo Fiscal Asesor, en un informe divulgado el viernes 7, hizo algunas advertencias, como que la pérdida de recaudación por el desvío de consumo hacia Argentina podría ser un factor no tan coyuntural sino más permanente, mencionó la pérdida de ingresos permanentes por los alivios dados al IRPF y al IASS y aludió al “ciclo electoral” como una prueba de madurez de la regla fiscal. ¿Cómo recibe estos comentarios?

    —El compromiso de la responsabilidad fiscal es del gobierno todo; la ministra y el presidente han sido muy importantes en esta mirada de que cuidando el dinero de los uruguayos cuidamos la estabilidad del empleo de los uruguayos.

    Esperamos para este año un déficit fiscal efectivo —que se informa todos los meses— similar al de 2022. ¿Por qué está en 3,8% del PIB? Porque hubo gastos en inversión muy fuertes que se hicieron en diciembre de 2022, que irán aflojando. También la recaudación neta de la DGI vino algunos meses por debajo de lo esperado, lo que tuvo que ver con algún desvío del consumo hacia Argentina y mayores certificados de crédito dados a empresas públicas. Son una serie de factores que creemos se van a corregir.

    De todos modos, he leído a algunos analistas que se paran arbitrariamente en setiembre… Ahí cambió la tendencia por cómo es la cadencia del gasto público, que es muy casuística. Hay que mirar contra lo que el gobierno tiene proyectado para el año.

    —La Rendición de Cuentas propuso US$ 20 millones adicionales para 2024. ¿El ministerio debió usar su espalda política para contener las expectativas de mayor gasto en este último proyecto del período en que se puede incrementar el presupuesto?

    —La presión para aumentar el gasto siempre está. Creo que se entendió que en la Rendición de Cuentas pasada se había otorgado un montón de gasto para el 2023 y 2024 y que en la actual solo se iban a adicionar recursos para salud mental y tratamiento de las adicciones.

    En nuestras gráficas mostramos pesos constantes divididos al mismo tipo de cambio que en 2019 como prepandemia y como gobierno anterior. Entonces el presupuesto nacional estaba un poco por debajo de los US$ 10.000 millones, excluyendo intereses y transferencias a la seguridad social. ¡Y se aumentó todos los años, en algunos, como el 2020 y el 2021, para atender el Fondo Covid! Tenemos que dar respuesta a lo que la sociedad reclama que se necesita gastar, y eso se ha dado, al punto que todos los años se estuvo con un gasto por encima del 2019. ¡La prueba es que el ratio de endeudamiento bruto está en torno a 57% del PIB, que está por encima de la prepandemia! ¿Cuál fue el mérito de Uruguay que ha sido reconocido en el exterior? Que pudo contener este deterioro bastante mejor que otros países. Por eso Uruguay, pese a esta situación, logró mejorar su calificación de riesgo, algo bastante inédito en este período.

    Acá no hay ningún recorte de nada. Acá hay aumento de gasto. ¿En qué? En las áreas que el sistema político definió como prioritarias para la sociedad.

    —La ANEP, la Universidad de la República, el Poder Judicial y la Fiscalía se están quejando porque no recibirán plata extra con esta Rendición. ¿No se les da más porque ya tienen suficiente o porque los US$ 20 millones eran lo disponible?

    —Volvemos al mismo punto. Los gobiernos deben atender las necesidades de la sociedad en un marco de responsabilidad y cuidado de los dineros públicos, no aumentar, aumentar y aumentar y cuando me di cuenta de que aumenté de más, como en 2017 en el gobierno anterior, subo impuestos. En ese marco, los recursos que se propone asignar son los que se enviaron al Parlamento; como dijo la ministra, se buscarán soluciones para tratar de conseguir recursos para la transformación educativa mediante eficiencias.

    —Según las previsiones oficiales la economía irá tomando impulso en este segundo semestre y crecerá 3,7% en 2024, habría creación neta de empleos y recuperación del poder de compra de los salarios con una inflación más baja. ¿La gestión económica jugará a favor de las chances electorales del oficialismo?

    —Es una pregunta política que excede mi rol técnico y no voy a hacer consideraciones electorales. Voy a hablar como directora de Política Económica y vuelvo a señalar los resultados que uno puede mostrar en relación con la economía. En términos de gestión, esperamos terminar el quinquenio con una masa salarial que claramente va a recuperar poder adquisitivo de forma importante; los salarios privados terminarían en el 2024 un 1,5% por arriba del 2019 y los públicos, en 2,8% por encima. Si a eso sumamos la recuperación del empleo —los ocupados hoy superan en 2,5% los que había en 2019— y el aumento muy importante de las horas trabajadas, tenemos previsiones bien auspiciosas de la masa salarial que claramente será un resultado muy bueno para la sociedad. Hay que mirar cuánto aumenta la masa salarial y también cómo se distribuye o compone esa masa: lo que vimos en el último período del Frente Amplio es que había una caída importantísima del empleo, de 60.000 puestos de trabajo, lo que hablaba de que la masa salarial estaba aumentando de manera muy desequilibrada en su interior. No es muy justo que haya aumento de la masa salarial a costa de resignación de personas ocupadas; hay que ser solidario y equitativo.

    —Reformas como la jubilatoria, la regla fiscal o el Precio de Paridad de Importación para ajustar tarifas mensualmente los combustibles, ¿serán valoradas por los votantes?

    —Son reformas que entendemos importantes para la sociedad. Es muy importante que se entienda dónde deberían estar los precios de los combustibles y dónde están para evaluar de mejor manera las tarifas públicas. Todo lo que refiere a medio ambiente y las reformas vinculadas. El tema de los precios: es importante modificar normativa que impone rigideces, para que el consumidor acceda a menores precios. La inserción internacional es un trabajo de todos los días, y en eso el foco, la firmeza y la energía siguen puestos en acceso a mercados.

    Cómo las valore la sociedad no lo puedo decir. Pero sí creemos importantes estas reformas.

     

    • Recuadros de la entrevista

    Fondo por la crisis del agua de cerca de US$ 100 millones

    “Eficiencia” y cierre del BHU