N° 1948 - 14 al 20 de Diciembre de 2017
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáHay un diputado que se mantiene leal al renunciado vicepresidente de la República, Raúl Sendic. Se llama Felipe Carballo. La semana pasada, Carballo dijo que el ministro de Economía, Danilo Astori, “tira el cuco de los números y de lo que va a pasarles o la responsabilidad del déficit fiscal”, que “es mentira”, porque “está recibiendo presión de las AFAP” a raíz del debatido proyecto de ley para solucionar un problema de las personas de entre 50 y 59 años en relación a sus futuras jubilaciones.
Es inconcebible, pero ocurre, que un ladero de Sendic, echado por su propio partido del segundo cargo en importancia en el país por corrupto y mentiroso, se atreva a hablar de números como “un cuco”. El “cuco” es un fantasma que se propone asustar a los demás. Y, en este caso, lo que asusta a los demás es el agujero negro que dejaron Sendic y sus socios en las arcas del Estado mientras condujeron a la petrolera estatal Ancap. Un agujero de más de mil millones de dólares.
Claro, son simplemente “números”. Y ya sabemos que para Sendic y su grupo los “números” constituyen un asunto secundario, siempre y cuando se trate de “números” que representen dinero del Estado, es decir, de la población. Aunque no es plata de ellos, tienen el tupé de gastarlos como se les ocurra, empobreciendo a la sociedad y causando estragos en las finanzas públicas.
Este “cuco” de los “números” que el ex vicepresidente manejó con total y absoluta irresponsabilidad es lo que explica, por ejemplo, por qué habrá otro tarifazo a partir del 1º de enero próximo, por qué el país está en un ajuste fiscal permanente, por qué los ciudadanos se quejan pues no dan más pagando impuestos y por qué las empresas no toman personas, se achican o, directamente, cierran.
“No me vengan con sus proyecciones”, dijo Carballo con aires de superioridad respecto a las advertencias del Ministerio de Economía en cuanto a que el costo total del proyecto para los “cincuentones” enviado al Parlamento por el presidente Tabaré Vázquez —y apoyado por el ministro de Trabajo, Ernesto Murro, quien, con el PIT-CNT, quiere acabar con las AFAP— será de US$ 3.649 millones. ¡Tres mil seiscientos cuarenta y nueve millones de dólares! Es equivalente a la inversión —“la más grande en la historia del Uruguay”— que se propone hacer la empresa UPM para instalar en Paso de los Toros una segunda planta de fabricación de celulosa.
Sendic, Carballo y los que siguen en esa cueva se han refugiado en unas posiciones radicalizadas que no tenían cuando el ex vicepresidente ejercía como tal y proyectaba su figura para competir en las elecciones de 2019 como candidato presidencial y “renovador” por el Frente Amplio. Ahora se alían con el Partido Comunista y otros grupos que miran el mundo patas para arriba, con la finalidad de llegar al poder y hacer lo que el kirchnerismo en Argentina o el chavismo en Venezuela. Peligroso.
Pero esta “pavadita” de los “cincuentones” logró colocar en la línea de salida de los cuadros del gobierno nada menos que al ministro Astori, quien con todas las críticas que pueda merecer, ha sido el que le ha dado un barniz de equilibrio y seriedad a la conducción de la economía en estos 13 años de gobiernos frentistas.
Sin Astori, no habría buenas relaciones con el Fondo Monetario Internacional, con el Banco Mundial, con el Banco Interamericano de Desarrollo ni con el capital financiero privado. Los inversores internacionales dudarían mucho más en poner su plata en Uruguay y, ciertamente, al presidente Vázquez se le complicaría enormemente su gestión porque este pasaría a ser un país innecesario para la comunidad internacional.
Ya un informe del banco de inversión JP Morgan consideró que la propuesta de Murro y de los sindicatos sobre los “cincuentones” ponía “en duda” el compromiso del gobierno para reducir el déficit fiscal y eso “podría eventualmente poner presión” sobre el grado inversor que las agencias de calificación mantienen en relación con la deuda uruguaya.
El presidente del Frente Amplio, Javier Miranda, está preocupado porque este nuevo choque interno pudo colocar en riesgo un eventual cuarto triunfo electoral de esa fuerza política en 2019. “Es una barbaridad que no se logre llegar a acuerdos sin que sea con roces y enfrentamiento de sectores”, declaró a Búsqueda. “Primero se patea el tablero y después se intenta conversar. Se invierte el orden y así es muy difícil porque no queda margen para intercambiar”.
Luego, Miranda se lanzó con una expresión tan sorprendente como preocupante. Dijo que el Frente Amplio “es gobierno y oposición, todo junto y dentro del mismo partido. Cada vez somos más peronistas”.
“¿Estamos convencidos de que ganamos en 2019 acaso? Porque todos buscan perfilarse y pierden la mirada general”, añadió. ¿Qué diría el general Perón, admirador de Mussolini, si hoy tuviera que aconsejar a los peronistas del Frente Amplio?
Probablemente ni Miranda, cuya mayor preocupación es no perder las próximas elecciones, ni el general Perón, afirmarían lo que sostuvo el ministro Astori a sus 77 años de edad: “Estamos pensando en las próximas generaciones y no en las próximas elecciones”.
Ahora parece que en ese aquelarre que es “la interna” frenteamplista armaron un “Frankenstein” para dejar contentos a tirios y troyanos. Otra vez, gobierno y oposición al mismo tiempo. Buen truco para ganar las elecciones.
Hizo bien el presidente Vázquez en no mantener la irreductibilidad en esta materia tan sensible. De lo contrario, hubiera colocado al país en una zona de turbulencia que lo podía arrastrar a él también. Quedan más de dos años de gobierno. Y dos años es mucho tiempo.