El ganadero, el tambero, el citricultor, el papero y el arrocero. Todos ellos encuentran un lugar para sembrar la soja como una “oportunidad de negocio más rentable”, pero con “limitantes” en el tipo de suelos, en infraestructura, en provisión de insumos y en otros servicios.
A medida que pasan los años y en momentos que gana intensidad la siembra de esa oleaginosa en Uruguay, Campo de Búsqueda consultó a empresarios del agro para analizar ese tema en sus diversas facetas. En los hechos, no es que el productor de arroz se pasó totalmente a la soja; antes bien, la tendencia en la mayoría de los casos es a “diversificar”, señalaron.
Lo que ocurre con el arroz, uno de los cultivos más tradicionales de Uruguay, llamó la atención recientemente. Pero la plantación de soja, que generalmente está asociada a esquemas de producción poco diversificados o directamente de monocultivo, ganó espacio en predios de casi todos los rubros del agro local en la última década. Los agricultores típicamente trigueros fueron los primeros en incorporar ese grano en sus campos; luego se sumaron los ganaderos, los lecheros y también horticultores, atendiendo a varios factores.
La posibilidad de tener un precio definido a futuro antes de empezar a plantar, perspectivas favorables en la demanda de la mano de China, y costos inferiores, incidieron en esa situación.
“¿La soja es una alternativa clara para aquellos productores que consideran muy alto el riesgo de jugar todas las fichas a su tradicional cultivo?”. Con esa interrogante un artículo publicado recientemente en la revista del Instituto de Investigación Agropecuaria (INIA), elaborado por el técnico Bruno Lanfranco, abordó el asunto y ensayó algunas respuestas.
“Tal vez la cuestión no sea entre arroz y soja (y) nada indica que deban ser opciones contrapuestas”, señaló.
Luego de mencionar que “no están claros” los efectos que tendrán los planes de uso y manejo de suelos, Lanfranco opinó que “es probable que la inclusión de la oleaginosa en un esquema de rotación más amplio con arroz pueda traer beneficios en aspectos tales como control de malezas y reducción de los costos de producción, además de ofrecer una diversificación productiva”.
“El margen bruto para ambos cultivos puede ser similar. No obstante, la inversión por hectárea requerida para el cereal supera en más del doble a la de la soja”, dijo.
El técnico del INIA evaluó en el informe que el costo por hectárea de arroz supera los U$S 2.000. Realizó, además, un repaso histórico de ambos cultivos y comparó las condiciones de mercado y de formación de precios.
La larga historia del arroz en Uruguay se remonta a 1930, con los primeros ensayos de cultivos. El área y la producción registraron un incremento exponencial hasta fines de los 80 con hasta 200.000 hectáreas. “Existe una intensa y constante colaboración entre productores, industriales e investigadores”, comentó Lanfranco en su informe.
Agregó que se trata de un cultivo de alta especialización y su uso de tecnología no implica la utilización de semillas genéticamente modificadas. La disponibilidad de agua impone límites al área que se planta anualmente.
Otro aspecto que destacó es que el arroz uruguayo goza de “muy alta reputación” en el mercado internacional y que Uruguay es el sexto exportador mundial de ese cereal.
En cuanto a la soja, más allá de un cierto auge que hubo a mediados de los años 70 u 80, debido al impulso que generó la demanda de Taiwan, el cultivo virtualmente desapareció en la última década del siglo XX, por el inicio de las relaciones con China y el cierre con Taiwan.
En la última década se produjo un nuevo auge con la creciente demanda china, el impulso liderado por productores extranjeros, especialmente Argentina, y el boom de los commodities de la mano de la siembra directa, laboreo reducido del terreno, la utilización de semillas de variedades transgénicas resistentes a plagas y la aplicación de herbicidas, según Lanfranco.
Los altos valores de la cotización de la soja en el mercado internacional favorecieron la expansión del cultivo en el agro local, incluso en las zonas definidas como marginales, pagándose rentas en aumento constante, indicó en el informe.
“Otras alternativas”
Ahora Uruguay ocupa el séptimo lugar entre los mayores exportadores de soja del mundo.
Si se concretan las proyecciones realizadas para la siembra de diciembre, el predio dedicado a la soja alcanzará las 50.000 hectáreas en la zona arrocera, frente a 25.000 que se cultivaron el año pasado, informó a Campo de Búsqueda el especialista del INIA José Terra.
“Los productores arroceros están buscando otras alternativas de intensificación. Obviamente los números del arroz apremian”. Los costos “son altos y están buscando otras fuentes de ingreso para un mejor aprovechamiento de sus recursos”. En este sentido “la soja representa una buena alternativa”, explicó el funcionario, que es director del Programa de Producción y Sustentabilidad Ambiental.
La intención de plantar soja en lugar de arroz trajo aparejadas algunas complicaciones para los agricultores. “No hay infraestructura para clasificación de semillas”, mencionó el titular de la Cámara Uruguaya de Servicios Agropecuarios, Juan Maisterra.
Consideró que el productor arrocero tiene capacidad para financiar su cultivo y seguirá en ese rubro aunque experimente con la soja. Respecto a si el productor optó por la oleaginosa como una solución a problemas de deudas o para sobrevivir en la actividad agropecuaria, Maisterra opinó que eso se debe a una oportunidad de tener mayor rentabilidad y no por endeudamiento.
Explicó que la siembra de soja en campos del este uruguayo crece no solo por los arroceros que agregan ese cultivo o cambian de rubro. En algunas localidades como José Pedro Varela (Lavalleja) o Lascano (Rocha), hay empresas argentinas plantando soja.
Maisterra dijo que aparecieron algunos nuevos jugadores, como una firma de Estados Unidos que empezó a producir granos en Durazno, específicamente en campos que antes fueron explotados por el grupo El Tejar, de Argentina.
Lo cierto es que en momentos de plena siembra de soja “los campos no sobran”, dijo Maisterra.
Tambo, leche
y soja
Productores de Colonia y San José optaron por diversificar su producción y complementar sus tradicionales rubros lecheros y ganaderos para plantar soja, aunque también otros granos como el sorgo, utilizado como alimento para sus animales.
En las localidades de Libertad y Rincón del Pino (San José), la mayoría de la producción de papas se debería realizar en esquemas de rotación con maíz y soja. Eso en algún momento tendrá que ser exigido por el Ministerio de Ganadería, opinó el empresario Rafael Ferber. Advirtió que generalmente todo el mundo asocia los planes de uso y manejo responsable de los suelos con la soja y el trigo, pero en la producción de papas se hace laboreo del terreno.
Respecto a la actual siembra de cultivos de soja en zonas arroceras, Ferber dijo que son casos puntuales de algunos productores.
Las lluvias registradas en Cerro Largo los últimos días interrumpieron las plantaciones. Ferber comentó el caso de una empresa que tenía previsto sembrar soja en 1.000 hectáreas que en años anteriores estaban destinadas al arroz, pero que debido al exceso de lluvias en la zona no pudo hacerlo.
“Son campos arroceros que estaban inundados, y si para plantar arroz era complicado, para plantar soja era imposible”, graficó.
Ferber se dedica a prestar servicios de siembra y cosecha de granos en la agricultura, ajustándose a los requerimientos de la actual producción del agro, en la que existe una creciente demanda de labores agrícolas. El empresario proviene de una familia de tradición tambera. Su padre, durante años fue presidente de la Cámara de Productores de Leche.