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Su nombre se convirtió en sinónimo de problemas. Las manifestaciones frente a la Embajada norteamericana en Montevideo, las críticas permanentes al gobierno uruguayo que lo recibió, la huida por tierra hacia Venezuela y su detención en ese país, una alerta por “posible terrorista” que lanzó la aerolínea Avianca, la acusación explícita de “terrorista” hecha por una diputada y una huelga de hambre seca de más de 20 días. Todo recae sobre la misma persona, el sirio Jihad Diyab, el ex preso de Guantánamo liberado hace 17 meses que no logró adaptarse a su nueva vida en Uruguay.
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Durante los 13 años que permaneció en la mítica prisión que Estados Unidos instaló en territorio cubano para encerrar a presuntos terroristas, encontró en la protesta un mecanismo de respuesta para cambiar su realidad. Inició una larga huelga de hambre que trascendió a nivel internacional. Le hizo juicio al presidente norteamericano Barack Obama para que divulgara las filmaciones que hacía el ejército mientras los alimentaban de manera forzada. Y lo ganó. Finalmente, fue liberado por un acuerdo entre las administraciones de Obama y José Mujica.
Su nombre recorre los medios nacionales e internacionales de manera casi permanente. Ahora la causa es la huelga de hambre seca que inició hace semanas. Un video divulgado en las redes sociales el martes 6 lo muestra en una pieza de unos tres metros cuadrados, acostado, inmóvil, en un colchón de dos plazas, dos almohadas, una puesta encima de otra y una manta roja con puntos negros. A un lado están tiradas las dos muletas en que se apoya para moverse. Apenas tiene descubierto su rostro. “Es mi última decisión: o me voy a ver a mi familia a otro país o me muero”, dice con voz apagada y débil.
Insiste en reprocharle al gobierno que incumplió la promesa y cuenta que lo que más le duele es que su hija se casará la semana próxima y él no podrá estar con ella, pese a ser un hombre libre. Entre otras cosas. Por ello vuelve a decir que no se siente libre.
El objetivo de sus acciones siempre fue el mismo: reunirse con su familia, actualmente refugiada en Turquía. Lo dijo semanas atrás en el Consulado uruguayo en Caracas y en cada crítica al gobierno de Vázquez. Sin embargo, sus mismas acciones son las que lo alejan aún más de su familia.
Christian Mirza llegó a Uruguay como refugiado desde Egipto. Desde que Rodolfo Nin Novoa es el canciller, Mirza fue elegido como interlocutor entre los seis ex presos de Guantánamo y el gobierno. Para él la exposición de Diyab en los medios de comunicación no ayuda a sensibilizar a otros gobiernos. “Hablo con él todos los días y siempre se lo digo”, afirma Mirza a Búsqueda.
Durante la última semana el interlocutor se reunió con el canciller en dos ocasiones y habló con él por teléfono a diario. Intercambiaron información sobre el estado de salud de Diyab y los avances en las gestiones de Cancillería para obtener un país árabe que lo reciba. Hubo contactos con Qatar, Turquía y Líbano, pero todos lo rechazaron.
Mirza resalta que “se están haciendo gestiones”, pero asegura que “no es un caso sencillo”. El interlocutor recomendó países y sobre todo hizo énfasis en cuáles están en situaciones de conflicto que complican su reubicación. Yemen está en guerra, Siria también. Afganistán e Irak en situación similar y Arabia Saudita no es una opción, dice Mirza.
Mientras, en su casa en el centro de Montevideo Diyab continúa con su huelga seca. La misma que el lunes 5 lo debilitó al punto de ser internado en el Hospital Maciel una semana después de haberse hecho estudios allí al llegar deportado de Caracas.
El lunes por la noche ingresó visiblemente “debilitado en su aspecto” y “muy flaco”, relataron a Búsqueda fuentes del hospital. Se le hicieron análisis médicos y los resultados mostraron que sus valores eran normales y el martes al mediodía le dieron el alta.
Fuentes médicas explicaron que es complejo poder evaluar clínicamente su aspecto debilitado; la herramienta son los estudios de sangre y de orina, entre otros. Las pruebas a Diyab dieron buenos valores. Sufrió un cólico nefrítico debido a un cálculo renal, pero a excepción de ese evento puntual, no había motivos para que permaneciera internado. Aun así, Salud Pública sigue de cerca su caso.
Mirza lo vio y asegura que “está debilitado”, que su intención es la de mantener la huelga y que él le insiste en que no es el mejor camino para lograr reunirse con su familia. A Diyab no le importa.
Mientras, en Estados Unidos la cárcel de Guantánamo continúa vaciándose. Días atrás Obama logró enviar el mayor número de ex detenidos: 15 que dejarán tierras cubanas para ser liberados en Emiratos Árabes Unidos. Quedan 61 prisioneros y la cifra sigue bajando porque hay países que aceptan acogerlos.
Nadie se lo dijo, pero su olfato asocia una cosa con otra y Mirza llega a una única conclusión: “Su repercusión mundial como un ex preso de Guantánamo conflictivo hace más difícil que se sensibilicen otros gobiernos. Va a ser complicado conseguirle otro lugar”.