N° 1991 - 18 al 24 de Octubre de 2018
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáSería jactancia pura una opinión terminante sobre las causas que determinaron que el ultraderechista Jair Bolsonaro arrasara en Brasil. Por un lado, los habilitados fueron 147 millones con un abanico social, ideológico, político y emocional que impide certezas absolutas. Por otro, también pesa nuestra carga institucional y democrática: en Uruguay, Bolsonaro hubiera sido aplastado. Por ahora.
Pero los hechos son los hechos y peor que la ceguera biológica es la que provoca la obsecuencia. Bolsonaro pasó de 120.000 votos en 2010, a 464.000 en 2014 y ahora obtuvo casi 50 millones: 46% de los votantes. Para la segunda vuelta parece cantada una victoria mayor.
¿Cómo explicar ese respaldo obtenido por un militar retirado, explícitamente homófobo, racista, machista y misógino? La homosexualidad y la transexualidad forman parte de la historia social y cultural brasileña. Según el censo de 2011, los negros y mulatos son el 50,7% de la población y las mujeres el 53% del padrón. A esos tres sectores Bolsonaro los ha insultado y despreciado y sin embargo millones de ellos lo votaron. ¿Especulación? No. Sin esos votos no se explica el resultado.
Se añadió el respaldo de quienes exigen más seguridad (60.000 personas son asesinadas cada año), de los defensores de la familia tradicional (con fuerte peso de los credos evangélicos) y de quienes repudian a los corruptos mientras millones reciben mendrugos. Según el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística, en 2017 la pobreza extrema llegó a 14,83 millones de personas. Entre esos, los mayores también votan.
El éxito de Bolsonaro tiene tres causas, aunque no únicas: la degradación de la economía, el descrédito del Partido de los Trabajadores (PT) y sus líderes, y la desconfianza en los otros partidos, también afectados por la corrupción y la ineptitud.
Brasil enfrenta la mayor incertidumbre económica en un siglo. Para la financiera internacional Tullett Prebon, entre 2011 y 2020 el PBI brasileño habrá crecido menos del 1%.
Aunque el gobierno, el PIT-CNT y el Frente Amplio, defiendan a ultranza al PT y a sus líderes, es indiscutible que Dilma Rousseff fue destituida en 2016 mediante un proceso democrático por corromper las cuentas públicas. No en vano ahora el votante le dio la espalda en Minas Gerais, donde aspiraba al Senado. Accedían los dos con más votos. Ocupó el cuarto lugar.
¡Qué decir de Lula, adalid de los pobres y progresistas! El exsindicalista se fue degradando mientras trepaba por la escalera del poder. Terminó condenado por corrupción y lavado de dinero en un proceso que los chupamedias intentan desacreditar. Quedó demostrado que lideró una elite de ladrones integrada por más de 300 empresarios y políticos, también encarcelados.
¿Que con Bolsonaro la democracia corre riesgos? Sí, pero antes también.
Para la senadora oficialista Constanza Moreira, la principal politóloga del gobierno, Bolsonaro ganó debido a una “construcción política” que se inició con el “golpe de Estado” contra Rousseff. A su juicio, la votación “refleja el pavor de las clases medias y altas de perder sus privilegios”. Sorprendente primitivismo.
Para esta arrogante señora la responsabilidad es solo de la derecha, de “su serpiente y sus huevos”.
Esteban Valenti, insospechado de ser derechista y menos aún de poner esos huevos, lo analiza diferente en Montevideo Portal: Al PT “lo ha golpeado en pleno la corrupción”. Aun cuando Brasil siempre padeció una corrupción endémica y estructural, “por leyes aprobadas por el propio PT y las medidas ejecutadas por Dilma Rousseff, se mostró ante la opinión pública un tejido monstruoso de políticos y empresarios corruptos”. Esas razones, además de la situación económica y social, “son la causa de esta explosión antidemocrática. La gente no quiere más a los corruptos, ya no los justifica”.
En Uruguay a los corruptos los ponen a hibernar, se los disfraza de angelitos o, como en la película de Mastroianni, de eso no se habla.
El respaldo de Moreira no es novedoso ni es el único. Muchos cómplices de los corruptos se han esforzado por reivindicarlos desde el mismo momento en que el olor a podrido cruzó la frontera.
Comenzó cuando el expresidente José Mujica firmó un manifiesto de apoyo a Lula junto con la expresidenta de Argentina, Cristina Fernández y el expresidente de Ecuador, Rafael Correa. Se alió con quienes ahora afrontan imputaciones judiciales de corrupción. ¡Un visionario!
Visitó a Lula cuando estaba encarcelado: “Lula somos todos”, dijo. No quedó claro si con el “somos todos” aludía a que los corruptos uruguayos también pueden ir presos.
Integrantes del Frente Amplio viajaron a Brasil para dar respaldo en directo. Entre otros, una delegación del PIT-CNT, el senador comunista Juan Castillo y hasta el neofrenteamplista Juan Raúl Ferreira. También otro hijo de papá, Raúl Sendic, con su imputación por corrupción en Ancap a cuestas y un falso título. ¡Parece joda!
A poco de la primera vuelta electoral con la presencia del presidente del Frente Amplio, Javier Miranda, y de la senadora socialista Mónica Xavier, se formó el “Comité de defensa de la democracia en Brasil y la libertad de Lula”. Lo anunciaron frente a la Embajada de Brasil. ¿Realmente se creen capaces de incidir en el proceso político brasileño y torcer las decisiones judiciales? Si lo creen, son nabos o ingenuos. El peso internacional de Uruguay y del Frente Amplio es cero.
Antes de las elecciones el canciller Rodolfo Nin Nova expresó su deseo de que Bolsonaro fuera derrotado. Ahora deberá negociar con su gobierno. Linda carga para el embajador en Brasilia, Gustavo Vanerio y para quienes negocien en el Mercosur. Especialmente para el presidente Tabaré Vázquez.
Dice un antiguo aserto que cuando las barbas del vecino se ven arder hay que poner las propias a remojar. Es antiguo. El agua ya no sirve. Por eso es razonable que el oficialismo invierta en comprar centenares de extintores, que están a buen precio en Mercado Libre.
Pero la arrogancia, la convicción de impunidad y el desprecio por la Justicia le impedirá tomar esa previsión.
Así nos va.